Llamada de atención

6 min de lectura

Vaetjanán (Deuteronomio 3:23-7:11 )

La parashá de esta semana habla mucho acerca de la relación más valiosa que existe – la relación entre padre e hijo.

A pesar de que debemos tratar a todas las personas con respeto y con amabilidad, Dios especialmente nos ordenó "honra a tu padre y a tu madre... y será bueno para ti".

Este es el quinto de los famosos "Diez Mandamientos" que Dios nos dio en el Monte Sinai.

Nuestros padres nos trajeron al mundo, ellos trabajaron muy duro para cuidarnos y para darnos lo que necesitábamos. (¡Sólo espera a convertirte en padre y entenderás de lo que estamos hablando!). Pero no sólo esto, nuestros padres tienen la importante tarea de guiarnos y de enseñarnos los valores adecuados, para que sepamos distinguir entre el bien y el mal. La Torá le dice a los padres: "Y deberás educar a tus hijos para bien..."

La cariñosa orientación que recibimos de nuestros padres se quedará con nosotros el resto de nuestra vida y nos ayudará a tener éxito frente a cualquier situación que pueda llegar a presentarse. Cuando los padres y los hijos se concentran en el único y sorprendente papel que cada uno de ellos desempeña en la vida del otro, nunca se darán por sentado.

En nuestra historia, una crisis ayuda a que un niño y sus padres recuerden lo especiales que son los unos para los otros.

"Llamada de atención"

"Ezequiel, no te olvides de llevar tu casco". Ezequiel escuchó la voz de su madre como un eco lejano mientras cruzaba la puerta velozmente para dirigirse a la pista de patinaje más cercana, en el Parque Independencia.

"Uuuh", exclamó en el momento. Pero más tarde, cuando llegó al parque y ató sus patines, dejó su casco tirado en el banco y se incorporó a la pista.

La pista estaba increíble aquel día. Ezequiel logró fácilmente hacer saltos y giros que había luchado durante semanas para aprender. En el fondo, Ezequiel sabía que debería haber escuchado a su madre y que se debería haber puesto el casco, pero era un día increíble y sería una lástima tener que interrumpir su buena racha para ponérselo.

De repente notó algo que se acercaba velozmente en su dirección. "¡Hey, este chico va en dirección contraria!", exclamó, mientras trataba desesperadamente de esquivar al niño que se había cruzado en su camino. Ezequiel sintió sus pies deslizándose por debajo de él y eso fue lo último que recuerda antes de que todo se volviera negro.

Cuando abrió sus ojos, se encontró a sí mismo en una extraña habitación blanca. Su cabeza realmente le dolía mucho y era difícil para él enfocar claramente con sus ojos.

Ezequiel comenzó a entrar en pánico. "¿Dónde estoy?", pensó. Estaba a punto de llorar cuando de pronto vio un par de rostros familiares. ¡Eran su madre y su padre! ¡Él nunca había estado tan contento de verlos en toda su vida!

Ambos parecían muy preocupados y su madre parecía haber estado llorando.

"Ezequiel, ¿me escuchas?", preguntó su padre con una voz ronca pero esperanzadora.

El muchacho trató de sentarse, pero estaba demasiado mareado. "Sí, papá", respondió débilmente con un ligero movimiento de la cabeza.

Su padre y su madre sonrieron alegremente con la sonrisa más grande que él había visto. Se miraron mutuamente. "Gracias a Dios", escuchó a su madre suspirar.

Los padres de Ezequiel le explicaron que había sufrido un accidente, que se había lastimado gravemente su cabeza en la pista de patinaje, y que ellos habían permanecido en su cama de hospital durante dos días hasta que por fin ahora despertó.

Recién entonces, el médico entró y examinó al muchacho. Todo el mundo sintió un alivio cuando él anunció felizmente que parecía que iba a estar bien.

Después que el médico salió de la habitación, Ezequiel logró sentarse con dificultad. "¿Realmente estuvieron aquí durante dos días seguidos?", le preguntó a su papá.

"Por supuesto. Incluso hemos dormido aquí en los sillones al lado de tu cama", respondió su padre.

"¿Pero qué ocurrió con tu tienda, y con las clases de mamá?", preguntó el muchacho.

Sus padres por lo general estaban muy ocupados. Ezequiel no recordaba la última vez que su padre había tomado un día libre fuera del trabajo.

