La libertad de la Torá

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Nasó (Números 4:21-7:89 )

Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

La parashá de esta semana habla sobre la mitzvá de nezirut: cuando una persona hace un juramento de abstenerse del vino, evitar tener contacto con cadáveres y dejarse crecer el cabello (1).

El autor del libro Torat Abraham, Rav Abraham Grodzinki (2), habla sobre muchas dificultades que hay respecto a la situación espiritual del nazir. Comenta por ejemplo que en un punto la Torá lo describe como "santo" por privarse el placer físico (3), pero poco después, durante la descripción de los sacrificios que éste debía llevar, la Torá nos dice que él debía llevar una ofrenda de pecado para expiar por una transgresión específica que había cometido. ¿Cuál había sido dicha transgresión? Rashi trae la opinión de Rabí Elazar HaKapa, quien dice que su pecado fue haberse causado dolor por privarse del disfrute de beber vino (4). Vemos por lo tanto que hay una gran contradicción sobre si el nazir estaba haciendo una gran mitzvá o estaba en realidad cometiendo un pecado.

El Torat Abraham responde que el nazir estaba haciendo lo correcto ya que se trata de una persona que sentía una tendencia nociva hacia el placer físico y que, por lo tanto, consideró necesario dar el drástico paso de hacer un juramento de nezirut. Sin embargo, hay un elemento de pecado en su acción que requería expiación.

El Torat Abraham continúa diciendo que Dios creó al hombre con un cuerpo y un alma y que por lo tanto está mal que el hombre reniegue por completo de su cuerpo. La tarea del hombre en este mundo es vivir en el mundo físico y elevarlo. El nazir siente que no puede elevar el mundo sin abstenerse del vino y hace bien en privárselo; el problema es que con esto le causa una gran incomodidad a su cuerpo ya que este tiene un cierto nivel de apego al mundo físico y siente dolor al privarse de los placeres que dicho mundo tiene para ofrecer.

Consecuentemente, el nazir es considerado sagrado por someterse a semejante proceso de purificación, pero al mismo tiempo tiene que llevar una ofrenda de pecado por causarle dolor a su cuerpo (5).

Habiendo explicado la dualidad en el acto de nezirut, el Torat Abraham presenta una nueva dificultad: él cita al Rambán al principio de parashat Kedoshim, quien escribe que es insuficiente observar las mitzvot si uno vive una vida llena de indulgencias, ya que la Torá nos exige que seamos santos. Para cumplir esa mitzvá, el Rambán dice que la persona debe abstenerse de placeres físicos e incluso equipara al hombre santo con el nazir, quien es descrito como un ser santo por abstenerse del vino. Sin embargo, el Rambán no hace ninguna alusión a un pecado por la abstención de los placeres físicos, a pesar de que pareciera que dicha abstención le genera dolor al cuerpo santo del hombre.

El Torat Abraham dice que este Rambán está hablando en realidad del nivel de un talmid jajam, una persona que se esfuerza para alejarse de los lujos de este mundo. Pero esto despierta una pregunta obvia: ¿cuál es la diferencia entre el nazir, quien pecó por abstenerse del vino, y el talmid jajam, quien no comete ningún pecado al someterse a un proceso similar?

La respuesta es que hay una diferencia fundamental entre la separación del mundo físico que realiza el nazir y la que realiza el talmid jajam. El nazir tiene un fuerte impulso físico hacia los placeres más básicos —como el vino—, le resulta doloroso separarse de ellos y, por causarse dolor, es considerado un pecador.

En contraste, el talmid jajam no siente dolor al evitar una autocomplacencia física, ya que él no está atado a sus deseos físicos. Él tiene un reconocimiento tan grande de la fútil y pasajera naturaleza de los placeres físicos que no le resulta difícil abstenerse de ellos. Por lo tanto, a pesar de que el nazir necesita expiación por causarse dolor a sí mismo, el talmid jajam no está cometiendo ningún pecado al realizar dicha separación.

Podemos aprender de aquí un principio fundamental: la forma ideal de separarse de los placeres físicos no debería involucrar un proceso doloroso de privación, sino que debería emanar de un entendimiento natural de la futilidad de la gratificación física.

Esto es muy diferente al entendimiento común sobre cómo reducir el apego a la materialidad. Este contraste se hace más evidente en los comunes intentos de la gente para perder peso por medio de intensas dietas, la cuales casi siempre fallan ya que involucran el doloroso proceso de privación que es imposible de sostener en el tiempo. Quien se somete a la dieta no se libera del deseo de las comidas sabrosas sino que, por el contrario, su anhelo por ellas aumenta.

