El año sabático revela quién fue el autor de la Torá

3 min de lectura

Behar (Levítico 25:1-26:2 )

Ideas de la parashá inspiradas en las enseñanzas de Rav Yaakov Weinberg zt''l.

Vivir rutinariamente es un error. Vivir de forma mecánica, como robots, contradice el crecimiento espiritual. Tenemos que saber por qué somos judíos y por qué creemos lo que creemos.

Cada tanto, es importante dedicar tiempo y esfuerzo a comprender y cementar nuestra creencia en la Torá y en el judaísmo. La parashat Behar nos brinda esa oportunidad.

Al comienzo de la parashat dice:

Dios le habló a Moshé en el Monte Sinaí, diciendo… (Levítico 25:1)

A continuación, la Torá describe las leyes de shemitá: dejar descansar la tierra durante el año sabático. Rashi formula allí la pregunta obvia: por lo general, cuando Dios introduce un grupo de leyes dice que Él le habló a Moshé, pero no se menciona dónde lo escuchó Moshé. ¿Por qué este versículo dice que Dios le habló a Moshé en el Monte Sinaí? Además, ¿no fueron todas las leyes declaradas en el Monte Sinaí?

Rashi responde que esta forma especial de escritura nos enseña que, así como todas las leyes del año sabático fueron dichas en el Monte Sinaí, también lo fueron el resto de las leyes de la Torá y todos sus detalles.

La pregunta se mantiene, sólo que con otro enfoque: ¿Por qué fueron elegidas las leyes de shemitá para enseñarnos esta idea? ¿Por qué no eligió Dios otra mitzvá para transmitirnos esta enseñanza?

La respuesta nos lleva a una discusión sumamente importante: ¿por qué debemos creer que Dios es el autor de la Torá y que la entregó a Israel en el Monte Sinaí? Las leyes de shemitá muestran claramente que un ser humano no pudo haber inventado el judaísmo ni pudo haber escrito la Torá.

Las leyes de shemitá parecen ser irracionales y señalan su origen Divino. ¿Acaso un ser humano escribiría leyes imposibles de aceptar y observar? Las leyes de shemitá obligan al pueblo judío a abandonar toda labor agrícola durante el séptimo año (ver Vaikrá 25:1-24). Cada 50 años, hay un año llamado Iovel, Jubileo, en el que tampoco se puede trabajar la tierra. Esto significa que tanto en el año 49 como en el 50 está completamente prohibida toda labor agrícola.

¿Por que escribiría un ser humano una ley tan ridícula? Es como ordenarles a las personas que se mueran de hambre cada siete años.

Sin embargo, el autor de la Torá va todavía más lejos. El pueblo se sentiría molesto y preocupado al oír esas leyes. Preguntarían: ¿cómo sobreviviremos en el séptimo año? (ver 25:20). En consecuencia, el autor dio una garantía especial: prometió que en el sexto año el pueblo recibirá la bendición especial de una cosecha doble (25:21), que será suficiente tanto para el sexto como para el séptimo año.

¿Acaso un ser humano hubiera podido garantizar algo así? ¡La primera vez que el sexto año no tuviera una cosecha doble, el pueblo vería que es una mentira! Comprenderían que el autor de la Torá no pudo ser Dios sino que fue inventada por un ser humano. Si la Torá es un invento humano, ¿por qué disponer una ley que tiene el potencial de destruir su elucubrada religión? ¿Hay alguna ley similar a esta en otra religión, que la pone en riesgo de exponerse a la falsedad y el absurdo? Sólo Dios pudo ser el autor de las leyes de shemitá.

Hay otra ley que prueba que sólo Dios y no un ser humano pudo haber escrito la Torá. Tres veces al año, se les ordena a TODOS los hombres adultos judíos viajar al Templo en Jerusalem. Esta ley se llama shalosh regalim, el peregrinaje de las tres festividades.

Esto abría las puertas a un fenómeno aterrador. Los moabitas estaban esperando al otro lado de las fronteras para aniquilar a la nación judía. Los amonitas, los filisteos y los amalequitas también esperaban su oportunidad para invadir Israel. ¿Es racional obligar a todos los hombres a abandonar sus hogares al mismo tiempo, y dejar expuestas las ciudades a la posibilidad de la destrucción total en manos de los enemigos?

El autor de la Torá dice que el pueblo no debe preocuparse. Él garantiza que mientras estén en Jerusalem nada le ocurrirá a sus hogares, a sus cosechas, a sus animales ni a todas sus posesiones (ver Shemot 34:24). ¿Qué ser humano podría dar semejante garantía? Después del primer ataque enemigo se acababa esa ley y probablemente toda la religión. ¿Por qué crearía un autor humano una ley que entregara a los judíos en manos de sus enemigos?

Pero si Dios escribió esa ley, tiene sentido. Él puede garantizar que los enemigos no vendrán a destruirnos.

¿Acaso una persona razonable, a través de su entendimiento, puede creer que un ser humano escribió las leyes del año sabático y el peregrinaje de las tres festividades? Estas leyes sólo pueden entenderse si Dios es el autor de la Torá.

Los judíos afirman desde hace 3000 años que Dios se reveló en el Monte Sinaí y les entregó la Torá. Un estudio honesto revela muchos factores que indican la clara viabilidad de esta creencia tradicional. La explicación de las leyes presentadas en este ensayo son algunos de esos factores.

Cuando elegimos creer que la Torá es la verdad, no damos un salto de fe. Nuestra creencia en la autoría Divina de la Torá es racional. Sólo necesitamos investigar y veremos por qué las afirmaciones del judaísmo son realmente únicas y convincentes.

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