El lazo más fuerte

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Vaerá (Éxodo 6:2-9:35 )

Temas contemporáneos a través del prisma de la parashá semanal.

Dios le habló a Moshé, y le dijo: "Yo soy Hashem. Yo me revelé a Abraham, a Itzjak y a Iaakov [con el Nombre de] “Kel Shakai”, pero con mi Nombre “Hashem” [el Nombre IKVK, el “shem havaiá”] no me di a conocer a ellos (Éxodo 6:2,3).

Este versículo necesita una explicación, porque de hecho vemos que Dios sí habló con los Avot utilizando el nombre IKVK (1).

Para resolver esta dificultad, antes que nada necesitamos entender qué significan los nombres de Hashem.

Nuestra tradición enseña que en esencia no es adecuado atribuirle ningún nombre a Dios (incluso el shem havaiá), porque Él es absolutamente infinito e ilimitado (2). Un nombre es una forma de describir al sujeto que designa (3), y Dios está más allá de toda descripción. Por lo tanto, debemos entender que los nombres de Hashem son sólo una referencia a la forma en que Él dirige el universo y no una definición de Su Ser esencial.

No podemos percibir a Hashem con ninguno de nuestros sentidos ni podemos captar conceptualmente Su esencia. Entonces, ¿cómo llegamos a conocerlo? Llegamos a conocerlo al observar Sus acciones en el universo. Por ejemplo, cuando Hashem dividió el Mar de los Juncos para Am Israel y simultáneamente ahogó a nuestros enemigos, percibimos lo importantes que somos para Él y cómo administra justicia a los malvados.

Rashi explica que en el contexto del pasuk que estamos analizando, el nombre Kel Shakai se refiere a que Hashem les hizo promesas a los Patriarcas (por ejemplo, que su descendientes heredarían la tierra) y el shem havaiá es una referencia a la cualidad Divina de cumplir las promesas.

Si bien los Patriarcas recibieron muchas promesas, ellos no llegaron a verlas materializadas. De todas maneras confiaban plenamente en que Hashem cumpliría todas Sus promesas.

Rashi explica que esta idea contrasta con la petición que Moshé le hizo a Hashem en la parashá de la semana pasada. En ella leímos que el faraón endureció la esclavitud del pueblo judío en respuesta al pedido de Moshé de dejarlos salir. Asumiendo el rol del líder que se preocupa profundamente por su pueblo, Moshé con cierto atrevimiento le preguntó a Hashem por qué aún no había salvado al pueblo judío: “Desde que fui al faraón para hablar en Tu nombre, le hizo maldad a esta nación, y Tú no salvaste a Tu nación” (5:23).

Hashem critica a Moshé por no confiar plenamente en Él, tal como lo hicieron los Patriarcas. Los Patriarcas confiaron plenamente en que Hashem cumpliría hasta el mínimo detalle de cada una de Sus promesas; pero a Moshé, debido a su intensa empatía con el sufrimiento de su pueblo, le faltó una fracción mínima de confianza en Hashem de acuerdo con lo que se espera de alguien de su calibre (4).

Todos tenemos altibajos en la vida. Por supuesto, durante las buenas épocas es fácil sentirse alegre y agradecido con Hashem por Sus bondades (5). Sin embargo, durante las épocas más duras puede resultar muy difícil mantener una confianza absoluta en Dios, en que Él dirige todo y que en definitiva todo es para bien.

Sin embargo, lo que aprendemos aquí es que debemos esforzarnos por fortalecer nuestra confianza en Hashem tal como lo hicieron nuestros Patriarcas, para que al enfrentar las vicisitudes de la vida logremos permanecer firmes en nuestras convicciones. Como dijeron nuestros Sabios, debemos acostumbrarnos a decir siempre: “también esto es para bien”. Incluso cuando la situación parece sombría, debemos esforzarnos para despertar en nuestro interior sentimientos genuinos de confianza en que Dios nos cuida, guía nuestra vida y que todo lo que ocurre es para un bien supremo.

