Dinámicas familiares

3 min de lectura

Toldot (Génesis 25:19-28:9 )

Ideas avanzadas basadas en el Midrash y la Cábala.

A veces la vida familiar puede ser complicada, pero la familia de Itzjak y Rivká era particularmente compleja. La raíz de la complejidad era una profecía: Dios le informó a Rivká que sus dos hijos, Esav y Iaakov, vivirían en conflicto, que cada uno engendraría su propia nación y que el más joven de los dos (Iaakov) sería superior.1 Hasta donde sabemos, Rivká nunca le mencionó esa profecía a su esposo, Itzjak. Quizás razonó que si Dios hubiera querido confiarle a Itzjak esa "información confidencial", se la hubiera dicho directamente, ya que Itzjak era un profeta no menor que ella.

Pasan los años, los niños crecen y Rivká actúa en base al conocimiento del futuro que le habían transmitido.2 Cuando ella escucha que Itzjak planea bendecir a Esav, le instruye a Iaakov que vaya subrepticiamente y reciba esas bendiciones. Iaakov teme que su padre descubra la treta y termine maldiciéndolo en lugar de darle bendiciones.3 Rivká le asegura que si llega a haber una maldición, ella la recibirá.

Cuando Iaakov expresa sus dudas se revela su mundo interior, que es un lugar de pura espiritualidad: Iaakov teme a su padre, como corresponde a un hijo, pero no teme por su bienestar físico ni le preocupa lo que pueda hacerle su hermano furioso. Sólo le preocupan las bendiciones y las maldiciones, las consecuencias espirituales de lo que su madre le ordena hacer. No piensa en la furia ni en la fuerza física de su hermano, el cazador.

Por otro lado, también puede ser que Iaakov no haya temido a la reacción de Esav porque ellos habían hecho un trato: Iaakov le había comprado a Esav su derecho a la primogenitura. Esto no es algo insignificante; la primogenitura, y en particular las responsabilidades que esta acarreaba, eran para Esav un peso insoportable. Iaakov le había ofrecido una escapatoria y estaba convencido de que Esav lo amaba por haberlo ayudado a escapar de la carga de ser el primogénito. Esav odiaba la primogenitura y, en ese momento, estuvo feliz de quitársela de encima.4

Ahora, años después, era posible que Esav se avergonzara de admitir ante su padre que había vendido la primogenitura y resignado a su derecho a la bendición reservada para el primogénito. Al recordar el negocio que hizo con Iaakov, Esav reevalúa el acto de bondad de su hermano y, en retrospectiva, interpreta que fue egoísta e incluso tramposo. Esav olvida cuánto deseó aceptar la oferta de Iaakov y cómo, en ese momento, anhelaba liberarse de la pesada carga de la responsabilidad.

Iaakov creía con absoluta sinceridad que Esav aún le estaba agradecido por haberlo liberado de la primogenitura, pero entendió que Esav debía salvar su dignidad y no podía admitirle ante su padre lo que había hecho años atrás. El plan para evitarles tanto a Itzjak como a Esav esa temida confrontación era simple e ingenioso: Iaakov se presentaría como Esav, recibiría las bendiciones destinadas al primogénito (que le correspondían), y ni Itzjak ni Esav se verían forzados a confrontar la triste realidad de la actitud negativa de Esav. Había un único problema posible: ¿Qué ocurriría si Itzjak descubría el disfraz? Esa era la única preocupación de Iaakov. Él temía la maldición de su padre, su desilusión, su respuesta llena de dolor, tanto por la treta como por el secreto que ella trataba de ocultar.

Rivká apaciguó sus temores. Ella le aseguró que si el plan generaba alguna maldición, esta recaería sobre ella: Rivka dijo: "Sobre mí"-"alai", que se escribe con las letras ain, lamed y iud. El Gaón de Vilna señala que estas tres letras forman una sigla de los nombres de tres personas que atormentaron a Iaakov más adelante en su vida: Esav, Laván y la tragedia de Iosef.

A pesar de la claridad de consciencia de Iaakov, a pesar de su convicción de que tenía derecho a recibir las bendiciones del primogénito, a pesar de que Rivká había ingeniado un plan porque estaba convencida de actuar para que se cumpliera la profecía que le habían revelado y a pesar de que Rivká le aseguró que saldría ileso y que toda posible maldición recaería sobre ella, el miedo de Iaakov tenía fundamentos, pero no los que él imaginó. Esav se enfureció, y juró perseguirlo y matarlo. Laván abusó de él durante años. Sus propios hijos no le temieron ni lo respetaron, abusaron de su hermano Iosef, contemplaron asesinarlo y lo vendieron como esclavo, provocando que Iaakov sufriera y guardara duelo durante décadas.

Cuando Iaakov se hizo pasar por su hermano y engañó a su padre, heredó una vida marcada por el dolor.


NOTAS

1. Bereshit 25:23.
2. Ver Targum Ónkelos Bereshit 27:13, y el comentario de Rashbam a Bereshit 27:13.
3. Bereshit 27:12.
4. Bereshit 25:34.

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