El valor de la vida

6 min de lectura

Matot (Números 30:2-32:42 )

Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

Uno de los principales incidentes de la parashá es la guerra entre el pueblo judío y los midianitas. En medio de la batalla, los judíos se encontraron con su gran enemigo, Bilam, quien estaba allí para recibir su paga por haber causado que los judíos pecaran en Baal Peor. La Torá nos dice que “…a Bilam hijo de Peor lo mataron con la espada” (1).

Pareciera ser que la muerte de Bilam fue un castigo por haber intentado dañar al pueblo judío en el desierto. Sin embargo, el Talmud cita un crimen anterior para explicar su muerte prematura:

Tres personas estuvieron en el consejo [de cómo Paró debería tratar al pueblo judío]: Bilam, Iov e Itró. Bilam aconsejó [dañarlos] y fue asesinado, Iov permaneció en silencio y fue juzgado con sufrimiento; Itró escapó y ameritó que sus descendientes se sentaran en la Cámara de las piedras talladas en el Templo” (2).

Bilam fue castigado con la muerte a manos del pueblo judío por el malvado consejo que le había dado a Paró muchos años antes.

Rav Jaim Shmulevitz señala que esta explicación presenta una gran dificultad: es claro que Bilam merecía un castigo muy superior al de Iov, porque Iov no cometió ningún crimen de forma activa, sino que sólo permaneció en silencio. Sin embargo, pareciera que el castigo de Iov fue mucho más grande que el de Bilam: mientras que Bilam sufrió una muerte rápida, Iov tuvo que tolerar sufrimientos que ninguna otra persona ha experimentado. ¿Cómo se puede entender esto?

Rav Shmulevitz responde que la vida es el regalo más grande que existe y que cualquier dolor —sin importar cuán duro sea— es infinitamente mejor que la muerte. Por lo tanto, el castigo de Bilam efectivamente fue mucho más severo que el de Iov, porque Iov tuvo el regalo de la vida mientras que Bilam la perdió por siempre.

Rav Leib Chasman ofrece una excelente analogía para ayudarnos a entender esta idea: imagina que un hombre gana la lotería y, en ese mismo momento, se le rompe una jarra de vidrio. ¿Acaso esta pequeña inconveniencia afectaría su gran alegría? La felicidad que siente por haber ganado la lotería anula todo sentimiento de dolor que le genere la vida cotidiana. De la misma forma, una persona debería tener esa actitud en la vida: su alegría por estar vivo debería hacer que todas las dificultades le parecieran absurdas; incluso sufrimientos tan grandes como los que vivió Iov no son nada en comparación al maravilloso regalo de la vida (3).

¿Por qué es tan preciado el regalo de la vida? La Mishná en Pirkei Avot nos ayuda a responder la pregunta:

Un momento de arrepentimiento y buenas acciones en el Olam Hazé (este mundo) vale más que toda la vida del Olam Habá (mundo venidero); y un momento de dicha espiritual en el Olam Habá es más valioso que toda la vida del Olam Hazé (4).

Esta Mishná parece contradecirse a sí misma: comienza diciendo que el Olam Hazé es incomparablemente mejor que el Olam Habá, ¡y termina diciendo lo opuesto!

Los comentaristas explican que las dos partes de la Mishná están enfocadas en aspectos diferentes. La segunda parte compara el placer que se puede obtener en cada mundo; en ese aspecto, el Olam Habá es infinitamente superior al Olam Hazé (no hay placer terrenal que pueda compararse a siquiera un momento en el Olam Habá). El placer en el Olam Habá es el placer de conectarse con Dios, la fuente de toda la creación; en comparación a éste, todos los demás placeres son insignificantes y pasajeros.

Por otro lado, la primera parte de la Mishná se enfoca en la capacidad para crear más conexión con Dios. En ese aspecto, el Olam Hazé es infinitamente superior, porque es el lugar en el cual tenemos libre albedrío, es decir, la capacidad para elegir acercarnos a Dios haciendo mitzvot. En el Olam Habá no hay oportunidades para aumentar la conexión con Él.

Ahora podemos entender por qué la vida es tan preciosa: cada momento es una invaluable oportunidad para obtener más cercanía a Dios, el placer máximo que nos acompañará por toda la eternidad en el Olam Habá. El Gaón de Vilna expresó el valor de este mundo en su lecho de muerte. Allí, sostuvo sus tzitzit y lloró, diciendo: “Cuán precioso es el Olam Hazé, en donde por unas pocas prutot (una muy pequeña cantidad de una moneda antigua) es posible obtener el mérito de la mitzvá de tzitzit y ver la Presencia Divina, mientras que en el Olam Habá es imposible ganarse nada” (5).

Esta idea queda demostrada por el Talmud en el tratado de Avodá Zará (6), donde nos cuenta sobre Elazar ben Durdaia, un pecador empedernido. En una ocasión, cuando estaba a punto de cometer un pecado terrible, le dijeron que incluso si se arrepintiera su teshuvá (arrepentimiento) jamás sería aceptada. Esta sentencia lo afectó tan profundamente que se arrepintió y murió en estado de perfecta teshuvá. En el momento en que su alma salía de él, un Bat Kol (una voz del cielo) se escuchó y dijo que Rav Elazar ben Durdaia estaba listo para ir al Olam Habá. El Talmud continúa diciendo que cuando Rav Yehuda HaNasí (conocido como Rebi) oyó esta historia, clamó: Están quienes se ganan el Olam Habá en muchos años y quienes se lo ganan en un solo instante”.