¿Cuál es el secreto para alcanzar este gran nivel de confianza en Hashem?

A primera vista podríamos decir que el ingrediente fundamental es la humildad. Quien es suficientemente humilde para entender que sólo somos carne y hueso y que nos es imposible comprender los profundos caminos de Hashem, podrá aceptar con facilidad que todo lo que ocurre es para bien, incluso si no logra entenderlo. Por lo tanto, podríamos decir que si Moshé hubiera tenido este grado de humildad (algo necesario para el nivel increíblemente elevado que tenía) no hubiera cuestionado la conducta de Hashem.

Sin embargo, si lo analizamos vemos que esta idea no parece ser correcta, por lo menos no con respecto a Moshé Rabeinu. La Torá declara explícitamente que Moshé Rabeinu fue la persona más humilde que existió y existirá en toda la historia (6). Abraham dijo: “Soy polvo y cenizas”(Bereshit 18:27), pero Moshé dijo: “y nosotros qué somos” (Shemot 16:7). En otras palabras, Moshé implicó que no somos absolutamente nada. Moshé ni siquiera se sintió digno de ser considerado algo tan insignificante como polvo y cenizas. Vemos que el grado de humildad de Moshé superó al de los Patriarcas (7).

Por lo tanto, parece que la confianza tiene un aspecto más profundo que aún nos falta descubrir.

Analicemos dos relaciones en las que la confianza juega un rol crítico: los niños con sus padres y entre los cónyuges.

Cuando los padres crían a sus hijos con amor y disciplina en la medida correcta, cuando en el hogar existe la salud emocional y psicológica que resulta de la armonía y la unidad, los niños confían naturalmente en sus padres. Parecería que el factor clave para esta confianza es la conciencia innata que tiene el niño respecto a que “Mami y papi quieren lo mejor para mí, ellos saben qué es lo mejor para mí. Por ende, a pesar de que yo no entiendo por qué me obligan a hacer algo o me prohíben otra cosa, hago lo que dicen porque son mis padres”. Esto parece un paralelo al concepto de la humildad: entender que ellos saben más y quieren lo mejor para mí, incluso si yo no lo entiendo. Es indudable que este factor juega un rol fundamental en nuestra confianza en Hashem. La Torá se refiere explícitamente al pueblo judío como los hijos de Hashem (8). De hecho, Hashem envió a Moshé ante el faraón con el clamor de “Mi hijo, Mi primogénito, Israel” (9).

Rabí Akiva nos reveló que si bien "Todos los textos del Tanaj son kódesh (sagrados), [pero] Shir hashirim, el Cantar de los cantares, es Kódesh Kodashim" (10). En Shir hashirim, se describe la relación entre Hashem y el pueblo judío como la relación entre un hombre y su mujer. La cercanía entre los esposos es superior a la de cualquier otra relación (11). La única relación que expresa el profundo vínculo de amor que existe entre Hashem y el pueblo judío es la del hombre con su esposa.

Hashem se refiere a Abraham como Mi amado” (12).

Abraham Avinu, y luego Itzjak y Iaakov, forjaron un gran camino de conciencia y adoración al Creador y Amo del universo. En una época en que todo el mundo estaba inmerso en el paganismo, cuando todos simplemente inventaban una idea o imagen que concordaba con sus deseo y le llamaban dios; en una época en que el Dios Verdadero estaba lejos de los corazones de toda la humanidad, Abraham Avinu luchó con todas sus fuerzas para acercarse a Dios. Abraham se negó a disfrutar de las fantasías triviales del mundo que lo rodeaba. Él entendió que existe la verdad y que uno debe esforzarse para descubrirla y aceptarla. Con todas sus fuerzas (de hecho, estuvo dispuesto a entregar su vida por ello) Abraham Avinu se apegó a Hashem e intentó llevar esa consciencia al resto del mundo. Sobre esa persona Dios exclama: “Mi amado”.

