Escribiendo nuestro propio Séfer Torá

3 min de lectura

Vaiélej (Deuteronomio 31 )

Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

Y ahora escriban para ustedes este canto y enséñenlo a los Hijos de Israel…” (1)

Nuestros sabios nos enseñan que la canción a la que se refiere este versículo es toda la Torá y que todo judío fue comandado a escribir su propio Séfer Torá (2). La Guemará en Sanedrín nos enseña que incluso si una persona hereda el Séfer Torá de sus antepasados sigue teniendo que escribir uno propio (3).

Los comentaristas ofrecen muchas explicaciones para esa ley (4). El Ktav Sofer explica que esta mitzvá nos enseña que no alcanza con observar la Torá sólo porque nuestros padres nos acostumbraron a hacerlo (5), sino que debemos crear nuestra propia relación personal con Dios en base a un reconocimiento y a una apreciación genuina de la Torá. Escribir un Séfer Torá propio sin apoyarse en el de sus padres indica que la persona debe esforzarse para desarrollar su propio camino en el servicio Divino en lugar de seguir ciegamente el de sus progenitores.

El Ktav Sofer utiliza este principio para explicar otro dicho de nuestros sabios sobre la mitzvá de escribir un Séfer Torá. La Guemará en Menajot dice que quien escribe su propio Séfer Torá es considerado como si hubiera aceptado la Torá en el Monte Sinaí (6); el Ktav Sofer explica que hay tres niveles de personas que respetan la Torá: “Existen quienes lo hacen por amor, quienes lo hacen por temor y quienes sólo lo hacen porque están acostumbrados a hacerlo y el hábito se ha convertido en parte de su naturaleza”. Explica que dado que una persona que está en la tercera categoría no respetaría la Torá si no fuera por el hábito, entonces es lógico decir que si hubiese estado en el Monte Sinaí no hubiese querido aceptar la Torá. En contraste, si una persona decide escribir su propio Séfer Torá sin apoyarse en el de sus padres, con esto está demostrando que está dispuesta a aceptar la Torá por decisión propia y no porque fue criada para hacerlo. Si esta persona hubiera estado en el Monte Sinaí hubiera aceptado la Torá sin necesitar que nadie la forzara a hacerlo, por lo que nuestros sabios dicen que quien escribe su propio Séfer Torá es como si él mismo hubiera recibido la Torá.

Las lecciones de esta mitzvá son muy relevantes en esta época del año. Un elemento esencial de la teshuvá (arrepentimiento) genuina es el deseo de desarrollar una relación con Dios y eliminar los pecados que dañan esa conexión. Para hacer esto es vital que una persona fortalezca su fe y recuerde cuál es la razón por la que respeta las mitzvot. Puede que durante todo el año la persona intente observar la Torá, pero de todas formas hay un peligro constante de que caiga en la trampa del hábito y pierda de vista por qué lo está haciendo.

Hay otra lección clave que podemos aprender de la explicación del Ktav Sofer. No es suficiente que un niño imite el servicio Divino de sus padres, sino que debe crear su propia y especial relación con Dios, desarrollando al máximo sus propios rasgos y talentos. Al mismo tiempo, la mitzvá le exige escribir el mismo Séfer Torá que escribieron sus antepasados, lo cual nos enseña que el grado de innovación que es permitido no puede ir más allá de los límites de la Torá que heredó de sus padres.

Todos los judíos nacen dentro de una línea de tradición que se origina en Abraham; estamos obligados a adherirnos fielmente a las instrucciones y actitudes que recibimos de ella. Una persona no puede decidir su propio sistema de valores o estilo de vida, sino que hay una tradición que le muestra cómo tiene que vivir. Pero al mismo tiempo, esto no significa que cada persona de la cadena de la tradición sea idéntica a las demás en todos los aspectos; hay muchas formas en las que puede expresarse la individualidad sin dejar de cumplir con la tradición.

Esta idea también es muy relevante en los días de las Altas Fiestas, en los cuales no sólo somos juzgados por nuestra observancia de mitzvot sino también respecto al cumplimiento de nuestra misión en la vida. Esta idea aparece expresada en las plegarias de esos días, en las que decimos que somos juzgados maasé ish upekudató (las acciones del hombre y su propósito). Maasé ish se refiere a la observancia de las mitzvot; ¿qué significa upekudató? Rav Shraga Feivel Mendlowitz explica que se refiere al tafkid (propósito) de la persona (7). Somos juzgados respecto a cuánto aprovechamos nuestros talentos; no alcanza con imitar el estilo de vida de nuestros antepasados, sino que debemos esforzarnos para encontrar nuestro propio nicho en el servicio Divino.

Los Diez Días de Arrepentimiento son una excelente época para pensar en el propósito y dirección de nuestra vida. Quiera Dios que ameritemos liberarnos de la rutina, revigorizar nuestro servicio divino y concretar nuestro potencial individual.


Notas:

(1) Vaiélej 31:19.

(2) Los poskim discuten respecto a si una mujer está obligada en esta mitzvá o no.

(3) Sanedrín 21b.

(4) Ver Séfer Hajinuj y Darkei Musar en Parashat Vaiélej.

(5) Ktav Sofer Al HaTorá, Vaiélej 31:19.

(6) Menajot 30a.

(7) Oído de Rav Isajar Frand shlita.

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