La tristeza nos hace envejecer

2 min de lectura

Vaigash (Génesis 44:18-47:27 )

Enseñanzas de vida seleccionadas de la parashá semanal y de las fuentes de nuestros sabios.

El libro “Cuentos jasídicos del Holocausto” cuenta la historia de una madre y su hija, Livia, que lograron sobrevivir la guerra. Cuidándose mutuamente, alentándose un día lleno de horror tras otro, ellas sobrevivieron el terror de muchos campos de concentración.

Después de la guerra, una mujer alemana miró a Livia y comentó:

—Debe haber sido muy difícil para personas de su edad tolerar todo este sufrimiento.

—¿Cuántos años cree que tengo? —preguntó Livia.

—Unos 60 o 62 años —respondió la mujer.

—No, tengo 14 — afirmó Livia.

Aterrorizada al oírlo, la mujer se persignó y huyó.

En Vaigash, la parashá de esta semana, vemos el terrible efecto que la pena puede tener sobre el rostro de una persona. En la narrativa, el anciano patriarca Iaakov es presentado ante el faraón y lo bendice. Entonces el faraón le pregunta a Iaakov su edad y él responde: "Pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no alcanzaron los años de la vida de mis ancestros en el tiempo de sus travesías".

Los comentaristas resaltan que verdaderamente Iaakov tuvo una vida miserable. Durante décadas vivió temiendo que su hermano, Esav, lo asesinara. Luego, Dina, la única hija de Iaakov, fue trágicamente violada. Después Iaakov pasó muchos años apenado, convencido de que su amado hijo Iosef había muerto.

Pero a pesar de todo este dolor (y quizás, en parte, a causa de él), Iaakov logró convertirse en un gran tzadik. De hecho, se esforzó tanto para mejorar su carácter que muchas fuentes clásicas describen a Iaakov como “la persona más recta que vivió”.

Si alcanzó semejante nivel de rectitud, el comentario de Iaakov sobre lo difícil que fue su vida, parece inapropiado. Si bien una persona común y corriente puede quejarse de las dificultades de su vida, ¡no se supone que un tzadik lo haga!

El Midrash describe la consternación de Dios ante el comentario de Iaakov. Dios le dijo a Iaakov: "Te di un refugio de Esav y Laván, hice que tanto Dina como Iosef volvieran a ti, ¿y tú te quejas?"

El Midrash concluye que como resultado de esa queja la vida de Iaakov fue acortada. Porque si Iaakov (o cualquier otra persona) no aprecia plenamente la vida, ¿por qué debería recibir longevidad?

Sin embargo, otros comentaristas explican el incidente con el faraón de otra forma. Ellos dicen que el faraón se sintió abrumado por la apariencia anciana de Iaakov, y por eso le preguntó su edad. Iaakov, al entender que su apariencia lo hacía ver mucho mayor que lo que era, se sintió obligado a explicarle al faraón la causa de este fenómeno, y describió las dificultades que había enfrentado en su vida.

Desde este punto de vista, las palabras de Iaakov no fueron una queja, sino más bien una explicación de su apariencia. Siendo un gran tzadik, no hubiera mencionado amargas quejas sobre su vida (sobre todo a un personaje público como el faraón). En verdad Iaakov estaba explicando cómo las tragedias de su vida habían dejado una huella en su rostro… tal como ocurrió con su descendiente Livia, unos milenios después. 

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