La confianza tiene una importancia vital en la relación matrimonial. La confianza mutua absoluta e inquebrantable es lo que les permite esforzarse en conjunto para alcanzar los objetivos de sus vidas. Esta profunda confianza mutua es lo que los une cuando enfrentan las dificultades de la vida.

¿Cuál es la raíz de esta profunda confianza entre marido y mujer?

“Mi amado”.

“Mi amado” es la raíz y la fuente de la profunda confianza que el marido y la mujer tienen el uno por el otro. Cuando estás tan cerca, confías. Los poderosos lazos del amor y la cercanía crean esta confianza indestructible que un marido tiene por su esposa y que ella tiene por su marido.

Aní ledodí vedodí li”, yo soy para mi amado y mi amado es para mí (13).

Un marido y su mujer saben que pueden confiar plenamente el uno en el otro porque el amor que sienten mutuamente está tan arraigado que la idea de que uno traicione al otro es simplemente inimaginable (14).

Debido a la intensa lucha que tuvieron los Patriarcas para forjar el camino de adoración al Dios Verdadero, el amor que existió entre ellos y Hashem fue sumamente profundo.

Cuanto más nos esforzamos para estar cerca de Hashem, más Lo amamos y confiamos en Él.

Si superamos nuestros defectos naturales y hacemos lo correcto, si le sonreímos a un amigo incluso cuando estamos de mal humor, si contenemos el impulso de cometer una trasgresión, si estudiamos y enseñamos Torá con diligencia y gran dedicación, si nos esforzamos mucho para cumplir cada mitzvá y prestamos atención a cada detalle, estaremos siguiendo el camino de nuestros Patriarcas. Nos apegaremos a Dios con el poderoso vínculo del amor, y eso nos llevará a tener confianza absoluta en Él.


Notas:

  1. Por ejemplo, ver Bereshit 12:1, 7; 13:14; 15:1, 4, 7; 17:1; 18:1, 13, 17, 26; 26:2; 28:13.

  2. Néfesh hajáim, Capítulo 2.

  3. De hecho, nuestros Sabios revelan que los padres reciben cierta dosis de inspiración Divina en el momento de darle el nombre al niño, para que este no sea una forma casual de identificarlo sino que, por el contrario, exprese algo de la esencia de la persona (ver Brajot 7)

  4. Por supuesto, esto se encuentra en un nivel que ni siquiera podemos comenzar a entender. Moshé Rabeinu fue el individuo que alcanzó el nivel más alto posible de comunicación directa con Hashem, y estaba hablando con Él. Indudablemente, entender el aspecto sumamente sutil que le faltó a Moshé para llegar al 100% de confianza en Hashem está muy lejos de nuestra capacidad. Sin embargo, podemos y debemos aprender de estos pasajes y aplicar los principios que emergen a nuestra vida, cada uno de acuerdo con su propio nivel.

  5. Sin embargo, sigue existiendo la poderosa prueba de ver si uno olvida a Hashem bajo tales circunstancias.

  6. Bamidbar 12:3.

  7. Julín 89a. Si bien en teoría podemos decir que Moshé alcanzó su nivel de humildad después de estos eventos (quizás como resultado de la enseñanza que aprendió en la parashá de la semana pasada por no haber tenido el grado de confianza en Hashem que requería su elevado nivel), de todos modos no parece que el problema haya sido la humildad. Ver las conversaciones en Shemot, capítulos 3 y 4, donde Moshé claramente expresa un grado fantástico de humildad.

  8. Devarim 14:1.

  9. Shemot 4:22.

  10. Iadáim 3:5.

  11. Bereshit 2:24 con Rambán, Brajot 56a.

  12. Isaías 41:8.

  13. Shir hashirim 6:3.

  14. Por supuesto, debemos facilitar y alentar el desarrollo de esta confianza actuando de forma que refleje esta realidad (por ejemplo, estar SIEMPRE del lado del otro en presencia de otras personas), pero la profundidad y el poder de su amor mutuo es lo que genera y alimenta esa confianza.

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