Adaptándonos a la imperfección

7 min de lectura

Behar (Levítico 25:1-26:2 )

Enseñanzas profundas de la parashá semanal del líder espiritual de Moshav Matitiyahu en Israel.

“Cuando digan: ‘¿Qué comeremos en el séptimo año? He aquí que no sembraremos y no recogeremos nuestro fruto [por las restricciones de Shmitá]’, Yo ordenaré mi bendición sobre vosotros el sexto año y la tierra producirá frutos suficientes para tres años [para el año antes de Shmitá, el año de Shmitá y el siguiente año, hasta que puedas plantar y recolectar la cosecha]”. (Levítico 25:20-21)

Sforno escribe que la naturaleza del milagro de Dios varía de acuerdo a la calidad del bitajón (fe en Dios) demostrada por el pueblo judío. Si su bitajón hubiese sido grande, el milagro habría sido que la cantidad de un año habría alcanzado para tres años. Si no, ellos recibirían el triple de granos en el sexto año. El primero era un milagro oculto; el segundo era obvio para todos.

¿Por qué, podríamos preguntarnos, el nivel más bajo de bitajón evoca el milagro más obvio, es decir, tres veces la cantidad de granos?

Las fuentes tradicionales explican que Dios evita realizar milagros revelados. Estos milagros parecen implicar que el orden natural que Dios creó, y que Él describió como “muy bueno”, no es completo y necesita ajustes cada cierto tiempo.

En realidad, no hay diferencia entre la naturaleza y los milagros; ambos son expresiones de la voluntad Divina. La apertura del Mar, dicen los Sabios, ya estaba decretada desde la creación del mundo. Éste, así como otros milagros, son meramente eventos naturales que ocurren infrecuentemente; la naturaleza son eventos milagrosos que ocurren regularmente.

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, los milagros parecen excepciones al orden natural. Como tales, ellos pueden disminuir el honor de Dios ante nuestros ojos, ya que implican una imperfección en Su creación. Por eso, nosotros no rezamos por milagros ni obtenemos beneficio de los productos producidos por milagros.

Ahora bien, el milagro oculto de saciarse con porciones más pequeñas, para que la cosecha de un año hubiese durado tres años, no cumplía con las necesidades de aquellos cuyo bitajón era débil. Al ver una cosecha normal en el sexto año, esas personas se habrían preocupado de que su cosecha sería insuficiente para los próximos años. Ellos necesitaban ver los granos para tres años delante de sus ojos para sentirse seguros.

Y ahora el punto más asombroso: Dios respondió a esa necesidad de ver los granos en frente y proveyó una triple cantidad de grano, a pesar de que esa necesidad se había generado a partir de una falta de fe y confianza en Dios. ¡Cuán asombrosa es la bondad de Dios!

* * *

Ajustando el Plan

En la víspera de nuestra conquista de Israel, Dios le dijo a Moshé (Deuteronomio 7:22) que Él destruiría a los habitantes Canaanitas de Israel lentamente, para que la tierra no quedara desolada y los animales salvajes se multiplicaran. Rashi agrega que si el pueblo judío hubiera realizado la voluntad de Dios, ellos no habrían tenido nada que temer de los animales salvajes. Sin embargo, Dios sabía que ellos pecarían, y por lo tanto, extendió la conquista algunos años. Nuevamente Dios actuó de una manera en que las cosas serían más fáciles para nosotros considerando nuestros pecados.

El rabino Jaim de Volozhin le preguntó una vez al Gaón de Vilna a qué se refiere el Talmud cuando dice que uno de los atributos de Dios es que Él “se contenta con su porción”. Por definición, Dios es completo en sí mismo y no necesita nada.

El Gaón explicó que el pueblo judío es la porción de Dios. A pesar de que a Él le gustaría que estuviésemos en un nivel mayor, aun así Él se alegra con nosotros, sin importar el nivel en el que estemos.

Se nos exige que imitemos a Dios en todas Sus formas, y la manera en la que Él se relaciona con nosotros contiene muchas lecciones valiosas sobre cómo debemos relacionarnos el uno con el otro. Muchas veces nuestros amigos, nuestra pareja o nuestros hijos no están en el nivel en el que nos gustaría que estuviesen. Debemos aprender de nuestro Creador que a pesar de nuestras expectativas, debemos aceptar la realidad de la situación presente y lidiar con ellos en su nivel actual.

Con nosotros mismos también, no debemos confundir nuestras aspiraciones de niveles superiores con nuestro nivel presente. Debemos adaptarnos a nuestro nivel actual y al de otros, mientras luchamos siempre por ser mejores y por lograr mayor perfección.

De esta forma, vamos a subir rápidamente la escalera de la perfección, y llegará el día en el que Dios nos proveerá la perfección total.

* * *

Onaat Devarim – Verdad y Falsedad

Adicionalmente a la prohibición de onaat mamón, engañar al prójimo monetariamente al cobrar más o pagar menos, la Torá también prohíbe varias formas de onaat devarim, engaño verbal. Onaat devarim toma muchas formas: invitar a alguien a una cena sabiendo que va a estar fuera de la ciudad ese día; preguntar por el precio de una mercadería cuando uno no tiene la intención de comprarla, sino que sólo desea comparar el precio con otro ítem que compró; recordarle a un baal teshuvá sobre sus pecados previos; decirle a una persona que está sufriendo una desgracia que él está siendo castigado por sus pecados.

