Dilo en la montaña

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Ree (Deuteronomio 11:26-16:17 )

Ideas filosóficas y cabalísticas de la parashá semanal.

"He aquí que pongo hoy delante de ustedes la bendición y la maldición. La bendición: si obedecen los preceptos de Hashem, vuestro Dios, que les ordeno hoy. Y la maldición: si no obedecen los preceptos de Hashem, vuestro Dios [...] darás la bendición en el Monte Grizim y la maldición en el Monte Ebal" (Deuteronomio 11:26-29).

Este pasaje es un críptico resumen de una ceremonia que aparece descrita en detalle en la parashá Ki Tavo (Deut. 27:11-26). De acuerdo al entendimiento de Rashi, los levitas se pararon entre dos montañas mientras que seis tribus se pararon en el Monte Grizim y seis en el Monte Ebal. Los levitas giraron en dirección al Monte Grizim y dijeron once bendiciones, y luego giraron en dirección al Monte Ebal y dijeron las once maldiciones que son mencionadas allí, la contraparte de esas bendiciones.

Pero es difícil comprender cuál podría ser el propósito de una ceremonia como esta. Las bendiciones son un resultado de prestar atención a la palabra de Dios, como es explicado aquí, mientras que las maldiciones son una consecuencia de no hacerlo. ¿Qué tiene que ver esto con montañas y levitas y tribus que son divididas en dos grupos? ¿Por qué estos mandamientos específicos son seleccionados para servir de base para las bendiciones y maldiciones? ¿Cómo podemos relacionarnos con el hecho de que las bendiciones estén relacionadas con una ubicación geográfica y las maldiciones con otra?

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El colectivo

Para poder examinar exhaustivamente este asunto debemos comenzar por explicar la relación que existe entre el individuo y el pueblo judío, un concepto conocido como Klal Israel.

"Y ustedes son mi rebaño, el rebaño de mi pastizal, ustedes son adam 'hombre'; Yo soy vuestro Dios, dice Hashem el Todopoderoso" (Yejezquel 34:31).

En hebreo los judíos son llamados adam, que significa 'hombre'. Ese es un sustantivo colectivo: todo el pueblo es considerado una sola persona.

La unidad de muchos individuos es un asunto espiritual.

La unidad del individuo es un asunto de integridad física. Cada hombre individual tiene su propia presencia física y ocupa su propio espacio particular. Pero la unidad de muchos individuos es un asunto espiritual; un pueblo no tiene una presencia física o una integridad particular.

Es en este sentido que el pueblo judío es considerado como uno, por el hecho de que todos son leales a la Torá y por lo tanto no sólo están dedicados al mismo objetivo o meta espiritual, sino que también asumieron el compromiso de lograr dicha meta siguiendo la misma ruta: la fiel observancia de los mandamientos de la Torá. Por consiguiente, un prerrequisito para la aceptación de la Torá era:

"'Israel acampó allí, frente a la montaña' (Éxodo 19:1) como un solo hombre con un solo corazón" (Mejilta, Itró 1).

La identidad de cada judío tiene dos aspectos. Existe como individuo y existe como un apéndice del pueblo judío. El rezo de la Shmoná Esré —la plegaria más importante que decimos, redactada por los Miembros de la Gran Asamblea para que cumplamos con nuestra obligación de rezar— se expresa completamente en plural. No decimos "cúrame" o "bendíceme" o cosas similares, sino que decimos "cúranos" y "bendícenos".

A primera vista esta pareciera una forma inválida de rezar. Maimónides explica (Leyes de Rezo 1:2) que el mandamiento de rezar requiere que uno exprese diariamente sus necesidades personales a Dios. A la luz de esta obligación, ¿cómo puede ser que los Miembros de la Gran Asamblea, quien seguramente conocían esta ley, hayan creado una plegaria que se expresa completamente en plural para que cumplamos con nuestra obligación?

