¿Por qué me atacas si nunca te he hecho ningún favor?

3 min de lectura

Ekev (Deuteronomio 7:12-11:25 )

Enseñanzas sobre crecimiento personal basadas en la parashá de la semana.

Ten cuidado de no olvidar a Hashem, de no observar Sus preceptos, Sus ordenanzas y Sus decretos que Yo te ordeno hoy, para que no comas y te sacies, y construyas casas buenas y te establezcas, y se incrementen tu ganado vacuno y tus ovejas, y aumente la plata y el oro para ti, y todo lo que poseas se incremente, y que tu corazón no se vuelva arrogante y te olvides de Hashem, quien te sacó de la tierra de Egipto de la casa de la esclavitud… Y quizás digas en tu corazón: ‘Mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron toda esta riqueza’. Entonces recordarás a Hashem, que fue Él quien te dio fuerza para acumular riqueza, a fin de establecer Su pacto que juró con tus antepasados, como este día. Ocurrirá que si olvidas a El Eterno, tu Dios, y vas tras otros dioses y los adoras y te postras ante ellos…(Devarim 8:11-19).

Estos versículos nos enseñan un interesante mecanismo sicológico de la ingratitud. Dios nos sacó de la esclavitud en Egipto, nos llevó al desierto y allí nos dio de beber y comer de manera milagrosa. Aún así, es posible que cuando lleguemos a la tierra de Israel, comencemos a disfrutar de las cosechas, del abundante ganado y de abundantes riquezas y entonces olvidemos todo lo que Dios hizo por nosotros. En esos momentos diremos “Mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron toda esta riqueza”, olvidando a Dios y todos los favores constantes que nos hizo en el pasado.

Pero la ingratitud no termina allí: no sólo olvidaremos agradecer a Dios por lo que hizo por nosotros en el pasado, sino que también negaremos lo que Él hace por nosotros hoy e iremos contra Él, adorando otros dioses. Entiendo que la ingratitud se exprese en el hecho que olvidemos lo que Hashem hizo por nosotros, pero ¿por qué terminaremos adorando otros dioses?

La ingratitud no sólo hace que neguemos los favores recibidos de alguien, sino que provoca que vayamos en contra de esa persona que nos benefició.

Lamentablemente este es un fenómeno bastante común: ayudamos a alguien y después esa persona se vuelve contra nosotros; lo auxiliamos en su momento de necesidad y después esa persona nos ataca. ¿Por qué es así? La razón es porque esa persona sabe que la beneficiamos, pero como no tiene manera de pagarnos (o no quiere hacerlo), niega que la ayudamos —o dice que lo hicimos con intenciones egoístas— para así preservar su dignidad y dejar de verse a sí mismo como deudor ante nosotros. Como no quiere verse como un deudor y depender de nosotros, entonces nos ataca, negando que en verdad lo ayudamos.

Hay una anécdota que muestra este principio sicológico. En la ciudad de Pressburg vivió uno de los mayores sabios del siglo XIX, llamado Rav Moshé Schreiber, mejor conocido como el Jatam Sofer. El Jatam Sofer era el rabino de esa comunidad y sufría constantemente porque uno de sus feligreses constantemente lo atacaba, insultaba y hablaba mal de él. Llegó el momento en que el Jatam Sofer decidió encararlo y le dijo: “¿Por qué me atacas tanto, si yo nunca te he hecho ningún favor?”.

Lo que el Jatam Sofer le dijo es lo siguiente: si en el pasado te hubiese ayudado, entiendo que ahora me ataques para conservar tu dignidad y no vivir con el sentimiento que me debes algo, pero si nunca te he hecho ningún favor, entonces, ¿por qué me atacas tanto?

La ingratitud no sólo nos lleva a negar los favores que recibimos de alguien, sino que también nos impulsa a atacar a aquella persona que nos benefició. Así también, si el pueblo judío niega lo que recibió de Dios, surge la posibilidad que termine eventualmente rebelándose contra Él y adorando otros dioses.

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