Pasión espiritual

2 min de lectura

Ki Tavó (Deuteronomio 26:1-29:8 )

¿Corremos hacia la Torá de la misma forma en que corremos a comer pizza?

Rav Levi Itzjak de Berditchov fue un gran líder jasídico del siglo XVIII en Europa. Quedó muy bien documentado que su amor por Dios era tan grande que vivía en un estado constante de éxtasis. En su mesa de Shabat, mientras él recitaba plegarias a Dios, nadie sabía lo que podía pasar. Podía arrojar la copa de kidush al aire, comenzar a bailar sobre la mesa o cantar durante una hora.

Cuentan que Rav Levi Itzjak deseaba compartir una comida de Shabat con Rav Baruj de Medzhibuz, otro maestro jasídico. Pero había un problema: en la mesa de Rav Baruj todo se llevaba a cabo de una forma digna de la realeza. La rusticidad de Rav Levi Itzjak no sería bien recibida.

Ambos llegaron a un acuerdo. Rav Levi Itzjak sintió que podría controlarse si permanecía en silencio y no decía nada más que "amén" durante la comida.

Cuando llegó el momento designado, ante la sorpresa general, todo marchó sobre ruedas. Es decir, hasta que el sirviente de Rav Baruj le preguntó a Rav Levi Itzjak si prefería pescado dulce o marinado. "¿Pescado? ¿Si me gusta el pescado? ¡Yo amo a Hashem!" gritó y, superado por el éxtasis, hizo volar el plato de pescado por el aire. Ante el horror de todos los presentes, el plato aterrizó directamente sobre el talit de Rav Baruj, manchándolo por completo. La tensión creció mientras todos los presentes esperaban la respuesta de Rav Baruj.

Rav Baruj anunció con calma: "Estas manchas son sagradas, fueron causadas por un judío que realmente ama a Dios". Posteriormente Rav Baruj se rehusó a que limpiaran las manchas, por el gran entusiasmo que representaban. ¡Ese talit manchado y valioso fue transmitido como un legado de generación en generación!

El comportamiento de Rav Levi Itzjak, por más extraño que parezca, tiene una raíz profunda en la tradición judía. En toda la literatura judía los Sabios enfatizan la necesidad de vivir la vida, particularmente la vida espiritual, con pasión. Rav Kalman Shapira, en su gran manual espiritual To heal a soul, declara que todo ser humano está lleno de pasión, la única pregunta es en qué dirección enfocará esas pasiones.

En Ki Tavó, la parashá de esta semana, encontramos hay una enseñanza increíble. Una larga sección de 53 versículos describe las horrendas cosas que le ocurrirán al pueblo judío si actúa mal. Pueden recaer sobre ellos castigos como confusión, ansiedad, depresión, ignorancia, hambruna y otros peores. Sorprendentemente, la Torá enfatiza que esto ocurrirá sólo porque: "No sirvieron a Hashem su Dios con alegría" (Deuteronomio 28:47).

El servicio correcto a Dios no sólo implica observar las mitzvot. ¡Hay hacerlas con alegría! El Sfat Emet (citando al Arizal) nos brinda una guía sobre lo que constituye suficiente alegría en el servicio a Dios. Él declara que la alegría en los temas espirituales debe ser igual (si no mayor) a la que sentimos en el ámbito de lo físico y lo material. La forma en que corres para conseguir dulces o una porción de pizza debería ser igual a la que usas para ir a la sinagoga o a estudiar Torá. A fin de cuentas, la dirección en la que enfocamos nuestras pasiones es lo que en verdad determina quiénes somos.

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