¿Qué es el amor?

07/11/2022

5 min de lectura

Mucha gente cree que el amor es una sensación que se genera mágicamente cuando la media naranja aparece.

Hace unos años hablé frente a un grupo de estudiantes de secundaria sobre la idea del "amor" en el judaísmo.

—Quiero que alguno de ustedes defina lo que es el amor —dije.

No hubo respuesta.

—¿Nadie quiere intentarlo? —pregunté.

Tampoco hubo respuesta.

—Está bien. Yo lo voy a definir y ustedes levanten la mano si están de acuerdo, okay?

Todos asintieron con la cabeza.

—Bueno. Amor es ese sentimiento que tienes cuando conoces a la persona correcta.

Todas las manos se levantaron. Y yo pensé: "Ouch".

Esa es la manera en que mucha gente aborda una relación. Consciente o inconscientemente, creen que el amor es una sensación (basada en algo físico o emocional) que se genera mágicamente, espontáneamente cuando aparece tu "media naranja". Y así de fácil, puede desvanecerse espontáneamente cuando la magia "ya no esté allí”. Te enamoras, y después te desenamoras.

La clave es la pasividad. Erich Fromm, en su famoso tratado “El arte de amar”, destacó la triste consecuencia de este error de concepción: “Es muy difícil encontrar una actividad, un emprendimiento, que comienza con esperanzas y expectativas tan tremendas, y sin embargo fracasa tan regularmente, como el amor”. (Eso era en 1956, seguramente hoy hubiese sido mucho más pesimista).

Entonces, ¿Qué es el amor? ¿Cómo definirías al amor real y duradero?

El amor es el cariño que resulta de apreciar profundamente lo bueno de otra persona.

El amor es el cariño que resulta de apreciar profundamente lo bueno de otra persona.

La palabra “bueno” puede sorprenderte. Después de todo, la mayoría de las historias de amor no tienen como protagonista a una pareja extasiada por la ética del otro (“¡Estoy cautivada por tus valores!”, le dijo él a ella apasionadamente. “¡Y yo nunca conocí un hombre con una moral tan alta!”, ella respondió). Pero en su estudio de matrimonios exitosos de la vida real, (The Good Marriage: How and Why Love Lasts), Judith Wallerstein dice que “en esas parejas, el valor que uno de los integrantes le dio a las cualidades morales del otro, fue un hallazgo inesperado”.

Para la mente judía, esto no es nada inesperado. Lo que más valoramos en nosotros es también lo que más valoramos en los demás. Dios nos creó para que nos veamos a nosotros mismos como "buenos" (por eso necesitamos racionalizar o arrepentirnos de nuestros errores). Y así también, buscamos lo bueno en los demás. El físico, una personalidad atrayente, inteligencia y talento (todos los cuales sirven para algo) pueden atraerte, pero la bondad es lo que te mueve hacia el amor verdadero.

El amor es una elección

Si el amor proviene de apreciar lo bueno, entonces, no es algo que simplemente ocurre, tú puedes hacer que ocurra. El amor es activo. Puedes crearlo. Sólo debes enfocarte en lo bueno de otra persona (y todos tienen algo). Si puedes hacerlo fácilmente, entonces amarás fácilmente.

Una vez estaba en un concierto en un espacio íntimo, para pocas personas, en el cual el artista, una persona profundamente espiritual, miró cálidamente a su audiencia y dijo: “Quiero que sepan, los amo a todos”. Yo sonreí irónicamente y pensé: “Sí. Seguro”. Mirando ahora hacia atrás, me doy cuenta de que mi cinismo estaba fuera de lugar. Este hombre veía naturalmente lo bueno en los demás, y el que hayamos estado ahí decía lo suficiente de nosotros como para que él nos amara. El judaísmo realmente idealiza este amor universal e incondicional.

Por supuesto, hay una enorme distancia entre esto y el amor personal y profundo que se desarrolla con el pasar de los años, especialmente en el matrimonio. Pero ver lo bueno en el otro es el comienzo.

Susana aprendió sobre este fundamento del amor después de comprometerse con David. Cuando ella llamó a sus padres para darles la buena noticia, ellos estaban eufóricos. Al final de la conversación, su madre dijo: “Querida, quiero que sepas que te amamos, y que amamos a David”.

Susana no entendía bien. “Mamá”, ella dijo dudando, “Realmente aprecio tus sentimientos, pero, honestamente, ¿Cómo puedes amar a alguien que nunca has conocido?”.

