Pon un poco de amor en tu corazón

15 min de lectura

Kedoshim (Levítico 19-20 )

Ideas avanzadas basadas en el Midrash y la Cábala.

Quizás uno de los versículos más famosos de la Torá sea Ama a tu prójimo como a ti mismo (Vaikrá 19:18). Esta no es una instrucción aislada, sino la conclusión de una lista de mandamientos diseñados para crear una sociedad armónica, justa, funcional y, quizás, incluso utópica.

En sus comentarios sobre este versículo, Rashi señala que Rabí Akiva declaró que esta frase es "una gran regla de la Torá", un principio fundamental, sino el principio fundamental del judaísmo.

Por lo general, Rashi menciona la tradición rabínica sin citar al autor de una enseñanza en particular. Sin embargo, en este caso Rashi no sólo nos informa que este es el gran principio de la Torá, sino que también se aleja de su práctica habitual y cita a Rabí Akiva como quien dio origen a esta opinión. Sin dudas, Rabí Akiva es uno de nuestros Sabios más grandiosos. Pero, ¿por qué Rashi sintió que en esta ocasión en particular debía mencionar al autor de la cita?

Si bien a Rabí Akiva generalmente (¿universalmente?) se lo recuerda como una de las personas más santas y sagradas de nuestra historia, hay un aspecto de su biografía que nos lleva a detenernos por un momento: la trágica muerte de miles de sus estudiantes, muertes que el Talmud atribuye a la falta de amor, honor y respeto mutuo entre ellos.

Rabí Akiva tenía doce mil parejas de discípulos, de Guevat hasta Antipatris, y todos murieron en un mismo período de tiempo porque no se trataban los unos a los otros con respeto (Talmud Bablí Ievamot 62a).

Aunque en general puede parecer injusto juzgar a los padres por el comportamiento de sus hijos o a un maestro por el comportamiento o los logros de sus estudiantes, la "desconexión" entre este maestro y sus estudiantes no puede dejar de sorprendernos e incluso de preocuparnos. ¿Cómo pudo un maestro tan grandioso formular un principio tan increíble y, sin embargo, fracasar en la transmisión del mensaje a sus estudiantes?

Para analizar este problema, primero examinaremos la reacción de uno de los principales alumnos de Rabí Akiva1 ante este principio:

"Ama a tu prójimo como a ti mismo" dijo Rabí Akiva, "este es un gran principio de la Torá". Ben Azai dijo: "Este es el libro de las generaciones del hombre2 [en el día en que Dios creó al hombre, lo hizo a imagen de Dios] (Bereshit 5:1), este es un principio aún más grandioso (Sifrá Kedoshim parashá 2 pérek 4:12).3

Para Rabí Shimón ben Azai, el principio más importante que transmite todo el pensamiento judío es que cada ser humano es creado a imagen de Dios, por lo que merece amor, respeto y reverencia. De acuerdo con Ben Azai, si somos conscientes de la imagen Divina inherente a cada ser humano, necesariamente trataremos a todos con amor y respeto.4 Por lo tanto, de acuerdo con la opinión de Ben Azai, su propio principio incluye al de su maestro y colega Rabí Akiva: amar al prójimo sería una consecuencia natural de reconocer la divinidad de cada persona. Si el principio de Ben Azai se obedece escrupulosamente, entonces el principio de Rabí Akiva pasa a ser redundante.

A partir del comentario de Ben Azai comenzamos a entender que por lo menos uno de los estudiantes de Rabí Akiva entendió que había una desafortunada limitación en el principio de su grandioso maestro. ¿Qué ocurriría con una persona ascética, que se somete a niveles imposibles de deprivación, autocrítica y dureza? ¿Estaría justificada al tratar a los demás como se trata a sí misma? Para expresar esta idea más cínicamente, ¿acaso el principio de amar al prójimo como a uno mismo permite que el masoquista sea un sádico?5 El principio de Ben Azai resuelve este problema: en lugar de utilizar a la persona como parámetro para determinar la forma en que deben ser tratados los demás, Ben Azai resaltó la necesidad de un parámetro objetivo y Divino en las relaciones interpersonales.

