¿Por qué los judíos se obsesionan con los mandamientos?

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¿Por qué los judíos se obsesionan con los detalles? ¿Para qué necesitamos tantas mitzvot?

El judaísmo y la filosofía de las mitzvot (mandamientos) suenan muy bien, pero cuando tratamos de cumplirlas nos sentimos amenazados por un millón de detalles. ¿Por qué los judíos están tan obsesionados con los detalles? ¿Para qué necesitamos tantas mitzvot?

Las mitzvot no sólo sirven para que nos ganemos un lugar allá arriba. No se trata sólo de ser buenos o sagrados, y tampoco se trata sólo de tener una vida significativa en este mundo. Dios nos dijo claramente por qué nos sacó de Egipto y nos llevó al Monte Sinaí:

Ustedes vieron lo que le hice a Egipto y que los llevé en alas de águilas y los traje a Mí. Y […] serán un tesoro para Mí entre todas las naciones” (Éxodo 19:4-5).

Dios nos sacó de Egipto para llevarnos hacia Él, para que estemos cerca de Él. Nos sacó porque quería que tengamos una relación de amor con Él.

Dios nos sacó de Egipto para que tengamos una relación de amor con Él.

Maimónides compara el amor a Dios con el intenso amor que siente un hombre enamorado por su amada. “Piensa en ella constantemente: cuando descansa y cuando se levanta, cuando come y cuando bebe. El amor del hombre por su Creador debería ser mayor aún”.

El amor que Maimónides describió es tan intenso que uno se pregunta qué viene a agregar con las palabras “mayor aún”. ¿Cómo podría amarse más de lo que ya describió?

Hay un problema intrínseco con el amor humano. La vida sigue su curso por lo que mirar continuamente a los ojos de la otra persona no es una opción. El hombre enamorado va a trabajar y vuelve a casa. A pesar de estar ocupado con un millón de cosas, continúa pensando en su amada.

Ahora, ¿qué pasaría si todas las cosas que una persona debe hacer (lavar la ropa y criar a los niños, trabajar y hacer compras) no estuvieran en contradicción con la relación sino que fueran una expresión de la misma? ¿Qué pasaría si no fuéramos a trabajar a pesar de nuestro amor, sino que fuéramos por él? Una relación con Dios significa que todo aspecto de la vida es sobre la relación: el trabajo y la recreación, las corridas y los quehaceres. Toda acción conlleva el potencial para ser una expresión de nuestra naturaleza Divina y de ese lazo que todo lo abarca.

De todos modos, si bien puede que nuestra alma quiera cercanía a Dios, nuestra parte física quiere correr en la otra dirección. ¿Cómo podemos nosotros, seres humanos bajos, insignificantes y egoístas, formar una relación con la Fuente de todo el bien? Maimónides nos dice que muchos de los detalles tienen la función única de refinarnos. Los detalles son el medio que nos conduce a través del proceso, cuyo objetivo es transformarnos en un reino de sacerdotes y una nación sagrada.

Las ideas se desvanecen, la inspiración se disipa. Los detalles son lo que traen los conceptos efímeros a la realidad. Es más, los detalles son los que nos unen a nosotros al ideal. Cada pequeña acción lima un poquito nuestra naturaleza elemental y hace visible al alma que se oculta detrás. Lentamente, pero con firmeza, los detalles nos hacen entrar en el molde de la nación de Dios.

Lo cuido, por eso lo amo

De hecho, son los detalles los que llevan a la totalidad de nuestro ser a la relación. En el hermoso clásico de Antoine de Saint-Exupery, el principito se para frente a un jardín de rosas y les cuenta sobre la diferencia que hay entre ellas y la rosa que él ama:

Ustedes son hermosas, pero vacías. Nadie moriría por ustedes. Seguramente un transeúnte cualquiera pensaría que mi rosa se ve igual a ustedes; la rosa que me pertenece. Pero ella en sí misma es más importante que cientos de ustedes, porque ella es la rosa que yo regué, porque ella es la rosa que puse debajo de una esfera de vidrio, porque ella es la rosa que guarecí detrás de la cortina; porque es por ella que maté a las orugas... porque ella es mi rosa.

Ésta es una dinámica interesante: son los detalles al cuidar de algo lo que crea el amor. Una vez que uno se compromete en la relación, los infinitos detalles no son pequeñeces irrelevantes y molestas que complican nuestra vida, sino que son las cadenas que nos unen.

Judith Viorst, la famosa escritora para niños, dijo que el matrimonio es una institución útil porque “cuando te enamoras… [el matrimonio] los mantiene juntos hasta que quizás vuelvas a enamorarte”.

El compromiso con las complejidades del judaísmo nos mantiene conectados incluso cuando nos sentimos distantes de Él.

Al igual que el compromiso del matrimonio, el compromiso con las complejidades del judaísmo nos mantiene conectados incluso cuando con las idas y vueltas de la vida nos sentimos distantes de Él. Con ese compromiso, siempre hay algo a lo que volver.

¿Funciona?

Un pariente mío estaba en un aeropuerto y alguien le preguntó por qué los judíos usan esa “gorrita” en la cabeza. Él le explicó que usar algo sobre la cabeza te ayuda a tomar conciencia de que hay Alguien sobre nosotros y que esa conciencia influye a su vez en nuestras acciones. El hombre pensó por un minuto y luego le preguntó: “¿Funciona?”.

¿Funciona? ¿Nos sumerge este marco de detalles en una relación cercana y apasionada con Dios? ¿Realmente nos cambia?

La verdad es que, dado que los seres humanos somos seres dinámicos, nuestros sentimientos de conexión fluctúan. En ocasiones sentimos a Dios como una presencia sólida en nuestras vidas, mientras que otras veces nos preguntamos dónde está. En ocasiones sentimos que el judaísmo es importante y que está lleno de significado, mientras que otras veces preferiríamos salirnos de miles de años de carga y dejarlo todo atrás.

Pero al darnos los 613 mandamientos, Dios nos estaba pidiendo que tengamos una relación con Él y que nos convirtamos en la clase de persona que puede tener una relación con Él. No sólo nos quiere los domingos. No sólo nos quiere cuando estamos de ánimo. Nos sacó de Egipto y nos trajo al Monte Sinaí porque quiere que estemos siempre con Él, en una relación de amor en la que nuestra cercanía a Él se refleja en todas nuestras acciones.

Probablemente la respuesta al hombre del aeropuerto sea que sí, sí funciona. A pesar de los altibajos, es la totalidad continua de este marco lo que nunca deja que nos desviemos mucho. Bajar los hermosos ideales a los aspectos más básicos de nuestras vidas es lo que hace que cobren vida.

En Pesaj celebramos la invitación que recibió una nación esclava, cuando Dios se nos acercó y nos invitó a formar una relación de compromiso. Los miles de detalles que rodean tantas de nuestras acciones se vuelven las cadenas que, en lugar de ahorcarnos, nos unen a Dios en un amor eterno.

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