En los primeros dos casos de onaat devarim, el elemento del engaño está relativamente claro. Al invitar a alguien sabiendo que no puede aceptar, uno crea un sentido de obligación recíproca por parte de ellos. Similarmente, fingir ser un posible cliente hace que el comerciante pierda su tiempo y esfuerzo frente a una posible venta. Pero, ¿dónde está el engaño en los últimos dos ejemplos? Recordarle a un baal teshuvá sobre sus pecados puede causarle dolor, pero ¿cómo es eso engaño o mentira? Y si alguien le dice a un amigo en sufrimiento que está siendo castigado por sus pecados, ciertamente hay un elemento de verdad en esa afirmación.

Para entender cómo todos estos ejemplos están relacionados, debemos refinar nuestro entendimiento de onaat (opresión). En relación a onaat mamón la esencia del pecado no es la pérdida monetaria que uno le causa al otro, dado que eso ya está incluido en la prohibición de robar. Sino que la esencia del pecado es la creación de una falsa impresión sobre el valor del objeto que está siendo vendido.

Es difícil ver cual es la falsa impresión que se crea al herir a un baal teshuvá o a un ger (converso) con los recuerdos de su pasado, sin embargo, está ahí. Los Sabios nos dicen que un converso es como una persona recién nacida y ya no está conectado con su pasado. Así también, un baal teshuvá se divorcia totalmente de sus pecados pasados; ellos no son simplemente olvidados sino que incluso pueden transformarse en méritos a través de su teshuvá. Por lo tanto, alguien que le recuerda su pasado a estos individuos – como si este pasado todavía fuera parte de ellos – crea una falsa impresión que les causa dolor.

Similarmente, decirle a alguien que está sufriendo que su sufrimiento es resultado de sus pecados puede implicar falsamente que él no es esencialmente una persona justa y que su aparente temor a Dios es fingido, cuando de hecho, su sufrimiento es el resultado de un defecto específico que de ninguna manera define su nivel espiritual.

La “verdad” es el sello de Dios. La verdad es real y perdura; la falsedad es fugaz. La realidad lleva el sello de Dios, porque Él puede ser encontrado en ella. Alguien que distorsiona la realidad, esconde a Dios. Por esa razón, los mentirosos están entre aquellos que no verán la cara de la Shejiná. Dios no puede encontrarse o identificarse en la falsedad.

La palabra emet (verdad) representa la totalidad de la realidad existente. Sus letras abarcan todo el alef-bet, siendo alef la primera letra, mem la letra del medio y tav la letra final. Todas las letras se paran firmes sobre una base de dos piernas. En contraste, sheker (falsedad) se compone de tres letras que están agrupadas al final del alef-bet y que se paran sobre un solo punto o sobre una sola pierna. Tal como dicen los Sabios, “la mentira (sheker) no tiene piernas”. No es significativa ni duradera.

El atributo de emet lo personifica Yaakov. Por esta razón el Satán escogió pelear con Yaakov y no con Itzjak ni Abraham. Abraham personifica el jesed (bondad) e Itzjak personifica la avodá (el servicio a Dios). El Satán sabía que mientras el emet no estuviera establecido firmemente en el mundo, él podría vivir con jesed y avodá. Sin el emet, el jesed puede distorsionarse a inmoralidad sexual y la avodá a idolatría. Sin embargo, una vez que el emet se establece firmemente, el jesed es jesed verdadero y la avodá es avodá verdadera. El Rosh Ieshivá de Telz, rabino Jaim Mordejai Katz, ZT’’L, explicó las palabras de los Sabios, “El estudio de Torá es igual (literalmente “opuesto”) a todas ellas”, como sigue: para estar seguros que nuestras mitzvot, son verdaderamente mitzvot, ellas deben ponerse enfrente del estudio de la Torá, es decir, evaluarse de acuerdo al emet de la Torá, para que no se corrompan y sean distorsiones del jesed y de la avodá.

Vivimos en el período de ikveta demeshija, la última etapa del exilio, sobre la que los Sabios dicen, “faltará la verdad”. El Talmud Yerushalmi dice que cuando la gente miente, la naturaleza sigue el ejemplo. Se forman las nubes y parece como que va a llover pero no llueve. Hoy una persona puede levantarse en la mañana y vestirse con ropa de imitación de algodón, ponerse zapatos de imitación de cuero, sentarse en una silla de imitación de madera, tomar de desayuno una imitación de huevo con una imitación de carne, salarlo con un substituto de la sal y tragarlo con un jugo de fruta que no contiene fruta. Vivimos en un período donde falta la verdad – por eso la proliferación de los sintéticos y las imitaciones, incluso en la naturaleza misma.

Durante Elul un lechero fue donde el rav de Telz y confesó que había estado diluyendo la leche y engañando a los clientes. Estaba buscando una manera de arrepentirse. El rav de Telz le dijo que el primer paso era dejar inmediatamente de diluir la leche. Una semana después el lechero apareció donde el rav, obviamente enojado. “Dejé de diluir la leche tal como el rav me dijo y mi negocio está sufriendo. La gente se rehúsa a tomar mi leche. Dicen que no sabe bien”: Una persona puede acostumbrarse tanto al sheker, que puede parecer emet ante sus ojos.

No es sorpresa entonces, que el Shela Hakadosh enfatice que el éxito en la crianza de los hijos y la educación se basa en el atributo de la verdad. Uno debe esforzarse por inculcar en cada niño judío un respeto inquebrantable por la verdad, y eso va a crear una base de conducta apropiada en todas las otras áreas.

Que la falsedad desaparezca como el humo y que dé paso al mundo de la verdad con la llegada del Mashiaj pronto en nuestros días.

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