Pero algo salió terriblemente mal. Rabí Akiva perdió 24.000 estudiantes, pero no se desesperó. Él volvió a empezar, esta vez enfocado en un grupo mucho más pequeño de discípulos, cinco estudiantes, para ser preciso. Fue a partir de estos estudiantes que se difundió la Torá; ellos fueron quienes transmitieron el legado de Rabí Akiva.

El mundo permaneció desolado hasta que vino Rabí Akiva a nuestros maestros en el sur y enseñó Torá a Rabí Meir, Rabí Iehudá, Rabí Iosi, Rabí Shimón (bar Iojai) y Rabí Elazar ben Shamúa, quienes revivieron la Torá en esa época (Talmud Bablí Ievamot 62b).

La frase "hasta que vino Rabí Akiva" se usa muchas veces en la literatura rabínica. De hecho, se usa el doble en referencia a Rabí Akiva que a todos los otros Sabios en conjunto. Esta no es la única ocasión en que la frase es descriptiva. No es una declaración general, como cuando se dice "hasta que se le ocurrió la idea", sino que describe un cambio de lugar: él fue al sur de Israel y comenzó a enseñar allí a sus nuevos estudiantes. Podríamos suponer que siempre que se usa esta frase, se refiere a una enseñanza que Rabí Akiva impartió a sus nuevos estudiantes en el sur. Esas enseñanzas en particular tenían el objetivo de asegurar que sus nuevos estudiantes fueran emocionalmente sofisticados, sensibles y amables, y evitar los errores que llevaron a la muerte de sus discípulos anteriores.

Como fue enseñado: Shimón Haamsuni (otros dicen que fue Nejemia Haamsuni) interpretó cada "et" de la Torá, pero cuando llegó al versículo: "Temerás [et] al Eterno tu Dios", desistió. Sus discípulos le dijeron: "Maestro, ¿qué ocurrirá con todas las instancias en que interpretó la palabra ‘et’?". Les contestó: "Así como recibí recompensa por interpretar, recibiré recompensa por desistir". Hasta que vino Rabí Akiva y enseñó: "Temerás [et] al Eterno tu Dios": [la adición de la palabra ‘et’ nos enseña que este temor] incluye (a los estudiantes de los) eruditos (Talmud Bablí, Kidushín 57a).

Rabí Akiva enseñó que los estudiantes de Torá merecen respeto y que su honor es parte de la reverencia y el temor que hay que tenerle a Dios. Podemos leer esto como un apéndice de su gloriosa enseñanza que establece que se debe amar al prójimo como a uno mismo. Además, podemos conjeturar que esta fue la forma en que Rabí Akiva anticipó o respondió la crítica de que su "gran principio de la Torá " dejaba lugar para que la persona que se trata mal a sí misma se comporte con los demás de forma irrespetuosa.6 Hay una segunda enseñanza de Rabí Akiva que se refiere a este tema todavía de forma más directa.

Dos personas se encuentran en una travesía [lejos de la civilización], y una tiene una cantimplora con agua. Si los dos beben, ambos morirán. Pero si sólo uno bebe, puede llegar a la civilización. Ben Petura enseñó: Es mejor que ambos beban y mueran, y no que vea la muerte de su compañero. Hasta que vino Rabí Akiva y enseñó: [El versículo] ‘Para que tu hermano viva contigo’ (Vaikrá 25:36) nos enseña: Tu vida tiene precedencia sobre la de él (Talmud Bablí, Baba Metzía 62a).

