Un tema de confianza

10 min de lectura

Miketz (Génesis 41:1-44:17 )

Ideas filosóficas y cabalísticas de la parashá semanal.

Es evidente que existe un vínculo muy fuerte entre Januca y la parashá Miketz, ya que ésta casi siempre calza con la festividad (salvo una pequeña excepción en donde se lee inmediatamente después). Interesantemente la parashá habla de un tema que define la esencia misma de Januca, que es el tema de bitajón, ‘confianza en Dios’.

La parashá comienza con el relato de Yosef, quien es liberado de la cárcel para interpretar los sueños del Faraón y luego ofrece unos cuantos consejos no solicitados:

[Y Yosef le dijo al Faraón:] “Ahora el Faraón debe buscar un hombre perspicaz y sabio, y ponerlo a cargo de Egipto. Entonces el Faraón debe proceder y nombrar funcionarios sobre la tierra, y preparar la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia”.

¿Dónde termina el coraje y comienza el atrevimiento? ¿Por qué Yosef se atrevió a ofrecerle al Faraón consejos que no le habían solicitado si de esta manera estaba poniendo en peligro su vida?

Yosef era un tzadik, y no tenía permitido hacer algo que estuviese prohibido ante los ojos de Dios.

Puede que Yosef haya sido capaz de hacer algo impulsivo, pero él era un tzadik y no tenía permitido hacer algo que estuviese prohibido ante los ojos de Dios. Por el simple hecho de pedirle al jefe de los coperos que lo recordara ante el Faraón si lo devolvían a su posición —como había predicho Yosef —, fue castigado y tuvo que quedarse dos años extra en la cárcel por su falta de fe (ver Rashi Génesis 40:33).

Y ponerse a uno mismo en una situación de peligro cuando no es necesario es una prohibición muchísimo más grande. Si Yosef no fue castigado por su aparente atrevimiento, entonces quiere decir que obviamente esto es lo que tenía que hacer. ¿Cómo lo supo? ¿Qué le hizo pensar que sugerirle al Faraón nombrar un consejero —aludiendo a que él mismo fuese nombrado para el trabajo justo después de ser liberado de la cárcel—, era la voluntad de Dios?

* * *

Confianza en Dios

El mandamiento de creer en Dios incluye la obligación de confiar en Él. Najmánides explica la relación entre estos dos conceptos de la siguiente manera:

1. En el mandamiento de creer en Dios está implícito que uno debe creer en un Dios justo.

2. Un Dios justo no hace daño sin tener una razón.

3. Por lo tanto, a menos que una persona tema que sus pecados puedan hacerlo vulnerable de sufrir algún daño, su creencia en Dios implica que él confía en la protección de Dios.

A excepción de los seres humanos que tienen libre albedrío, no hay nada en el mundo que esté fuera del control directo de Dios. Ni siquiera las fuerzas del mal que hay en la naturaleza tienen permiso de atacar de forma independiente sin obtener primero permiso de Dios. Por lo tanto, ningún mal puede sobrevenirle a alguien que está bajo la protección de Dios.

Pero por el otro lado, explica Najmánides, esto no significa que todos los planes de la persona tienen asegurado un resultado positivo. Para estar seguro que obtendrás un resultado positivo, primero tienes que estar seguro que lo que estás proponiendo está alineado con la voluntad de Dios. Si esto es así, entonces puedes proceder con toda confianza, como está escrito “Confía en Dios y haz el bien” (Salmos 37:3). Pero si no estás seguro si tu curso de acción está alineado con la voluntad de Dios o no, entonces no hay absolutamente ninguna razón de por qué habrías de asumir que Dios producirá el resultado que tú deseas.

Por lo tanto, el atrevido acto de Yosef puede ser entendido si asumimos que estaba en línea con el mandamiento de “confía en Dios y haz el bien”. Él tenía bitajón de que Dios lo ayudaría a alcanzar lo que era aparentemente imposible.

¿Cómo podemos aprender de Yosef cuándo tener bitajón y actuar (como lo hizo en esta instancia), y cuándo cuestionar nuestras acciones (como debería haber hecho antes)?