Sus padres sonrieron. "Ezequiel, tú eres mucho más importante para nosotros que cualquiera otra cosa. "Teníamos que estar aquí para ti", explicó su mamá.

Los tres se sentaron durante un momento sin hablar, sólo el constante "bip" del monitor que estaba conectado al niño rompía el silencio.

Después de un momento Ezequiel levantó sus ojos llenos de lágrimas. "Lo siento, no te hice caso cuando me dijiste que utilizara mi casco", dijo mirando a su madre. "Pero he aprendido mi lección. A partir de ahora voy a hacer todo lo que me digas".

Sus padres asintieron. El Sr. Salomón se acercó a su hijo. "Ezequiel", dijo, "lo más importante ahora es que estás bien. Tu madre y yo te amamos, y sólo te decimos lo que consideramos que es mejor para ti. Tú eres nuestro hijo y eres lo más valioso para nosotros".

Ezequiel sonrió. Su cabeza aún le dolía, pero su corazón se sentía muy bien, porque se dio cuenta de lo mucho que sus padres se preocupaban por él.

De 3 a 5 años

P. ¿Cómo se sintió Ezequiel cuando se despertó en el hospital?
R. Él se sintió solo y asustado y no sabía lo que había sucedido.

P. ¿Y cómo se sintió después, cuando vio a sus padres y se enteró de que ellos se habían quedado todo el tiempo con él?
R. Él se sintió, mucho, mucho mejor. Él sabía que sus padres lo amaban y que harían todo lo posible para ayudarlo.

De 6 a 9 años

P. ¿Crees tú que los padres siguen amando a sus hijos aún cuando los niños hacen algo realmente malo? ¿Por qué sí o por qué no?
R. Los padres sienten algo muy especial por sus hijos. Si los niños se hacen daño a sí mismos o a otros, como en nuestra historia, esto les duele mucho a los padres. Dios les dio a los padres la responsabilidad de orientar a sus hijos y de enseñarles el buen camino. Por lo tanto, a veces los padres no tienen más remedio que reprenderlos o castigarlos para ayudarles a crecer de la manera correcta. Pero el amor que sienten por sus hijos nunca se va, no importa qué ocurra.

P. ¿De qué manera los niños pueden demostrar agradecimiento a sus padres por su amor y cuidado?
R. La manera más sencilla es simplemente decir lo que sentimos. Los padres se sienten muy bien cuando saben que los apreciamos. Además, podemos tratarlos con respeto, hablándoles educadamente y obedeciendo. También, cualquier otra forma que se nos ocurra para hacerles saber que son especiales para nosotros – por ejemplo, con pequeñas notas, mensajitos, o regalos, etc. – son también muy buenas opciones.

10 años y más

P. ¿Crees tú que el muchacho en la historia estaba obligado a usar el casco sólo porque su madre se lo pidió? ¿Por qué sí o por qué no?
R. A los niños les gusta sentir que están tomando sus propias decisiones. Este es un sentimiento sano ya que Dios quiere que cada uno de nosotros se convierta en un adulto independiente y responsable. Sin embargo, un niño se beneficiará mucho escuchando a sus padres. Sus padres se preocupan profundamente por él y quieren hacer lo que puedan para ayudarlo a tener éxito y alcanzar la felicidad. Ellos lo conocen muy bien desde su nacimiento y se encuentran en la posición ideal para asesorarlo y ayudarlo a aprovechar las oportunidades y evitar los obstáculos que incluso él mismo puede no prever. Ezequiel debería haber sabido que el consejo de su madre era por su propio bien, o por lo menos debería haber obedecido, ya que ella no le estaba pidiendo algo irrazonable. En general, los niños deben tratar de obedecer a sus padres cada vez que sea posible.

P. ¿Cómo educarías a tus hijos si es que fueras padre? ¿Qué cosas consideras importantes para enseñarles?
R. Por supuesto, cada uno es diferente, pero en general la Torá considera que la transmisión de buenos valores es el trabajo más importante de los padres. Cuando los padres guían a sus hijos y estos se conviertan en personas amables, sensibles y responsables que saben distinguir lo correcto de lo erróneo y que no tienen miedo de defender sus valores, entonces hicieron un gran trabajo educando a sus hijos.

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