Debemos ayudar a los demás, pero cuando se debe elegir entre uno y el otro, la propia vida tiene precedencia. Este caso usa una situación extrema para enseñar ambos aspectos del principio de Rabí Akiva: debemos amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, preocuparnos por ellos y respetarlos bajo todas las circunstancias. Pero para poder hacerlo, debemos amarnos a nosotros mismos, tratarnos con dignidad y cuidado. Que Rabí Akiva tuviera que resaltar la idea de la auto-preservación, del respeto a uno mismo, indica que esto no sólo fue una ley, sino una postura que sus estudiantes necesitaban oír. Rabí Akiva, quien creía apasionadamente en el valor de la vida tanto como en el del altruismo, no pudo aceptar la idea de que el altruismo causara la muerte de ambos viajeros en el desierto. Rabí Akiva había visto suficiente muerte en su vida, y les enseñó a sus estudiantes que si puedes salir vivo del desierto, eso se convierte en tu obligación.8

¿Acaso Rabí Akiva logró romper el ciclo vicioso y formar una clase diferente de estudiantes? Un análisis profundo de las palabras y de los actos de sus “nuevos estudiantes" prueba que sí. Pero para valorar por completo el éxito pedagógico de Rabí Akiva, nos vemos forzados a desviarnos un poco.

Quizás la filosofía de Rabí Akiva respecto a las relaciones interpersonales queda ilustrada más claramente en sus decisiones halájicas respecto al matrimonio. Siendo una de las relaciones fundamentales de la vida, a Rabí Akiva le preocupaba que los esposos vivieran con tranquilidad, armonía y amor. Por esta razón, las legislaciones de Rabí Akiva sobre el divorcio eran relativamente indulgentes.

Los eruditos que le precedieron discutían respecto a cuáles eran las bases legítimas para un divorcio. Mientras que Ben Shamai entendía que la Torá sólo debería permitir el divorcio en casos de infidelidad, Beit Hilel opinaba que un hombre podía divorciarse de su esposa incluso si ella quemaba su comida (en mi opinión, esto se refiere a que sólo quemaba su comida, pero no la de ella ni la de otras personas, lo que indicaba una agresión, rencor y odio).9

Podemos asumir que la indulgencia de Beit Hilel se basa en el entendimiento de que si esa pareja ya está en una relación contenciosa, no es necesario esperar que la relación se deteriore hasta llegar a la infidelidad. Sin embargo, Rabí Akiva va un paso mucho más lejos y declara que un hombre puede divorciar a su esposa incluso porque encontró otra mujer que es naá mimena, más bonita, más agradable (o quizás más compatible).

Aunque puede parecernos escandaloso que alguien mande a su esposa a “empacar” porque en su lujuria encontró un modelo más nuevo con menos "kilometraje", aparentemente Rabí Akiva es sumamente sensible al hecho de que la relación se base en el amor, el respeto mutuo y la atracción. De hecho, en otra lección que parece tener relación con esta, Rabí Akiva habla en contra de los "rabinos de antaño" que consideraban que las mujeres no debían arreglarse y verse atractivas durante los períodos en que tienen prohibido mantener relaciones maritales con sus esposos. Rabí Akiva permitía que las mujeres casadas se arreglaran tanto como desearan, y no limitó la atracción física entre los esposos como una función de la intimidad física.

Los Sabios previos legislaron que [la mujer] no puede maquillarse ni adornarse con prendas coloridas cuando está nidá, hasta que vino Rabí Akiva y enseñó: de ser así, la haces repulsiva para su esposo y como consecuencia él la divorciará (Talmud Bablí, Shabat 64b).

Aquí vemos aparecer otra vez la frase "hasta que vino Rabí Akiva". Si nuestra tesis es correcta, esta es otra ocasión en que Rabí Akiva les enseñó a sus nuevos estudiantes a ser sensibles a los sentimientos, a legislar en favor del amor y la atracción. El mismo Rabí Akiva que le permitió al esposo con ojos mirones divorciar a su esposa, se opuso a una legislación rabínica que temía que provocara que las mujeres no fueran atractivas para sus esposos. Rabí Akiva habló con fuerza, para asegurar que esa halajá no diera razones para que se desvíen los ojos del esposo.10