* * *

Januca versus Purim

Rav Eljanan Wasserman encuentra la respuesta en las diferentes acciones que fueron realizadas por nuestros antepasados en dos momentos históricos en los cuales el pueblo judío se vio amenazado: los eventos que actualmente celebramos como las festividades de Januca y Purim.

Januca conmemora la victoria de los macabeos contra el ejército Sirio-Griego de Antiocus, una victoria que iba en contra de todas las probabilidades. El rezo de Al Hanissim la describe cómo la victoria de “los pocos sobre los muchos, y de los débiles sobre los fuertes”.

Pese a saber de antemano que no había ninguna forma natural de ganar la batalla, los macabeos pusieron su fe en Dios.

Pese a saber de antemano que no había ninguna forma natural de ganar la batalla, los macabeos pusieron su fe en Dios, fueron a la guerra y tuvieron éxito. Si bien no se puede discutir con los resultados, de todas formas la decisión de atacar a una fuerza sumamente superior en estas circunstancias es sumamente problemática de acuerdo a la ley judía. Claramente este tipo de comportamiento no es siempre permisible. El judaísmo prohíbe gestos de resistencia inútiles que sólo pueden ser categorizados como suicidas.

En línea con esta filosofía, cuando Hamán proclamó su decreto de genocidio en contra del pueblo judío —cuya abolición celebramos y conmemoramos con la festividad de Purim—, los judíos no libraron una batalla. El libro de Ester menciona ayunos públicos, rezos y arrepentimiento como los métodos de resistencia que adoptaron los judíos. Ellos no intentaron librar una batalla ya que tenían muy pocas posibilidades de salir victoriosos, sino que le pidieron ayuda a Dios.

¿Cómo podemos entender la diferencia que hubo en la forma de actuar del pueblo judío en las historias de Januca y Purim, siendo que ambas situaciones se ven sumamente similares al menos superficialmente? ¿Qué política era la correcta? Y si ambas eran correctas, ¿cómo explicamos la diferencia?

Esta es la explicación que presenta Rav Eljanan en nombre de su mentor, el Jafetz Jaim. La reacción del pueblo judío en cada caso fue la correcta de acuerdo a la ley judía ya que ambas se ajustaban al tipo de peligro que enfrentaban. Hamán los amenazaba con genocidio. Él no ofrecía clemencia a quien abandonara el judaísmo. Todos los judíos serían asesinados. Antiocus le ofrecía clemencia a quien estuviera dispuesto a abandonar el judaísmo. Todo lo que un judío tenía que hacer para obtener todos los derechos y privilegios de un ciudadano griego era adoptar un estilo de vida griego.

Rav Eljanan explica: La obligación principal que impone la mitzvá de creer en Dios sobre el pueblo judío es el requerimiento de aceptar Sus edictos. Si Dios permite que un edicto de genocidio sea emitido en contra del pueblo judío, entonces un creyente debería aceptar el hecho de que este edicto es correcto ante los ojos de Dios. Si ellos no lo merecían, entonces un Dios justo no habría permitido que ese edicto fuese emitido en primera instancia. Debía ser que había algo terriblemente mal con el pueblo judío. La fuente del problema no era Hamán, ya que él era meramente quien lo estaba ejecutando, y por ende, la solución no era atacar a Hamán, sino buscar el arrepentimiento. Por esta razón, los judíos no fueron a la guerra, sino que enfocaron sus energías dónde se necesitaban: en hacer las paces con Dios.

Antiocus no quería dañar a los judíos. Quería destruir su religión.

Antiocus por otra parte, no quería dañar a los judíos, quería destruir su religión. Un edicto en contra de la religión nunca es de Dios, sino que es del Satán. El trabajo del Satán es lograr de cualquier forma que los judíos abandonen su religión. Normalmente él sólo tiene permiso de tentar al hombre, y no de amenazarlo por la fuerza. Pero si los judíos no están dispuestos a hacer el pequeño esfuerzo que se requiere para resistir la tentación, entonces el Satán se vuelve más poderoso. La falta de resistencia le da el poder de hacer que los judíos abandonen su religión por la fuerza. De todas formas, un edicto que fuerza a un judío a abandonar la Torá no viene de Dios, ya que Dios le ordenó al judío respetar la Torá en todo momento y no abandonarla. Por lo tanto, el pueblo judío se enfrentaba a un edicto del Satán, no de Dios. En una situación como esa, hay que ir a la guerra.