Si te enfocas en lo bueno, puedes amar casi a cualquier persona.

“Estamos eligiendo amarlo”, su madre explicó, “porque el amor es una elección”.

No hay una mejor sabiduría que la madre de Susana podría haberle comunicado antes de su casamiento. Si te enfocas en lo bueno, puedes amar a casi cualquier persona.

Las acciones afectan nuestros sentimientos

Ahora que te sientes tan bien respecto a toda la humanidad, ¿Cómo puedes profundizar tu amor por alguien? La respuesta es muy simple. Por la manera en que Dios nos creó, las acciones afectan nuestros sentimientos. Por ejemplo, si quieres ser más compasivo, tener pensamientos compasivos puede ser un buen comienzo, pero dar tzedaká (caridad) te dará el mejor resultado. De la misma manera, la mejor manera de sentir amor es amando, y eso significa dar.

Mientras la mayoría de la gente cree que "el amor lleva a dar", la verdad (como Rav Dessler escribe en su famoso discurso sobre dar y amor) es exactamente lo opuesto: "el dar lleva a amar".

¿Qué es dar? Cuando un mecánico le anuncia entusiastamente a su mujer (a quien no le interesa en absoluto la mecánica): “¡Querida, mira lo que te compré para tu cumpleaños, una caja de herramientas!”, eso no es dar. Tampoco lo es un padre forzando a su hijo a tomar lecciones de violín porque él mismo soñaba con ser un virtuoso en eso.

El dar verdadero, como lo señala Erich Fromm, está orientado hacia el otro, y requiere cuatro elementos. El primero es el interés, demostrando activamente preocupación por la vida y el crecimiento del receptor. El segundo es responsabilidad, respondiendo a sus necesidades, las que exprese y las que no (particularmente, en una relación adulta, necesidades emocionales). El tercero es respeto, “la habilidad de ver una persona como lo que es”. Estos tres componentes dependen de un cuarto, conocimiento. Sólo puedes interesarte por otra persona, ser responsable por ella y respetarla, en la medida en que la conoces.

Abriéndote a otros

El efecto del dar genuino orientado hacia los demás es profundo. Te permite ingresar al mundo de la otra persona y te posibilita percibir lo bueno de ella. Al mismo tiempo, implica invertir tiempo en la otra persona, permitiendo que la ames como a ti mismo.

Cuanto más das, más amas.

Hace muchos años, conocí a una mujer que me resultaba muy poco placentera. Entonces decidí tratar con la teoría de “dar lleva a amar”. Un día la invité a cenar. Pocos días después me ofrecí a ayudarla con un problema personal. En otra ocasión leí algo que ella había escrito y luego le comenté acerca de su trabajo y la alabé. Hoy tenemos una cálida relación. Cuanto más das, más amas. es por esto que tus padres (quienes te han dado más de lo que alguna vez sabrás) te aman indudablemente más de lo que tú los amas a ellos, y tú amarás a tus propios hijos más de lo que ellos te amarán a ti.

Porque el amor profundo e íntimo emana del conocimiento y del dar, no aparece del día a la noche sino con el tiempo, lo que casi siempre significa después del matrimonio. La intensidad que muchas parejas sienten antes de casarse usualmente es mucho cariño impulsado por cosas en común, química y anticipación. Éstas pueden ser las semillas del amor, pero no son los brotes. En el día de la boda, las emociones están a flor de piel, pero el amor verdadero debería estar en su punto más bajo, porque con esperanza siempre estará creciendo, a medida que el marido y la mujer den más y más el uno al otro.

Una mujer que una vez conocí explicó por qué ella ha estado casada felizmente por 25 años. “Una relación tiene sus altos y bajos”, ella me dijo. “Los bajos pueden ser realmente muy bajos, y cuando estás en uno, tienes tres opciones: irte, quedarte en un matrimonio sin amor, o elegir amar a tu pareja”.

La doctora Jill Murray, escribe que si alguien te trata mal mientras dice amarte, recuerda: “El amor es un comportamiento”. Una relación prospera cuando sus socios están comprometidos a comportarse con amor a través de dar incondicionalmente, no solamente diciendo: “Yo te amo”, sino demostrándolo.


Reimpreso con permiso de “Head to Heart” por Gila Manolson. Publicado por: Targum Press, Inc.

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