La respuesta es que expresamos nuestras necesidades individuales en el contexto de nuestra identidad como miembros del gran hombre compuesto, Klal Israel. Dado que todos los judíos componen un solo adam, los problemas del individuo toman una mayor relevancia ya que interfieren con la habilidad de Klal Israel de funcionar apropiadamente.

El cuerpo está formado de varias partes. Las necesidades del individuo también son necesidades de Klal Israel. Dado que los miembros de la Gran Asamblea sabían esto, nos enseñaron a expresar nuestras peticiones como algo público en lugar de hacerlo como una necesidad personal, ya que su importancia aumentada es una mejor garantía para obtener una respuesta favorable.

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Mandamientos para todos

Podemos ver una ilustración más clara de esto en los mandamientos. Tenemos 613 mandamientos, de los cuales 365 son negativos y 248 son positivos. Los 248 mandamientos positivos corresponden a los órganos de una persona según como son listados en la Mishná en Kelim 1. Sin embargo, muchos de los mandamientos son exclusivos para los Kohanim o Leviim, algunos son sólo para las cortes de justicia y otros se refieren solamente al rey. Algunos mandamientos son tales que esperamos que nunca se presenten en nuestras vidas, como aquellos que se refieren al divorcio bajo ciertas circunstancias o a casarse con la esposa del hermano cuando éste muere sin hijos. Y hay otros que sólo pueden cumplirse en Israel y por lo tanto durante los 2.000 años de exilio estaban más allá de nuestro alcance a pesar de que no era nuestra culpa. Pero el Arizal escribió que la perfección de una persona requiere el cumplimiento de todos los mandamientos. ¿Cómo se pueden conciliar estas dos ideas?

El Arizal escribió que la perfección de una persona requiere el cumplimiento de todos los mandamientos.

La respuesta la podemos encontrar una vez más en la unidad de Klal Israel. La Torá no fue entregada a judíos individuales, sino a Klal Israel. Los individuos deben cumplir con ella en el contexto del pacto del Monte Sinaí, el cual fue hecho con Klal Israel y no con individuos. Puede que los individuos estén obligados bajo sus términos, pero la parte firmante fue Klal Israel. Si todos los judíos individuales cumplen las obligaciones de la Torá que recaen sobre ellos, entonces Klal Israel estará cumpliendo con la Torá. La observancia de Klal Israel reverbera para beneficiar a todos los judíos individuales.

La observancia de la Torá es una responsabilidad colectiva tanto como es una obligación individual. Sus beneficios son compartidos colectivamente y las consecuencias de no cumplir con ella son sufridas por todos los judíos.

Este sistema dual del individuo versus Klal Israel está incorporado en el funcionamiento de la Providencia Divina. El Gaón de Vilna señala que encontramos la siguiente instrucción en las leyes de batalla que son descritas en la parashá de la próxima semana:

"¿Y quién es el hombre que se ha comprometido con una mujer y no se ha casado con ella? Que vaya y regrese a su casa para que no muera en la guerra y otro se case con ella" (Deuteronomio 20:7).

El Gaón de Vilna pregunta: La tradición judía enseña que el destino de una persona es sellado en Iom Kipur. Si una persona fue destinada a la vida en Iom Kipur, no puede morir en la batalla, y si fue destinada a la muerte entonces, ¿de que le sirve evitar la batalla? Seguramente igual moriría de otra forma.

Responde el Gaón de Vilna: La Providencia Divina se relaciona con una persona en dos formas, como un individuo y como parte de Klal Israel. Una guerra es un evento público, un acto de Klal Israel; los individuos son quienes pelean la batalla, pero el pueblo como un todo es el que entra en guerra. La Providencia Divina puede haber decretado que un cierto número de soldados deben morir en la batalla, y puede que estos mismos soldados no tengan ninguna sentencia de muerte como individuos. Por lo tanto, si una persona pelea la batalla, podría morir como resultado del decreto colectivo, pero si es enviado a casa podría salvarse debido a que no hay un decreto individual que haya sido emitido contra él.