Rabí Akiva también subrayó la importancia de que una persona se case con una pareja apropiada para evitar los peligros de una relación deteriorada:

Quien se casa con una mujer que no es apropiada para él transgrede cinco mandamientos negativos de la Torá: No te vengarás (Vaikrá 19:18), No guardarás rencor (Ibíd. 18), No odiarás a tu prójimo en tu corazón (Ibíd. 17), Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Ibíd. 18) y Para que tu hermano viva contigo (Ibíd. 25:36). Porque la odia, desea que ella muera y se abstiene de procrear (Avot de Rabí Natán, versión 1 capítulo 26).

De hecho, este mismo pasaje es el único comentario del mismo Rabí Akiva en su "gran principio de la Torá". Él enseña que en una relación que carece de amor, inevitablemente se transgreden muchas otras leyes de la Torá. El gran principio es más evidente en este pasaje, que describe una progresión destructiva que comienza con un matrimonio sin amor: una cascada de emociones negativas lleva a pensamientos dañinos y, eventualmente, a acciones destructivas.

Con esta información, y sobre el telón de fondo de la aplicación del "gran principio de la Torá” de Rabí Akiva, podemos ahora volver a nuestra pregunta: ¿Rabí Akiva logró comunicarle esta idea a sus estudiantes?

Rabí Iehudá, uno de los cinco nuevos estudiantes de Rabí Akiva, aplicaba la ley de forma muy similar y advirtió respecto al precio a pagar por una relación que se deterioró. Tanto las palabras como la lógica que emplea resultan bastante familiares:

Si un hombre toma una esposa, tiene relaciones con ella, y la llega a odiar… Rabí Iehudá dice:11 …de aquí vemos que si una persona transgrede un mandamiento fácil, eventualmente transgredirá un mandamiento más grave. Si no obedece el mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo, llegará a transgredir los mandamientos: No te vengarás y No guardarás un rencor (Vaikrá 19:18), y No odies a tu prójimo en tu corazón (Vaikrá 19:17); el mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo y Para que tu hermano viva contigo (Vaikrá 25:36), y eventualmente llegará a derramar sangre (Sifrí, Devarim, sección Ki Tetzé 235).

Sobre una relación interpersonal completamente diferente, la Mishná en Nedarim se refiere al problema de una persona que hizo un juramento para despojar a un amigo de sus propiedades. La Mishná discute las condiciones que pueden anular ese juramento (lo que se llama "una apertura" del juramento). La opinión de Rabí Meir sobre el tema resulta conocida:

Rabí Meir dijo también: Una apertura [para la anulación de un juramento] puede darse en base a lo que está escrito en la Torá, por lo que le decimos: "Si hubieras sabido que estabas transgrediendo [los mandamientos]: ‘No te vengarás’, 'No guardarás rencor', 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo' y 'Tu hermano vivirá contigo', o que él podía empobrecer y tú no tendrías la posibilidad de sustentarlo, ¿[hubieras hecho este juramento]?" Si contestara: 'Si hubiera sabido eso, no habría jurado', queda absuelto" (Mishná Nedarim 9:4, Talmud Bablí 65b)

El patrón que emerge es inconfundible. La aplicación del gran principio de Rabí Akiva de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" al área de las relaciones maritales fue aplicada por dos de sus nuevos estudiantes: por Rabí Iehudá respecto al divorcio y, luego por Rabí Meir, para ayudar a curar un conflicto diferente entre dos personas.

El Sifrí registra una enseñanza similar en una tercera área de relaciones interpersonales:

"Si una persona odia a otra y espera y la ataca": de aquí aprendemos que si una persona transgrede un mandamiento simple, eventualmente transgredirá un mandamiento más grave. Si transgrede el mandamiento de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", eventualmente transgredirá los mandamientos: "No tomarás venganza" y "No guardarás rencor" (Vaikrá 19:18), el mandamiento "No odiarás a tu prójimo en tu corazón" (Vaikrá 25:17) y el mandamiento "Para que tu hermano viva contigo " (Vaikrá 25:36), hasta llegar al punto de derramar sangre.

