La reliquia nacional

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Vezot Habrajá (Deuteronomio 33-34 )

Cada niño judío aprende este versículo: Torá tzivá lanu Moshé morashá kehilat Iaakov – La Torá que Moshé nos ordenó es una reliquia para la congregación de Iaakov. A veces la palabra morashá se traduce como una herencia o un legado, pero eso no es preciso. La traducción exacta de la palabra morashá es reliquia.

Una reliquia es algo valioso y valorado, algo que apreciamos porque nos conecta con un pasado valioso, algo que queremos transmitir a las futuras generaciones tal como nosotros mismos lo hemos recibido de generaciones previas.

La Torá es la reliquia del pueblo judío. Es la reliquia sublime, nuestra conexión eterna con Dios. En las palabras del salmista (Tehilim 144:15): "Afortunada es la nación que la tiene, afortunada es la nación que Hashem es su Dios".

¿Qué es una reliquia para el mundo gentil? Me gustaría contar una historia que leí sobre una mujer que fue por primera vez a cazar ciervos. Ella se había preparado cuidadosamente para ese importante evento. Había estudiado muchos libros sobre cómo cazar ciervos y había aprendido a disparar un rifle Winchester 30-30 modelo 94 que había pertenecido a la familia durante generaciones.

¿Cuál era su reliquia? Un rifle Winchester 30-30 modelo 94. Su bisabuelo lo había pasado a su abuelo y su abuelo se lo había dado a ella. La mañana de la caza, ella tomó con cuidado su rifle y con mucho afecto lo limpió y lo aceitó hasta que brilló. Entonces salió a dispararle a su primer ciervo. Un momento muy emocionante.

¡Qué afortunados somos de que la Torá sea nuestra reliquia! ¡Qué afortunado es el pueblo judío que tiene a Hashem como su Dios!

Su mejor momento

La Torá concluye con emotivas palabras sobre Moshé, quien entrego la ley al pueblo judío. "Y no se levantó nunca más un profeta en Israel como Moshé, a quien Hashem conoció cara a cara; en todas las señales y los portentos que Hashem le había enviado para realizar en la tierra de Egipto, al faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en toda la mano poderosa y en todo ese gran pavor que Moshé realizó ante los ojos de todo Israel".

Rashi interpreta que cada una de estas frases recuerda un aspecto específico de la grandeza de Moshé, lo que lleva paso a paso a la cumbre de su epitafio: "ante los ojos de todo Israel", cuando él tuvo el coraje de romper las Lujot, las Tablas de los Diez Mandamientos, ante la vista de todo el pueblo judío. Cuando todo se había dicho y hecho, esta fue la máxima expresión de la grandeza de Moshé, el máximo acto que llevó a cabo.

¿Qué fue tan magnífico respecto a este acto para que trascienda toda la Torá y todos los grandes milagros que Moshé llevó a cabo?

El Ateret Mordejai ofrece una idea profunda. Antes de comenzar un proyecto, ya sea un libro, una construcción o cualquier otra cosa, podemos considerarlo crítica y objetivamente. Pero una vez que el proyecto está en camino, ya no somos tan objetivos. A medida que el proyecto avanza, progresivamente disminuye nuestra objetividad hasta que desaparece por completo. Después de haber escrito nuestro libro, hemos invertido tanto en él que ya no tenemos ningún pensamiento crítico. No queremos escuchar que hemos cometido un error o que no deberíamos haber escrito algo. Llegamos al extremo para defendernos contra nuestros críticos, aunque nosotros mismos hubiéramos podido presentar esos argumentos antes de los hechos.

¿Y qué ocurre si publicamos una obra de Torá o incluso un simple pensamiento de Torá? Estamos tan orgullosos y satisfechos con nosotros mismos que nos enroscaremos y retorceremos de cualquier manera para lograr que nuestro trabajo sea aceptable.

¿Podemos llegar a imaginar cómo se debe haber sentido Moshé cuando bajó de la montaña con los Diez Mandamientos? Para eso había estado trabajando durante años. Se había sacrificado por esas Tablas. Había pasado cuarenta días en el cielo, sin comida ni bebida, enfrentándose a los ángeles, para poder traer esas Tablas al pueblo judío. Esta era su obra magna, el trabajo de su vida.

Pero al bajar de la montaña vio que el pueblo estaba idolatrando al Becerro de Oro. Instintivamente supo lo que debía hacer. Supo que el pueblo no era digno y que debía quebrar las Tablas.

