Una lluvia dulce

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Haazinu (Deuteronomio 32 )

Temas contemporáneos a través del prisma de la parashá semanal.

“Goteará como lluvia mi lección, fluirá como rocío Mi enunciado; como vientos tempestuosos sobre la vegetación y como gotas de lluvia sobre la hierba”.

¿La lluvia es dulce?

¡Sí, es muy dulce! Imaginemos a un granjero que pasó horas arando y sembrando (además de todas las otras labores asociadas al cultivo) y que espera ansiosamente que llegue la lluvia.

Ahora avancemos un paso más e imaginemos al mismo granjero, pero en esta imagen después de realizar el extenuante trabajo enfrenta una terrible sequía.

Es fácil imaginar su inmensa alegría cuando después de una semana de sequía ve llegar la lluvia. ¡Qué dulce puede ser la lluvia!

Ahora imaginemos otro escenario, algo que en una época era muy común.

Piensa en el ishuv iashán de Éretz Israel a comienzos del siglo XX. Si necesitabas agua, debías buscarla en un pozo o en una cisterna, o pagarle al aguatero para que te la trajera. En tu casa no había cañerías que trajeran agua desde depósitos distantes. Dependías por completo de las reservas de agua que se almacenaban durante la temporada de lluvia o de los manantiales naturales que tienen agua incluso durante los áridos días de verano… pero ellos pertenecían a algunos árabes poco amigables.

Después de un verano largo y seco, si el invierno no traía lluvia rápidamente uno quedaba a merced de los árabes, que podían cobrar un precio altísimo por pequeñas cantidades de agua. En ese entonces, ni siquiera podías tener la seguridad de contar con suficiente agua para lavarte las manos por la mañana. Imagina la abrumadora alegría de esas personas al ver que comenzaba a llover después de un debilitador período de sequía. La lluvia puede ser muy dulce… ¡y en este ejemplo incluso era deliciosa!

Vemos entonces que la lluvia se asocia con una gran alegría y júbilo, así como con la satisfacción de una necesidad y un deseo esperado mucho tiempo.

El Rey David dijo: “Sas anojí al imrateja kemotzé shalal rav” - Me deleito en Tus enunciados como quien encuentra un gran tesoro.(2) David Hamélej nos revela la gran alegría y el deleite que esperan a quien estudia Torá y se sumerge en sus profundidades. Al adquirir un nuevo conocimiento de Torá o descubrir una nueva idea, la persona siente el deleite de su alma, el placer de obtener aquello que le brinda la máxima alegría.

“Como quien encuentra un gran tesoro” también tiene otro aspecto.

“Si la procuras como a la plata y la buscas como a los tesoros ocultos. Entonces entenderás el temor a Hashem y el conocimiento de Dios te encontrará”.

¡Hay un tesoro oculto! Lleva semanas buscándolo; sabe que está allí y está decidido a encontrarlo. Lo busca incansablemente, día tras día. Con cada minuto que pasa su corazón late más fuerte ante la expectativa de que llegue el momento en que… “¡Finalmente lo encontré! ¡Finalmente es mío!”

Estudiar Torá, esforzarse para obtener el entendimiento correcto, buscar las profundas y brillantes ideas que contiene y ascender a perspectivas más elevadas de irat Shamáim es una tarea que genera mucha expectativa e interés. Él sabe que con cada porción de Torá que obtenga estará más cerca del Creador. Cada vez que aprende otra suguiá, cada idea nueva que aprende, lo llena de una vitalidad indescriptible, su sensación de placer y satisfacción es inigualable.

“Que mis enseñanzas sean dulces como la lluvia”– “Torat Hashem temimá meshivat náfesh… Pekudei Hashem iesharim, mesamjei lev mitzvat Hashem bará meirat eináim”. “La Torá de Hashem es perfecta y completa, restaura el alma. Los estatutos de Hashem son rectos, alegran el corazón. Los mandamientos de Hashem son claros, puros, brillantes; iluminan los ojos”.(3)

Estudiar Torá y respetar sus estatutos no es simplemente cuestión de cumplir obligaciones o de realizar rituales de forma mecánica. Se trata de una experiencia de vida vigorizante y estimulante. “Porque es tu vida y la longitud de tus días”.(4)

Obviamente, algunas veces uno experimenta una gran alegría y otras veces está más calmo y serio, pero la experiencia general de la Torá y las mitzvot es una sensación constante de verdadera felicidad y satisfacción, la alegría que resulta de la sensación constante de vivir la vida con el máximo significado y sentido, una vida de acercamiento a la Fuente de toda la existencia.

Cuanto más se valora lo que es la Torá, y mayor sea el anhelo de comprender su realidad, más fuerte es la sensación de simjat jaim.

“Si la procuras como a la plata y la buscas como a tesoros ocultos, entonces entenderás el temor a Hashem”. “Me deleito en Tus enunciados como quien encuentra un gran tesoro”.

Mientras más reconozcas que la Torá es un gran tesoro y la busques como tal, más disfrutarás al descubrirla.

En verdad es una relación recíproca. Cuanto más uno aprecia y anhela la Torá, más se esforzará por conseguir sus tesoros; y cuanto más uno se esfuerza para obtener los tesoros de la Torá, más reconoce su valor y su belleza infinita.

Esta es una idea fundamental a recordar al estar a unos pocos días de Iom Kipur. Acabamos de terminar el período de Aséret Iemei Teshuvá, durante el cual evaluamos el año y nos esforzamos por corregir los errores y fracasos, y para lograr construir sobre nuestros logros y éxitos.

Queremos llegar y mantenernos en el camino del bien y de la verdad, seguir la luz guía que Hashem nos dio en Su sagrada Torá. Sería un terrible error permitirnos creer que nos sometemos a una carga de difíciles obligaciones y restricciones. Por supuesto, debemos tener plena consciencia de nuestras obligaciones, pero igualmente importante es ser concientes de que la Torá de Hashem nos brinda la máxima felicidad. Reconocemos que las restricciones que la Torá nos impone tienen el objetivo de protegernos de los obstáculos que se encuentran en el camino al objetivo de nuestra vida, para protegernos de la contaminación y los daños. Asimismo, seguir el camino de la Torá facilita el crecimiento personal y el ascenso espiritual, lo que nos lleva a la grandeza. Esto junto a las mitzvot asé y el estudio de la Torá, es nuestro deleite en la vida.

Hashem nos ordenó seguir la Torá para nuestro bien supremo, para que vivamos una vida dichosa con satisfacción y sentido en este mundo, y para que ganemos la recompensa del placer eterno en el Olam Habá.


NOTAS

1. Devarim 32:2.

2. Tehilim 119:162.

3. Tehilim 19:8-9.

4. Parashat Nitzavim 30:20.

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