El pueblo judío siempre puede sobreponerse a los edictos del Satán a través del auto sacrificio, sin importar cuán grande sea el poder que apoye a estos edictos. Para sobreponerse a estos edictos, el pueblo judío debe demostrar el auto sacrificio a través de la práctica de su religión que falló en demostrar cuando la situación era pacífica. La victoria sobre los greco-sirios fue alcanzada sólo mediante mucho auto sacrificio.

Pero la guerra en contra de los greco-sirios no fue un acto suicida ya que era una guerra contra el Satán, y no contra un edicto de Dios. No importa cuán poco probable sea obtener una victoria en ese caso, la victoria final estaba asegurada desde un inicio. La disparidad del poder que poseían los judíos y aquél que poseían sus enemigos era meramente una indicación del gran nivel de auto sacrificio que se exigía. Dado que es Dios quien gana las guerras, y no el hombre, la destreza militar no tiene ninguna relación con la victoria.

Una guerra en contra de Hamán habría sido considerada un acto suicida.

Sin embargo, una guerra en contra de Hamán sí habría sido considerada un acto suicida. Dado que el edicto de Hamán estaba dirigido en contra de los judíos, y no en contra de su religión, eso quería decir que su origen era de Dios y no del Satán. Pelear en contra de Hamán habría sido equivalente a pelear en contra de Dios.

Para demostrar cuán fuertemente apoyaba la política que Israel había adoptado en contra de los greco-sirios, Dios le envió al pueblo judío un milagro sumamente inusual. Por lo general, Dios no hace milagros como una forma de demostrar aprecio y aprobación. Pero el milagro de las velas de Januca fue una excepción.

Ante la ausencia de aceite de oliva puro, los macabeos podrían —de acuerdo a la ley judía— haber utilizado aceite impuro para encender la menorá. Pero como una muestra de apreciación por el auto sacrificio que habían realizado, Dios les dio milagrosamente aceite puro. La pureza del aceite simbolizaba la claridad de visión que había tenido el pueblo judío para involucrarse en una guerra que aparentemente estaba perdida.

¿Cómo podemos aplicar esto a las situaciones con las que nos encontramos hoy en día?

La interacción con Dios siempre requiere una evaluación inteligente de la vida y de las circunstancias propias. Una persona siempre tiene que pensar para sí mismo: “Asumiendo que vivo en un mundo que es controlado por Dios en todos sus detalles, ¿cómo puedo evaluar las circunstancias en las que me encuentro?”. La respuesta a esta pregunta siempre nos proveerá los antecedentes necesarios para poder aplicar correctamente el bitajón.

* * *

Exilio

Pero la historia de Januca también nos muestra un concepto más profundo sobre bitajón. La victoria sobre los greco-sirios que conmemora Januca constituyó la redención de uno de los cuatro grandes exilios de la historia judía.

Cuando la tierra estaba asombrosamente vacía, con oscuridad sobre la superficie del abismo” (Génesis 1:2). Rabí Shimón interpretó este versículo como refiriéndose a los cuatro reinados que llevaron a Israel al exilio. La palabra “vacía” hace referencia a Babilonia, como está escrito “he visto la tierra y he aquí que está vacía” (Jeremías 14); “asombrosamente” se refiere a Persia, como está escrito, “y ellos se apresuraron asombrosamente para traer a Hamán” (Ester 6). La palabra “oscuridad” se refiere a Grecia, la cual oscureció los ojos de Israel con sus edictos, ya que les dijeron “escriban en los cuernos del toro que no tienen porción con el Dios de Israel”. Y “sobre la superficie del abismo” se refiere al gobierno malvado [Edom]... etc. (Bereshit Rabá 2:4)

Cada uno de los cuatro reinos se distingue por el hecho de que provee un principio organizativo para la sociedad humana alternativo al ofrecido por el pueblo de Israel. Como los seres humanos son inteligentes, no pueden vivir en un mundo que no tiene sentido.