Este pasaje trata sobre el odio que puede llevar al asesinato. Una vez más, hay un espiral descendente en el que se van transgrediendo mandamientos. De nuevo se implementa la enseñanza de Rabí Akiva, aunque esta vez no se le atribuye a ningún erudito en particular. Sin embargo, el Talmud declara que las enseñanzas anónimas en el Sifrí son obra de otro de los nuevos alumnos de Rabí Akiva: Rabí Shimón bar Iojai:

Rabí Iojanán dijo: [El autor de] una Mishná anónima es Rabí Meir, de una Tosefta anónima es Rabí Nejemia, de una [sentencia] anónima en el Sifrá es Rabí Iehudá, y en el Sifrí es Rabí Shimón, y todas son enseñanzas de acuerdo con las opiniones de Rabí Akiva (Talmud Bablí, Sanedrín 86a).

Vemos que tres de los nuevos estudiantes de Rabí Akiva oyeron e interiorizaron la lección de su maestro, y la aplicaron en sus propias enseñanzas respecto a la centralidad de construir y mantener relaciones afectuosas.

Un cuarto estudiante, Rabí Elazar ben Shamúa, enseñó este mismo principio de amor y respeto en una expresión más sucinta:

Rabí Elazar ben Shamúa dijo: Que el honor de tu discípulo sea para ti tan importante como el tuyo mismo, que el honor de tu colega sea [tan importante] como la reverencia hacia tu maestro y que la reverencia hacia tu maestro sea tan [vital] como tu temor al Cielo (Mishná Avot 4:12).

El énfasis de Rabí Elazar en el honor a los maestros, colegas y estudiantes refleja las enseñanzas de Rabí Akiva. Podemos decir que esta Mishná es una verdadera expresión del legado de Rabí Akiva, expresada por uno de sus nuevos estudiantes.12 Otro Midrash extenso relata que la bondad y el interés de Rabí Elazar ben Shamúa se extendía incluso a los no judíos, un hecho que eventualmente salvó a todos los judíos de cierta provincia.13

Queda claro que Rabí Akiva tuvo bastante éxito con sus nuevos estudiantes. Les enseñó a ser sensibles, les enseñó a ser bondadosos y les enseñó a amar. Les enseñó que amar al prójimo es realmente la enseñanza central de la Torá. Cada aspecto de la ley de la Torá debe verse impactado por este amor; cada aspecto de nuestra sociedad emana del gran principio de amor.

El Rabí Akiva que llegó al sur y enseñó a cinco grandiosos estudiantes fue un Rabí Akiva que había internalizado la lección de la trágica muerte de sus primeros estudiantes. Al enseñar a sus nuevos estudiantes, no dejó al azar que entendieran su mensaje, sino que lo explicó una y otra vez y fue explícito y específico al enseñarlo. Su método pedagógico, y su diligencia para transmitir este mensaje educativo a sus nuevos estudiantes, quedaron preservados en otro pasaje que cuenta la historia de la muerte de sus primeros estudiantes con algunas leves variaciones:

Rabí Akiva dijo: "Si formaste discípulos en tu juventud, forma discípulos en tu ancianidad, porque no sabes quiénes sobrevivirán, si estos o aquellos, o si serán igualmente exitosos". Rabí Akiva tuvo doce mil parejas de discípulos desde Aco hasta Antipatris, y todos murieron en el mismo período. ¿Por qué? Porque se miraron entre ellos con disgusto. Eventualmente formó siete discípulos: Rabí Meir, Rabí Iehudá, Rabí Iosi, Rabí Shimón, Rabí Elazar ben Shamúa, Rabí Iojanán el zapatero y Rabí Eliezer ben Iaakov. Otros dicen: Rabí Iehudá, Rabí Nejemia, Rabí Meir, Rabí Iosi, Rabí Shimón bar Iojai, Rabí Janina ben Hakinai y Rabí Iojanán el zapatero. [Rabí Akiva] les dijo: Hijos míos, los anteriores murieron sólo porque miraron con disgustó los unos los otros [por su conocimiento de] la Torá; asegúrense de no actuar como ellos. Se levantaron y llenaron toda la Tierra de Israel con Torá (Bereshit Rabá 61:3).

