Conoce tu lugar

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Bamidbar (Números 1:1-4:20 )

La parashá de esta semana describe la jerarquía del pueblo judío y la formación en la que viajaron. Identifica a los nesiim, los líderes de cada shévet (tribu), y luego describe cómo las doce shevatim se dividían en cuatro campamentos diferentes, de tres tribus cada uno, de las cuales una lideraba el campamento. Finalmente, se les asignan a los hijos de Leví sus responsabilidades específicas respecto al Mishkán (Tabernáculo) y a sus utensilios, así como a su lugar en el campamento rodeando el Óhel Moed, la ‘Tienda del encuentro’.

El pueblo judío había estado en el desierto durante más de un año. ¿Por qué Dios esperó que el Mishkán estuviera construido para delinear la estructura y la jerarquía del pueblo judío?

Al asignar una posición de liderazgo y prestigio a un individuo o a una tribu, corres el riesgo de menospreciar a los que no son elegidos. Rav Yaakov Kamenetsky explica que Dios dio instrucciones sobe la jerarquía del pueblo judío recién después de que el Mishkán estuviera construido para mitigar los riesgos potenciales (Emet LeYaakov, Parashat Bamidbar). El Mishkán, que le proporcionó al pueblo judío la oportunidad de sentir la presencia palpable de Hashem, es el antídoto para los celos y el resentimiento a menudo causado por las jerarquías organizacionales.

La verdadera medida de una persona no es su posición, poder o título, sino la cercanía a Hashem que consiguió gracias a sus decisiones. Puedes ser el rey de Israel, el hombre más poderoso de la nación, pero igualmente ser completamente malvado, como Yeroboam ben Nevat. Por el otro lado, puedes ocupar la humilde posición de leñador, como Hilel Hazakén, y ser uno de los más grandes sabios de la historia judía. El deseo de cada persona para crecer en su relación con Dios depende completamente de ella, ninguna otra persona ni factor externo puede impedirlo. Ninguna posición, jerarquía o falta de poder puede impedir tu crecimiento espiritual.

Al crear el Mishkán primero y ponerlo en el centro del pueblo judío, Hashem les otorgó un recordatorio para que no se distrajeran por las posiciones y el prestigio de los demás, sino que se concentraran en lo realmente importante: nuestra relación con Él. En ese aspecto, todos somos iguales. Una vez que advertimos eso, Hashem puede implementar una jerarquía de posiciones sin herir la autoestima de nadie.

Las generaciones y sus líderes

Que todos estemos igualmente obligados a acercarnos a Dios no elimina la necesidad de un liderazgo fuerte y claramente definido, aceptado por todos.

Durante toda la historia judía, cada generación tuvo sus líderes. Muchos fueron excepcionales y llevaron al pueblo judío a grandes alturas, mientras que otros causaron un daño enorme, descarrilándolo. Los líderes no son infalibles, pero son necesarios, y toda generación debe designar un líder, a pesar del riesgo inherente de que una persona de baja estirpe asuma el mando. Como explica el Séfer Hajinuj (Mitzvá 71), la alternativa —no tener un líder— sería mucho peor.

“Es imposible que una comunidad de personas exista y funcione sin designar a uno de ellos como líder sobre los demás, para obedecer su orden e implementar sus decretos. Porque las personas están divididas unas de otras en sus opiniones, y nadie concordará con la opinión de otro para hacer algo en particular. El resultado será una parálisis absoluta y la muerte de todas las actividades. Por esta razón, es necesario aceptar la opinión de uno de ellos, sea buena o mala, para que puedan ocuparse con éxito de la construcción del mundo. En ocasiones resultará un gran beneficio de su consejo, y en ocasiones será lo contrario, pero igual eso es mejor que la disensión, que causa una parálisis absoluta”.

Conoce tu lugar

La formación del pueblo judío definió el lugar de cada judío durante el viaje de la nación por el desierto. Nadie tuvo que adivinar su lugar de pertenencia.

Hamakir et mekomó, ‘conocer tu lugar’, es uno de los cuarenta y ocho caminos para adquirir Torá (Pirkei Avot 6:6). Para hacerlo debes comenzar entendiendo tu ser: tus rasgos, talentos, capacidades y conocimiento únicos, así como tus debilidades y los límites de tu conocimiento. Tener este entendimiento de ti mismo, te ayuda a determinar cuándo es apropiado que hables o tomes acción y cuándo es apropiado que permanezcas en silencio o dejes que los demás asuman el liderazgo.

Para responder a las situaciones correctamente, debes conocer tu lugar. Permanecer al margen cuando eres la persona más apta para estar a cargo crea un vacío de liderazgo que daña a la nación. Por el otro lado, meterse en el ruedo cuando hay otras personas más calificadas que ya asumieron la responsabilidad es egocéntrico y puede causar estragos. En la actualidad, por ejemplo, internet desató una ola de autodenominados “expertos” y “eruditos” ofreciendo consejos erróneos y cuestionables sobre todo tema imaginable, particularmente cuando se trata de Israel y el pueblo judío.

El rasgo de ‘conocer tu lugar’ es fundamental para el liderazgo judío. Cuando Moshé vio al egipcio golpeando al trabajador judío, la Torá nos dice que “giró su cabeza a uno y otro lado y vio que no había ningún hombre, por lo que golpeó al egipcio y lo ocultó en la arena” (Shemot 2:12). Al día siguiente, Datán y Aviram le respondieron a Moshé, diciendo: “¿Quién te designó como dignatario, legislador y juez sobre nosotros? ¿Tienes la intención de asesinarnos como asesinaste al egipcio?”. Obviamente, había gente ahí cuando Moshé mató al egipcio. ¿A qué se refiere, entonces, el versículo cuando dice que miró a ambos lados y vio que no había ningún hombre?

La respuesta es que, antes de actuar, Moshé evaluó si había otra persona deseosa de actuar y más capaz que él para responder ante el comportamiento atroz del egipcio. Recién después de determinar que no había nadie más capaz que él para asumir la responsabilidad, dio un paso adelante y actuó.

Un líder verdadero no se pone en el centro de la escena para obtener fama y atención. Asume la responsabilidad cuando hay una necesidad clara y definida, pero está completamente dispuesto a dar un paso al costado cuando la situación así lo requiere. Un líder que siempre necesita estar en la “primera plana” está motivado por su ego, no por la causa. En contraste, una persona que conoce su lugar actúa cuando es apropiado hacerlo, y deja que los demás lideren cuando eso es lo mejor para el pueblo judío.

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