El pueblo de Israel explica el mundo como un lugar que Dios creó, en el cual el hombre se puede ganar su recompensa por medio de servir a Dios. Pero los griegos veían el mundo como una entidad autónoma. Dios es parte de él, pero Aristóteles definía a Dios como la primera causa que creó el mundo no porque escogiera hacerlo, sino porque estaba en Su naturaleza hacerlo. Consecuentemente, el mundo que Él había creado era exactamente igual al mundo que Él se veía obligado a crear. El hombre no tiene otra opción más que llegar a un acuerdo con el mundo en el cual vive, ya que el mundo natural constituye toda su realidad. La cultura griega rechaza al judaísmo desde el punto de vista práctico.

Este rechazo se enfoca más en el estudio de Torá que en la observancia misma de las mitzvot. Invertir tanto esfuerzo en un conocimiento que aparentemente no mejora la vida del hombre, era un esfuerzo fútil ante los ojos de los griegos. Todas las divisiones del conocimiento que fueron organizadas por Aristóteles estaban destinadas a mejorar la vida del hombre.

Los judíos no pueden vivir sin una relación cercana con un Dios personal.

Pero uno podría argumentar que el judaísmo es una necesidad práctica para los judíos, ya que los judíos no pueden vivir sin una relación cercana con un Dios personal. Tal como uno no piensa en los hijos propios en términos de ventajas prácticas y nunca consideraría venderlos a ningún precio, asimismo una relación emocional con Dios no puede ser medida en términos de utilidad.

El Maharal de Praga explica que esta es la proposición que estaban haciendo los griegos al hacer que los judíos escribieran sobre los cuernos de un toro. El toro era una referencia al becerro de oro. Si el pueblo que se paró en el Monte Sinaí podía servir a un ídolo apenas cuarenta días después de la experiencia de unirse con Dios de una forma tan intensa, entonces esto claramente mostraba que los judíos podían arreglárselas bastante bien sin Dios. En el mundo posterior al primer Templo, el judaísmo no era práctico o necesario, y por lo tanto, ¿por qué aferrarse obstinadamente a él?

La desventaja del conocimiento griego, el cual es completamente compartido por la cultura secular moderna (la cual desciende de él) es que está forzado a aceptar un universo sin sentido. Si el universo no fue creado con algún propósito por un Dios inteligente que lo diseñó conforme a Su voluntad, entonces éste simplemente existe. Y dado que los seres humanos son parte de este universo sin sentido, tienen por lo tanto vidas sin sentido; viven y mueren y no hace ninguna diferencia.

Es precisamente en esta área que se enfoca el conocimiento de Torá. La Torá nos enseña el propósito del universo. Nos explica cómo y por qué fue creado, qué quería lograr Dios con él y cómo el propósito de la vida humana se relaciona con el diseño de Dios. El hombre vive en un mundo de relaciones, no en un mundo de aspectos prácticos. Los aspectos prácticos del mundo tienen relación con su propósito y no tienen importancia en sí mismos. Ellos simplemente proveen el lugar en el cual se desarrolla la relación entre Dios y el hombre.

* * *

Choque de culturas

El choque de culturas que conmemora Januca es sobre cúan dispuestos estaban los judíos a vivir en un mundo práctico sin propósito, o insistir hasta el punto del auto sacrificio por llevar vidas de relevancia y significado.

Bitajón es racional sólo en un mundo que tiene propósito y significado. Si este mundo es así, entonces podemos confiar en que Dios nunca permitirá que las consideraciones de los aspectos prácticos nos fuercen a llevar vidas sin sentido. No importa qué fuerza económica o militar se alinee en contra de la práctica del judaísmo; si un judío está dispuesto a hacer un pequeño auto sacrificio, entonces siempre podrá salir victorioso en lo que respecta a guiar su vida de acuerdo a los valores de la Torá.

Bitajón es la certeza de que Dios nunca demandaría de nosotros más auto sacrificio del que somos capaces. Una persona que se enfrenta a la vida con bitajón aprende a expandir sus propios límites. Él sabe que si Dios le pide más auto sacrificio, entonces quiere decir que él es capaz de demostrarlo.

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