El poder de Tumim

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Tetzavé (Éxodo 27:20-30:10 )

Para el Cohen Gadol debe haber sido muy conveniente tener a su disposición el poder de los Urim y Tumim. Cada vez que necesitaba saber algo importante, todo lo que tenía que hacer era ponerse el Joshen Mishpat, la coraza del juicio con piedras preciosas que representaban a todas las tribus, y formular una pregunta. Las luces se encendían y aparecía una respuesta. Esto es lo que yo pensaba cuando era pequeño. La realidad no era tan simple.

El Rambán explica que el mensaje Divino se recibía a través de una combinación de los poderes de Urim y Tumim. El mensaje utilizaba las letras de los nombres de las tribus que estaban grabados en las piedras preciosas del Joshen Mishpat. Cuando el Cohen Gadol formulaba una pregunta, un número de letras se encendían. Este era el poder de los Urim. Pero todavía era necesario acomodar esas letras para descifrarlas. También aparecía un set de Nombres sagrados. Esto le proveía al Cohen Gadol una habilidad especial para descifrar el mensaje, llamado el poder de Tumim, similar a rúaj hakodesh, inspiración Divina.

A veces, el Cohen Gadol se equivocaba en su interpretación. Por ejemplo, vemos en Samuel I (1:13) que Eli HaCohen cometió un grave error con respecto a Janá, la madre del profeta Shmuel. El Gaón de Vilna explica que se encendieron las letras shin, kaf, resh y hei. Estas letras forman la palabra ksherá, una mujer digna. Pero Eli pensó que formaban la palabra shikorá, una mujer borracha, y la trató como tal. En ese momento preciso, Eli no tuvo el poder de Tumim.

El Beit Av explica la forma moderna de los Urim y Tumim. Hay muchas personas que son muy grandes en Torá. Cuando se les presenta una pregunta, ellos buscan en la Torá y muchas palabras, versículos y pasajes se encienden para ellos. Ven las luces y sienten confianza en que pueden interpretar su mensaje. Pero este es sólo el poder de los Urim, de las luces. Sólo unas pocas personas en cada generación tienen también el poder de Tumim, lo que les da la capacidad de interpretar correctamente las luces. Ellos son los que tienen verdadero daat Torá. Ellos pueden descubrir el mensaje Divino mirando la Torá.

Un profundo ejemplo de Urim sin Tumim lo encontramos en la historia del profeta Shmuel y el Rey Shaúl (Shmuel I 15). Shmuel le dijo a Shaúl en nombre de Hashem que destruyera a Amalek, que aniquilara a hombres, mujeres, niños y todos sus animales, desde los camellos a los asnos. Pero Shaúl desobedeció. Él dejó vivo a Agag, el rey amalequita, y no mató a los animales que podían ser usados como sacrificios para Hashem. Por este error, perdió su trono.

Al día siguiente, Shmuel llegó y Shaúl salió a recibirlo. ¿Qué hubiéramos esperado que le dijera a Shmuel? "Lo lamento. Cometí un terrible error. Sé que debería haber seguido tus instrucciones, pero me vi superado por una misericordia fuera de lugar". Eso es lo que hubiéramos esperado que dijera Shaúl. Pero, increíblemente, él dijo: "He cumplido la palabra de Hashem".

¿Qué fue lo que pensó Shaúl? ¿Esperaba engañar a Shmuel? ¿Cómo pudo decir que había cumplido con la palabra de Hashem?

Claramente, Shaúl creyó que en verdad había cumplido con la voluntad de Hashem. Él era muy grande en Torá, y de alguna manera llegó a una interpretación diferente de las instrucciones que había recibido de Shmuel. Este es un ejemplo clásico de tener el poder de Urim pero no el poder de Tumim. Por eso pudo decirle a Shmuel con toda honestidad que había cumplido con la palabra de Hashem, por lo menos de acuerdo con su entendimiento. Sin embargo, estaba completamente equivocado.

Al final del Séfer Shoftim, leemos sobre uno de los episodios más sórdidos de la historia judía, la historia de "pileguesh baGuivá", la concubina de Guivá. Sin entrar en los detalles, basta decir que una cosa llevó a otra y muy pronto todas las tribus estaban llenas de una ira justificada y se movilizaron contra la tribu de Biniamín. Hubo una guerra y la tribu de Biniamín estuvo a punto de desaparecer. Posteriormente comprendieron que habían llegado demasiado lejos y trataron de remediarlo para salvar a esa tribu.

¿Cómo pudo ocurrir algo así? ¿Cómo e s posible que las rectas tribus del pueblo judío cometieran semejante error y que casi llegaran a erradicar por completo a toda una tribu?

La respuesta se encuentra en el último versículo del Séfer Shoftim: "En esos días, no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que era recto a sus propios ojos". Ese es el problema. Uno puede tener las mejores intenciones, las motivaciones más rectas, puede ver las luces en la Torá y leer en esas luces algo que apoya sus propias opiniones. Pero todo eso no es nada más que los Urim. Si uno no tiene que responder a una autoridad superior, si no estamos obligados a buscar la dirección de los sabios que también tienen el poder de Tumim, entonces se puede caer en errores trágicos. Si no hay rey en Israel, si no hay un líder de buena fe que posea el poder de Tumim, si cada individuo puede hacer lo que le plazca, entonces incluso el mejor y el más brillante fácilmente puede desviarse del camino.

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