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El pecado de otro

¿Pero cómo puede ser que se aplique un sistema de responsabilidad colectiva en contra de los individuos? ¿Qué puede hacer el individuo para evitar el mal actuar del pueblo como un todo? ¿Cómo puede ser justo castigar a alguien por el pecado de otro?

La regla es la siguiente:

"Los pecados ocultos son para Hashem, nuestro Dios, pero los pecados revelados son para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para cumplir todas las palabras de esta Torá" (Deuteronomio 29:28).

Nosotros, Klal Israel, no podemos controlar los corazones de la gente; eso es asunto de Dios. Pero sí somos capaces de mantener un alto estándar de observancia de Torá en público. El comportamiento público de la gente, el cual sí cae bajo nuestro escrutinio, debe ser mantenido en un alto nivel.

No podemos seguir el principio de que la moralidad de la gente es asunto de su propia consciencia privada.

Dado que compartimos el destino de nuestro prójimo como miembros de Klal Israel, no podemos seguir el principio de que la moralidad de la gente es asunto de su propia consciencia privada. Toda sociedad siente que tiene el derecho de adoptar por la fuerza medidas que preserven la paz entre sus miembros a pesar de los distintos estándares morales que hay en la sociedad humana referentes al uso de la violencia física. No podemos permitir que alguien dañe a otro mientras nos quedamos sentados sin hacer nada.

De la mima forma, Klal Israel debe forzar cierto estándar de observancia de Torá debido al mismo principio. Las acciones morales de los judíos afectan el bienestar tanto físico como moral de los otros judíos tal como los órganos de un mismo cuerpo se afectan unos a otros.

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El meollo del asunto

Finalmente estamos llegando al meollo del asunto. El Or HaJaim explica que el tema común que hay entre los once pecados que están asociados con el Monte Ebal es que ocurrieron en privado, habiendo estado los perpetradores protegidos del escrutinio público. Klal Israel no puede controlar cómo la gente le habla a sus padres o las prácticas sexuales ilícitas que ocurren a puertas cerradas, o cualquiera de las otras cosas mencionadas. Estos se tratan por lo tanto de "pecados ocultos", con los cuales Dios no tiene problema de tratar. ¿Pero eso significa que Klal Israel está completamente excluido de esta área?

Esa es la importancia del Monte Grizim y del Monte Ebal: "He aquí que pongo hoy delante de ustedes la bendición y la maldición". Incluso las consecuencias de los actos privados caen bajo la jurisdicción de Klal Israel. La bendición y la maldición son presentadas por Dios al pueblo judío para que las distribuyan. Todas las bendiciones fluyen por medio de Klal Israel y la mayor maldición es ser separado del cuerpo de Klal Israel tal como un apéndice es separado del cuerpo humano. La enunciación de las bendiciones y maldiciones por parte de los levitas a las tribus que se encontraban paradas en el Monte Grizim y en el Monte Ebal está muy lejos de ser una ceremonia vacía.

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Público versus privado

La sociedad secular se basa en el concepto de tolerancia. El comportamiento privado es una expresión de la moral privada y nadie debería entrometerse. Un concepto como este sin dudas es efectivo para mantener la armonía pública, pero tiene una consecuencia sumamente negativa cuando es aplicado al mundo interno del individuo. Le permite al individuo mantener un estándar moral diferente en su vida privada que en su vida pública; puede internalizar esta actitud de tolerancia social y aplicarla a su propio mundo interno.

No puedes maldecir la inmoralidad privada de otros si eres tolerante con ella en tu propia vida.

Los seres humanos no tienen una solución clara a este dilema. No podemos permitirle a la sociedad entrometerse en las vidas privadas de la gente, ya que eso generaría una sociedad basada en la sospecha y el espionaje. Esto destruiría la armonía social y el amor por el prójimo. Sin embargo, dada la debilidad del ser humano individual, no podemos evitar la generación de un doble estándar de moralidad cuando enseñamos tolerancia.