Cualquier otra persona que hubiera perdido tantos estudiantes, que hubiese visto erradicada la obra de toda su vida, se habría dado por vencida. Rabí Akiva comenzó a enseñar en una etapa relativamente tardía de su vida y fácilmente hubiera podido sentir que todo fue en vano. Sin embargo, él comenzó de nuevo. Encontró las mejores mentes del lugar y llenó sus corazones con amor.

Hay un apéndice que se enseña en nombre del Jidushei Harim.14 Si bien es cierto que la ley sigue a Rabí Akiva, en nuestro corazón deberíamos sentir el altruismo de Ben Petura.15 Incluso cuando debemos valorarnos y cuidarnos a nosotros mismos, el amor por el prójimo debe seguir siendo fuerte en nuestro corazón.

Muchas generaciones después, en la era del Holocausto, otro hombre vio la misma clase de destrucción de la que fue testigo Rabí Akiva, aunque multiplicado a números imposibles. Fue un joven estudiante de ieshivá llamado Eli Wiesel. Muchos años después, él escribió sobre su amor por Rabí Akiva:

Amo a Rabí Akiva. Lo amo por su humanismo, por su pasión por el estudio. Lo amo por su amor hacia el pueblo judío. ¿Su discusión con Ben Petura sobre los deberes y las obligaciones de la amistad? Su decisión nos enseña algo importante. Cuando el amigo que sobrevive sale del desierto, ya no está solo; tendrá que vivir dos vidas, la propia y la de su amigo muerto (Sabios y soñadores, Eli Wiesel, pág. 240).16


NOTAS:

1. Ben Azai fue uno de los primeros estudiantes de Rabí Akiva, quizás incluso podemos decir que fue su "socio minoritario". Ver Talmud Bablí, Baba Batra 158b; Talmud Ierushalmi, Rosh Hashaná 1:1.

2. A menudo el Talmud asume que el lector está familiarizado con los textos bíblicos y cita el comienzo de un texto cuando el objeto de la interpretación en realidad está en la segunda parte del versículo.

3. Esta enseñanza se encuentra en tres lugares: en Sifrá, que es el Midrash halájico de Vaikrá, en Bereshit Rabá y en el Talmud Ierushalmi en Nedarim 9:4. Sólo en Bereshit el nombre Ben Azai aparece en primer lugar y luego se menciona la posición de Rabí Akiva. En las otras dos ocasiones se cita primero a Rabí Akiva y luego a Ben Azai como introductor de un principio más grandioso. Es posible que Ben Azai haya considerado que no estaba discutiendo, sino expandiendo la enseñanza de su maestro.

4. Es posible que Rabí Akiva haya estado de acuerdo. En Pirkei Avot 3:14, Rabí Akiva dice: Amado es el hombre porque fue creado a imagen [de Dios]. Aparentemente, la razón por la que merecemos ser amados es nuestra similitud a Dios.

5. Esta laguna legal fue señalada por Rav Iaakov de Orleans (un miembro de la escuela Tosafot que fue martirizado en Londres). Ver Rav Jaim Paltiel sobre Vaikrá 19:18.

6. Ver el comentario de Rav Pinjas Horowitz, Séfer Hamikná, Kidushín 57a.

7. El contexto de este pasaje trata sobre ayudar a otro que se encuentra en necesidades financieras, pero el lenguaje de este versículo, "vejai", sugiere la aplicación más amplia de salvar vidas.

