En búsqueda de un hombre de verdad

3 min de lectura

Para todas las mujeres que buscan casarse con un hombre viril.

Es parte de la naturaleza de ser soltera: pasar incontables horas hablando sobre el amor de tu vida quien, en la práctica, se rehúsa a existir.

De todos modos, me quedé perpleja cuando una de mis amigas describió el tipo de marido que soñaba encontrar.

―Quiero un Hombre ―dijo suspirando. Se podía escuchar la H mayúscula.

―Mmm, sí, todas queremos eso.

Mi abuela suele decir: “Sólo encárgate de encontrar un mensch” (la palabra en idish para ‘caballero’). Como si lo único que hiciera falta fuera poner un gusano en un anzuelo.

―No, me refiero a que quiero un hombre de verdad. Un hombre viril.

Ahora si que no entendía de qué estaba hablando.

―¡Tú sabes! ―continuó como si hubiera sido obvio―. Un muchacho con un poco de pelo en su pecho.

Primero que nada… ¡que asco!

¿Cuál es la definición de hombre?

Y segundo, yo estudié biología en la universidad. ¿Desde cuándo un cromosoma Y no es suficiente para clasificar a un macho como hombre? ¿Qué medidas objetivas y cuantificables hay para medir la virilidad? ¿Bajo qué criterio uno está calificado para escribir “Soy un hombre” en su currículum?

En mi investigación para identificar quién es un hombre viril, he descubierto varios tipos diferentes de machos:

  • El hombre rudo: José es un hombre judío a quien todos conocen como La bestia. Es dueño de un campo de tiro, tiene más de diez tatuajes y modifica sus propias motocicletas. Ah, también estableció un museo militar.

  • El hombre caballeroso: Ricardo es la encarnación de un personaje de telenovela. Es un dandi clásico: utiliza un sombrero, y se lo saca en señal de respeto por toda mujer que ve. No se ve raro; en él se ve natural.

  • El hombre sustentador: El Dr. A es un cirujano ortopédico. El Dr. A tiene una dentadura perfecta. Su esposa nunca trabajó en su vida. Sus hijos parecieran estar eternamente impecables y limpios. Y siempre, siempre, hay alguien trabajando en su jardín.

Y también hay otros tipos de hombres: sensible, juguetón, preguntón, brillante y muchos más. Pero ninguno de ellos es el “hombre por excelencia”.

Entonces, ¿quién ejemplifica a un verdadero hombre?

Moshé.

Sí, el de la Biblia. Él sí que tenía logros. No sólo sacó a todo un pueblo de la esclavitud y recibió los 10 mandamientos (nada menos que dos veces), sino que Dios le hablaba con frecuencia.

¿Pero sabes cuál es la característica más interesante de Moshé? Era viril.

La humanidad fue creada con la capacidad para pensar. Con un sentido del bien y del mal. Con el poder de ir más allá de los deseos e impulsos animales. Sólo un hombre tiene la capacidad para seguir su instinto moral y sus creencias elevadas para superar los límites de sus instintos egoístas.

Esto es lo que convierte a alguien en un ser humano. Esto es lo que hace que un hombre sea un Hombre con H mayúscula.

Hubo una ocasión en la que Moshé salió de su gran palacio y vio algo horrendo: un capataz egipcio golpeando sin piedad a uno de sus hermanos hebreos hasta casi matarlo.

Moshé miró hacia la derecha. Miró hacia la izquierda. No vio a ningún hombre.

Mató al egipcio y enterró su cuerpo en la arena.

Y la señora justicia festejó.

Los sabios judíos explican que había muchas personas a la derecha y a la izquierda de Moshé. Muchas personas miraban horrorizadas, pero ninguno fue lo suficientemente hombre para defender lo correcto.

Saber la diferencia entre lo bueno y lo malo es una cosa; pero tener el coraje de pararse solo frente a la adversidad es otro tema, para eso hace falta fuerza. Para eso hace falta ser un Hombre, con H mayúscula.

Entonces, ¿quieres encontrar un hombre viril? ¿Un hombre verdadero?

Encuentra al chico que delata al matón de la escuela. Encuentra al chico que levanta la basura del piso (después de que cien personas pasaron por el lado y no la levantaron). Encuentra al padre que deja de ganar cien dólares extra para poder leerles historias a sus hijos por las noches. Encuentra a la persona que perdona con facilidad.

Encuentra al hombre que puede escuchar una opinión opuesta a la propia y permanecer en calma.

¿Quieres un hombre?

Quédate con los pelos en el pecho; yo buscaré un mensch.

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