La Torá ofrece una solución a este problema. No puedes maldecir la inmoralidad privada de otros si eres tolerante con ella en tu propia vida. Dios le dio el poder de emitir bendiciones y maldiciones sólo a Klal Israel. Mientras el pueblo judío tenga claro qué está bien y qué está mal y cada judío mantenga esta distinción en su vida privada, la bendición y maldición se mantendrán claramente separadas, tal como el Monte Grizim y el Monte Ebal están claramente separados. La distinción geográfica de las montañas es tal que son claramente separables una de otra. Las bendiciones de Dios que fluyen por medio de Klal Israel le llegan al individuo que las merece en la forma de afluentes que se desprenden de los ríos para irrigar los campos circundantes, mientras que quienes no son merecedores son maldecidos y cortados del flujo general.

Pero si se genera confusión en los judíos individuales y comienzan a mantener un doble estándar entre la moralidad pública y la privada, la clara distinción entre las bendiciones y maldiciones desaparece. La simbología de las montañas separadas deja de ser una correcta representación de la brecha entre lo que es bendecido en el corazón individual y lo que es maldecido. En ese caso, la bendición y la maldición se entremezclan; nuestra tolerancia por nuestras propias debilidades nos expone ante la maldición de Dios que fue generada también por las debilidades del resto. Todos nos vemos afectados por el cáncer moral del otro y el telar comunal de Klal Israel se debilita y destruye.

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Una dimensión más profunda

Pero hay una dimensión más profunda de todo esto. Cuando Klal Israel cometió el pecado de construir y servir al Becerro de Oro, Dios le dijo a Moshé:

"Ve, desciende, pues tu pueblo, al que hiciste ascender de la tierra de Egipto, se ha corrompido" (Éxodo 32:7).

Rashi cita al Talmud en el pasaje: "Desciende de tu altura espiritual; Yo sólo te permití alcanzar dicha altura espiritual en su mérito" (Brajot 32a).

Ahora, no hay duda de que Moshé el individuo, quien no participó de ninguna forma en este pecado, merecía completamente su nivel espiritual. Dios mismo testificó sobre el gran mérito espiritual de Moshé, ¡pero el logro espiritual y el apego a Dios está limitado por el nivel de Klal Israel como un todo!

Si reflexionamos sobre esto no debería sorprendernos que así sea. La mayor bendición posible para un judío es cercanía a Dios. Al igual que cualquier otra bendición, esta debe fluir por medio de Klal Israel. Si esto es verdad en lo negativo, como fue el caso de Moshé, ¡cuánto más verdadero debe serlo en lo positivo! Los logros espirituales individuales benefician a todos los judíos. Mientras mayor sea la distinción en la mente del individuo entre la bendición y la maldición, mayor será la claridad de Klal Israel y más clara será la distinción entre el Monte Grizim y el Monte Ebal.

La tradición judía siempre ha insistido en que el erudito de Torá debe mantenerse en los confines del salón de estudios inmerso en la cuidadosa lectura de los textos sagrados sin importar qué esté ocurriendo en el mundo afuera. A lo largo de los años esto ha generado una gran crítica por parte del mundo hacia el erudito de Torá y al judío observante que lo apoya. Pero todas las bendiciones de Dios, entre las cuales la claridad espiritual se destaca como la más importante de ellas, fluyen al mundo a través de Klal Israel. Estas sólo pueden fluir con libertad cuando el entendimiento de la distinción entre las bendiciones y las maldiciones es tan clara como la separación geográfica entre dos montañas. Una claridad como esta sólo puede fluir a Klal Israel por medio del intenso esfuerzo de los estudiosos de Torá, quienes dedican su vida al entendimiento de esta distinción.

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