Crimen y castigo

3 min de lectura

Ki Tetzé (Deuteronomio 21:10-25:19 )

Enseñanzas de vida seleccionadas de la parashá semanal y de las fuentes de nuestros sabios.

Rav Paul Seiger, excapellán de una prisión estadounidense, cuenta la historia trágica pero real de un homicidio que pudo ser evitado. Aparentemente la víctima había recibido una llamada telefónica de un hostigador, que le informó que habían fijado precio a su cabeza. Sin dudar sobre la seriedad de la amenaza, el hombre fue a la policía, pero allí le dijeron que no podían brindarle protección. Exactamente una semana después fue asesinado.

Hasta la promulgación de las leyes contra el acoso, había muy poco que hacer para protegerse de esta clase de amenazas. Pero incluso en la actualidad, las leyes siguen teniendo muchas limitaciones. La ley civil no contempla castigos preventivos. De hecho, al convertir al acoso en un crimen, los legisladores sostuvieron el principio de que no se puede castigar a una persona antes de que haya cometido un crimen. Lo único que hicieron fue definir al acoso como un “crimen”.

Pero imaginemos que fuera posible saber anticipadamente que alguien va a cometer un crimen. ¿Sería correcto poner a esa persona tras las rejas?

Esta pregunta es el eje del hijo rebelde, un tema importante de esta parashá. El hijo rebelde es un niño que, a pesar de la disciplina que recibe de sus padres, elige seguir el camino del mal. Él abandona toda semblanza de rectitud moral e incluso llega robarles a sus padres para satisfacer su codicia. Las acciones del pasado llevaron a que sea castigado por la corte… Pero de todas maneras se rehúsa a cambiar.

Al perder toda esperanza de que su hijo se rehabilite, los padres van a la corte para declarar que su hijo es un “ben sorer umoré”, un hijo rebelde. Si después de la investigación, la corte encuentra que el niño es un hijo rebelde, emiten la pena de muerte.

Los comentaristas de la Torá se refieren a la aparente dureza de este castigo. Para comenzar, debemos aclarar que el caso del hijo rebelde es solamente teórico. El Talmud dice que nunca se mató ni se matará” a un niño por esta ley. De hecho, hay tantas especificaciones para la implementación de esta ley que la existencia de un hijo rebelde es virtualmente imposible.

Si es así, ¿por qué la Torá dedica una sección entera a este tema? Los comentaristas explican que es para brindarnos muchas enseñanzas importantes.

En un nivel básico, la Torá enfatiza la profunda responsabilidad que tienen los padres al criar a sus hijos. La Torá advierte que si un niño no es disciplinado como se debe, eventualmente puede caer en actividades criminales. Aunque obviamente hay una multitud de factores, la verdad es que un hijo que se desvía probablemente sufrió de una carencia fundamental durante su infancia.

Rashi, cita al Talmud y explica este tema de manera más profunda: el duro castigo no es por crímenes ya cometidos, sino para evitar en el futuro actos criminales más severos. Si continúa por su camino del mal, el hijo rebelde se convertirá eventualmente en un delincuente, asaltará y robará. En lugar de esperar a que muera siendo mayor, con las manos manchadas por la sangre de sus víctimas, la Torá determina que debe morir antes de convertir a otros en sus víctimas y causar un mal terrible a su propia alma.

En un nivel práctico, los seres humanos no tienen la capacidad para saber si una persona cometerá o no un crimen en el futuro. Para nosotros, los castigos preventivos son inapropiados. Sin embargo, el Zóhar dice que para Dios es diferente, ya que Él lo sabe todo. A menudo, Dios trae dificultades sobre una persona no como castigo de un crimen pasado, sino como una medida preventiva en contra de un error futuro. Ante Dios están revelados tanto nuestro pasado como nuestro futuro potencial.

Al aproximarse las Altas Fiestas, esta es una enseñanza importante para tener presente.

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