En contraste, el enfoque de la Torá pareciera permitirle a la persona comer saludablemente e incluso perder peso (6). Si una persona se libera de su apego a los placeres físicos, entonces abstenerse de ellos se volverá un proceso indoloro.

Pero aún debemos entender cómo se puede hacer para alcanzar el nivel de talmid jajam y poder de esta manera separarse de los placeres físicos sin incomodidad. La clave parece estar en el desarrollo de una fuerte apreciación por la espiritualidad, la cual liberaría automáticamente a la persona del apego a lo material.

Esta dicotomía es muy importante respecto a nuestra relación con la Torá que celebramos en Shavuot. La Mishná en Pirkei Avot nos dice que el camino de la Torá es comer pan con sal, beber agua y dormir en el piso (7). Esto no significa que para convertirse en talmid jajam hace falta vivir de esa manera; lo que la Mishná nos está enseñando es que deberíamos desarrollar un profundo aprecio por la Torá, un aprecio tal que haga que los placeres físicos pierdan todo significado. Consecuentemente, para que una persona aspire a ser un talmid jajam debe estar dispuesta a vivir muy humildemente. De esta forma, incluso si tiene acceso a un estándar de vida más alto, podrá enfocarse en los placeres más elevados como el estudio de Torá. Sin embargo, si la persona siente una gran atracción hacia la comodidad física, entonces será imposible que se dedique lo suficiente a la Torá.

Este principio de liberarse de los placeres materiales también está conectado con Shavuot en otro aspecto. El Maguén Abraham habla sobre la popular costumbre de los hombres de permanecer despiertos en la noche de Shavuot, y sugiere que la razón de esto se basa en el Midrash que cuenta que el pueblo judío durmió toda la noche antes de Matán Torá y que Dios los tuvo que despertar. Por lo tanto, nosotros tratamos de enmendar este error quedándonos despiertos toda la noche (8).

¿Cuál es el significado que hay detrás de esta costumbre? Pareciera que, si bien el pueblo judío estaba preparado para recibir la Torá, en un cierto nivel aún sentían una cierta aprehensión por las implicaciones de esto. Recibir la Torá implicaría privarse de muchas cosas y tener muchas exigencias. Y esta aprehensión se manifestó con el dormir, el cual representa el escape máximo de los desafíos de la vida.

Es muy común que cuando una persona tiene muchas dificultades o está deprimida duerma para escapar de sus problemas. El pueblo judío estaba excitado por recibir la Torá y sabía que ésta les ofrecía una forma de existencia mucho más profunda y significativa, pero en el fondo también sentían un apego a los placeres físicos que ahora tendrían que abandonar (9). Con el objetivo de enmendar este "pecado", nos privamos de dormir para demostrar que la alegría de recibir la Torá es mucho más grande que la pérdida de comodidades físicas como dormir.

Hemos visto entonces que hay dos formas en las que una persona puede privarse de los placeres físicos: la auto privación del nazir le causa mucha incomodidad, mientras que el talmid jajam no siente dolor al mantenerse alejado de esos placeres. Nuestro objetivo es reducir nuestro apego al mundo físico por medio de una mayor sensibilidad a la espiritualidad.


Notas:

(1) Nasó 6:1-21.

(2) Torat Abraham p.9181-9182. Fue mashguíaj de Slobodka, yerno de Rav Yaakov Kamenetzky zt”l y suegro de Rav Shlomo Wolbe zt”l y de Rav Jaim Kreiswirth zt”l.

(3) Nasó 6:5.

(4) Rashi, Nasó 6:11, citando las Guemarot en Nazir 19a y en Taanit 11a.

(5) Ver Tosafot, Taanit 11a, quien advierte la misma dualidad respecto a una persona que ayuna en Shabat: se considera que está haciendo una mitzvá, al tiempo que comete un pecado por negarse el placer físico de disfrutar Shabat.

(6) Es cierto que no hay una mitzvá que obligue la privación de comida sabrosa y que, en muchas ocasiones, comer buena comida es incluso una mitzvá. Sin embargo, esto no contradice la idea de que una persona debe no estar meshuavad a la comida, es decir, debe comer bien cuando sea una mitzvá pero igualmente debe evitar la glotonería y la alimentación no saludable.

(7) Pirkei Avot 6:4.

(8) Maguén Abraham, hakdamá al Simán 494.

(9) Este fenómeno también se ve en Parashat Behaalotjá, donde el pueblo judío se lamentó por haber sido comandado sobre las relaciones prohibidas. Su dolor parece haber emanado de su apego a esas relaciones.

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