Los comentaristas se preguntan por qué Rebi estaba tan molesto con este incidente; él, una persona que se había esforzado durante muchos años en el Servicio Divino, seguramente estaba destinado a una porción mejor de Olam Habá que la de alguien que se había ganado el Olam Habá en sólo un instante de teshuvá.

Rav Noaj Weinberg responde en nombre de su padre que Rebi estaba llorando porque vio el poder de un momento en Olam Hazé: en tan sólo un momento, una persona puede ganar bendición infinita. Rebi estaba llorando por todo fracaso en utilizar cada momento de la mejor manera posible; cada momento es una oportunidad increíble para crear más Olam Habá.

El Jafetz Jaim aplica este concepto a la ley judía (7). Cita al Séfer HaJinuj que escribe que hay seis mitzvot cuyo cumplimiento debe ser constante (8) y que en todo segundo de vida la persona puede cumplirlas simplemente pensando en ellas. Consecuentemente, no hay límite para la recompensa por cumplir estas mitzvot.

Esta idea también ayuda a explicar por qué la ley judía está tan en contra de terminar con la vida de una persona de forma prematura, incluso si no puede vivir una vida normal. Rav Zev Leff señala que incluso una persona que está en coma puede ser capaz de cumplir muchas mitzvot mediante su pensamiento. Puede cumplir las mitzvot que sólo requieren pensamiento y, más aún, nuestros sabios nos enseñan que si una persona tiene el deseo de cumplir una mitzvá pero no puede hacerlo, igualmente recibe la recompensa como si la hubiese cumplido. Entonces, cada segundo de vida es una increíble oportunidad para crear más Olam Habá (9).

Vimos cómo un segundo de vida es infinitamente precioso. Pero sin embargo, solemos pensar que con unos minutos aquí y unos minutos allá es poco lo que se puede lograr. Le preguntaron una vez al gran líder rabínico de la comunidad judía de Hungría del siglo XIX, el Jatam Sofer, cómo se había convertido en un sabio tan grande, y él les respondió que lo había hecho “en cinco minutos”. A lo que se refería era que gracias a haber utilizado todo momento disponible había sido capaz de estudiar mucho más.

En una ocasión, Rav Moshé Feinstein tenía una gran sonrisa en su rostro. Cuando le preguntaron a qué se debía, él explicó que acababa de terminar el Talmud. Este logro no era algo nuevo para él; ya había terminado el Talmud docenas de veces, pero esta vez era diferente ya que lo había terminado utilizando los tiempos muertos en los eventos sociales. Estudiando consistentemente poco a poco, eventualmente llegó a terminar el Talmud. Hay personas que no pueden estudiar durante la mayoría del día, pero pueden usar pequeñas cantidades de tiempo para obtener logros sorprendentes en el estudio.

Hemos visto cuán preciado es el regalo de la vida y el gran valor que tiene cada momento de esta. La vida está llena de desafíos y hay ocasiones en que la persona puede sentirse desanimada, pero si recuerda que la vida misma es suficiente razón para estar alegre entonces podrá superar cualquier sentimiento negativo.

Cuando el Alter de Novardok comenzó a construir ieshivot no tuvo éxito. Construía ieshivot que colapsaban, organizaba grupos que se desintegraban. Además, sus oponentes lo atacaban a él y a su metodología. En esa época fue a Kelm y su rabino, el Alter de Kelm, advirtió que se veía triste y entendió a qué se debía. Ese motzei Shabat, cuando un grupo se reunió para escuchar su charla, se paró en el podio y permaneció silente por un tiempo muy, muy largo. Luego comenzó a golpear su mano sobre el atril y gritó: “Es suficiente para un ser vivo con estar vivo”. Repitió esas palabras una y otra vez, hasta que le dijo al grupo que era hora de rezar la plegaria vespertina. “Esa sesión”, dijo el Alter de Novardok, “disipó mi tristeza y aclaró mis pensamientos (10)”. El Alter de Kelm le enseñó al Alter de Novardok una lección invaluable: mientas haya vida, no hay de qué quejarse.


Notas:

(1) Matot 31:8.

(2) Sotá 11a.

(3) Sijot Musar, Parashat Shemot, Maamar 29, Osher HaJáim p.123.

(4) Pirkei Avot 4:22.

(5) Sijot Musar, p.125.

(6) Avodá Zará 17a.

(7) Óraj Jaim 1:1. Biur Halajá dibur hamatjil ’Hu Klal Gadol beTorá’.

(8) Sefer Hachinuch, Hakdama, Simanim 25, 26, 387, 417, 418, 432. Las mitzvot son: Saber que hay un Dios; no seguir a otros dioses; saber que Dios es uno; amar a Dios; temer a Dios; no ir tras el corazón y los ojos.

(9) Incluso si fuese imposible que una persona realizara alguna mitzvá ni siquiera con su pensamiento, de todas formas seguirán en pie todas las leyes referentes a salvar y terminar una vida (Óraj Jaim, Biur Halajá 329:2 dibur hamatjil ‘Ela lefí Shaá’.

(10) Zaitchik, Sparks of Mussar, pp. 145-6.

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