¿Pero qué pasó con todo el trabajo y todo el esfuerzo que él había invertido en las Tablas?

Fácilmente hubiera podido justificarlo: "Muy bien, ahora claramente el pueblo no merece recibir las Tablas, pero tal vez las cosas cambien. ¿Qué sentido tiene quebrar las Lujot si es posible que las necesite dentro de un par de días? Quizás sólo debo dejarlas de lado sin mostrárselas hasta que vuelvan a ser dignos. ¿Por qué arruinar un buen par de Tablas?"

Pero Moshé no lo hizo. Él tenía una integridad absoluta. Él dejó de lado todo el esfuerzo que había invertido en esas Tablas. No consideró que se iba a perder el trabajo de su vida. La verdad demandaba que las quebrara, y no dudó en hacerlo.

Esta era la máxima virtud que la Torá podía mencionar de Moshé. La verdad, la integridad, la honestidad, la claridad de una visión que no se teñía con sus consideraciones personales. Este fue su máximo logro.

Escuché un bello comentario en este sentido de Rav Mordejai Gifter. El Talmud (Kidushín 57a) dice que Shimón Haamsuni desarrolló un significado secundario para cada vez que la partícula et aparece en la Torá. Por ejemplo, en el mandamiento de honrar a los padres aparece et, y de allí se deriva que el mandamiento incluye la obligación de honrar a los hermanos mayores.

Un día, él prestó atención al versículo (Devarim 6:13): "et Hashem Elokeja tirá – Debes temer a Hashem tu Dios". De repente dijo: "Esto no es posible. No hay un recipiente secundario del temor que debemos sentir por Hashem". En consecuencia, se retractó de todas sus derivaciones originales, miles y miles de ideas, porque su regla no podía aplicarse de forma consistente a toda la Torá.

Entonces vino Rabí Akiva y enseñó que incluso en ese caso hay recipientes secundarios: ¡los sabios de la Torá! Ellos son dignos de compartir la reverencia por lo Divino.

Maravilloso.

Pero Rav Gifter pregunta por qué Shimón Haamsuni no pudo pensar en esa solución. ¿Por qué ese especialista en la partícula et tropezó mientras que Rabí Akiva pudo entenderlo?

Rav Gifter dice que la respuesta es que Rabí Akiva vio la forma en que Shimón Haamsuni enfrentó este problema. Él vio la enorme devoción a la verdad, la inviolable integridad intelectual, la disposición a dejar de lado años de esfuerzo y creatividad si había un problema con el razonamiento. Cuando Rabí Akiva vio que un sabio de la Torá podía llegar a ese nivel de integridad y honestidad en defensa de la verdad de la Torá, comprendió que los Sabios de la Torá pueden compartir la reverencia por lo Divino. Ellos pueden ser incluidos en "et Hashem Elokeja tirá".

En las bodas judías se acostumbra a quebrar una copa de vidrio. ¿Cuál es la razón de esta costumbre? La razón que se da generalmente es que es un recordatorio de la destrucción de Jerusalem durante los momentos de alegría. Un comentarista conecta esta costumbre con el quiebre de las Tablas de los Diez Mandamientos. ¿Por qué necesitamos que nos recuerden este evento en una boda?

Tal vez porque el quiebre de las Tablas fue un acto de profunda honestidad e integridad por parte de Moshé. Para que un matrimonio funcione, también es necesaria una honestidad e integridad extraordinaria por parte de los esposos. En caso de discusión o desacuerdo, ambos tienen que hablar y actuar con absoluta honestidad e integridad, ser rectos, hacer lo que es correcto y no lo que les resulta cómodo o conveniente. Ambos deben estar dispuestos a admitir sus errores antes que defenderlos con orgullo. Ambos necesitan estar dispuestos a dejar de lado sus ideas preconcebidas y sus prejuicios y trabajar por el bien común. Ambos tienen que estar dispuestos a enfrentar la verdad.

No es algo sencillo, pero si el hombre y la mujer quieren obtener la máxima felicidad posible de su matrimonio, tienen que encontrar la fortaleza de carácter para lograr todo esto. El recordatorio del quiebre de las Tablas viene a darles aliento. Si Moshé estuvo dispuesto a quebrar las Tablas y dejar de lado sus esperanzas y sus sueños por la verdad, esas dos personas pueden encontrar la forma de construir su matrimonio sobre una base de verdad.

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