8. Rav Iaakov Emden legisló que mientras se preserve la vida de una persona, las enseñanzas de Rabí Akiva se cumplirían. Él entendió que el propietario tiene derecho a conservar el agua o a dársela a la otra persona, siempre y cuando una persona logre salvarse.

9. Ver Mishná Guitín 9:10 (encontrada en Talmud Bablí Guitín 90a): Beit Shamai dice: un hombre no debería divorciar a su esposa salvo que la haya encontrado culpable de una conducta impropia, como dice: "…porque encontró algunas cosas impropias en ella" (Debarim 24). Sin embargo, Beit Hilel dice [que la puede divorciar] incluso si meramente arruinó su comida, como dice: "…porque encontró algo impropio en ella" (ibid.). Rabí Akiva dice: [puede divorciarla] incluso si encuentra otra mujer más bonita que ella, como dice: "Si ocurriera que ella no encuentra favor en sus ojos".

10. Esta conexión fue notada por el Netziv en su comentario Meromei Sadé, Shabat 64b.

11. Asumo que continúa siendo Rabí Iehudá quien habla en el texto.

12. Este énfasis en el respeto se encuentra en otro pasaje, donde Rabí Elazar ben Shamúa enseña que si uno llega tarde a una clase no debe llamar la atención mientras llega a su asiento, si eso incomodará a quienes ya están sentados (ver Talmud Bablí Sotá 39a y los comentarios de Rashi). Sus discípulos le preguntaron a Rabí Elazar ben Shamúa: "¿Cómo prolongó su vida?". Contestó: "Nunca usé una sinagoga como atajo, ni me paré sobre la cabeza de personas santas, ni elevé mis manos [como un cohén] sin antes pronunciar una bendición".

13. Kohélet Rabá 11:1: Rabí Elazar ben Shamúa caminaba sobre las rocas a orilla del mar, cuando vio un barco que se hundía repentinamente con todo lo que tenía a bordo. Vio un hombre sentado sobre un tablón del barco [que era llevado] de ola a ola hasta que llegó a la costa. Estaba desnudo. Ocurrió que era la época en que los israelitas ascienden a Jerusalem para el festival. El hombre les dijo: "Pertenezco a los descendientes de Esav, su hermano. Denme algunas ropas para cubrir mi desnudez porque el mar me desnudó y nada se salvó conmigo". Le contestaron: "¡Que todo tu pueblo esté también desnudo!" Elevó sus ojos y vio a Rabí Elazar, que estaba caminando entre ellos. Exclamó: "Veo que eres un hombre anciano y respetado entre tu pueblo y conoces el respeto que se le debe a todas las personas. Entonces, ayúdame y dame una prenda con la que cubrir mi desnudez, porque el mar me desnudó". Rabí Elazar ben Shamúa vestía siete batas, se quitó una y se la dio. También lo llevó hasta su casa, le dio alimento y bebida, doscientos dinares, lo acompañó catorce millas persas y lo trató con gran honor hasta que lo llevó hasta su casa. Un tiempo después, el malvado emperador murió y eligieron a este hombre como rey en su lugar, y decretó que todos los hombres fueran asesinados y las mujeres tomadas como botín. Le dijeron a Rabí Elazar ben Shamúa: "Vaya e interceda por nosotros". Él les dijo: "Ustedes saben que este gobierno no hace nada sin ser pagado". Le dijeron: "Aquí hay cuatro mil dinares, tómelos e interceda por nosotros”. Los tomó y fue y se paró a la entrada del palacio real. Les dijo [a los guardias]: "Vayan y díganle al rey que un judío está en la puerta y que desea saludar al rey". El rey ordenó que lo hagan entrar. Al verlo, el rey descendió de su trono y se postró ante él. Le preguntó: "¿Qué lo trae a mi maestro aquí, y por qué mi maestro se molestó en venir hasta aquí?" Contestó: "Que tenga usted misericordia sobre esta provincia y anule este decreto". El rey le preguntó: "¿Hay alguna falsedad escrita en la Torá?" "No", fue la respuesta, y el rey le dijo:

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