Cómo criticar sin ofender

5 min de lectura

Devarim (Deuteronomio 1:1-3:22 )

Deuteronomio, el quinto libro de la Torá, también se conoce como Mishné Torá, un repaso de la Torá. Moshé Rabeinu sabe que pronto va a morir, entonces repasa toda la Torá con su amado pueblo y le reprocha sus pecados. Moshé comienza con una alusión a esos pecados, recordando los lugares en los que ocurrieron. Por ahora no los menciona explícitamente, eso lo hará más adelante. Por ejemplo, en lugar de mencionar específicamente el penoso pecado del Becerro de Oro, simplemente declara "di zahav - mucho oro".1 Al criticarlos de esta forma, no sólo protege la dignidad del pueblo, sino que también llama la atención sobre el peligro de tener demasiado oro, algo que, si no se controla, puede llevar a la caída de la persona.

Nuestros Sabios enseñan que, tristemente, las secuelas del pecado del Becerro de Oro se evidencian en cada generación. Cuando nos consumen la codicia y la lujuria y resignamos a nuestro compromiso con la Torá y las mitzvot, en cierto sentido creamos nuestros propios becerros de oro. Todavía más, todo lo que tenga prioridad sobre el pacto que hicimos con Dios, se convierte en nuestro becerro de oro.

TRES PASOS

Moshé nos enseña tres pasos del arte de la crítica constructiva:

  • Al criticar, cuídate de no avergonzar a nadie.

  • Critica usando palabras afectuosas y constructivas.

  • Recuerda: unas pocas palabras pueden ser más efectivas que un largo discurso.

Esta enseñanza de Moshé nos ha servido, a través de los siglos, como nuestro modelo para dar una crítica. Nuestros Sabios enseñan a quienes tienen que efectuar una crítica, que deben "alejar con la mano izquierda (la mano más débil) y, simultáneamente, acercar con la mano derecha (la mano más fuerte), 2 para que la persona a la que criticamos entienda que no se la juzga a ella sino a sus acciones. Finalmente, Moshé nos enseñó que, al ofrecer una crítica, nuestras palabras no deben sólo censurar, sino que también deben ser terapéuticas y demostrar cómo superar la debilidad y la tentación.

MENOS ES MÁS

A menudo, al criticar a miembros de nuestra familia o a amigos, tendemos a caer en la trampa de "matar al muerto". Continuamos criticando y, por desgracia, no sabemos cuándo detenernos. Es probable que estemos motivados por el amor y el interés en el bienestar de la otra persona, pero debido a nuestro enfoque, cuando terminamos de hablar nuestras palabras se interpretan más como abusivas que como una guía amorosa y productiva. Nuestro criticismo no sólo fracasará en el intento de ser instructivo o útil, sino que generará la reacción diametralmente opuesta. En lugar de servir de guía para una mejora y corrección, generará resentimiento, desdeño y más rebelión.

Moshé nos enseña que cuando se trata de una crítica, menos es más. Hay un dictamen talmúdico: die lejajima beremiza - para los sabios, una alusión es suficiente.3 Es cierto, hay personas que no son sabias y son sordas a las críticas, pero esas personas continuarán obstinadas sin importar lo que hagamos, ni una topadora las moverá. Machacar sobre un tema no sólo es contraproducente, sino que genera oposición. Antes de criticar, piénsalo bien y analiza tus palabras. El Rey Salomón enseñó: "No critiques a un tonto, porque te odiará; critica a un hombre sabio, y te amará".4

LAS PALABRAS DE LA TORÁ SON ETERNAS

El versículo declara: "Moshé comenzó a explicar esta Torá".5 El Midrash enseña que Moshé tradujo la Torá a 70 idiomas diferentes, abarcando los lenguajes de todas las naciones.

A primera vista, es difícil entender por qué Moshé se tomó tanto trabajo para traducir la Torá. A fin de cuentas, nuestros ancestros no hablaban esas lenguas extranjeras. Sin embargo, Moshé repasó la Torá en 70 idiomas diferentes porque vislumbró los distintos exilios que tendríamos que atravesar hasta la llegada del Mashíaj, y quiso que nos sintiéramos conectados a nuestra Torá sin importar adónde nos llevara el destino. Moshé también supo que, en las futuras generaciones, habría personas que argumentarían que fuera de la Tierra de Israel, no se debe vivir una vida gobernada por la Torá. Por eso enseñó la Torá en todos los lenguajes, para que nos fuera accesible en todas las situaciones, en todas las generaciones y en todas las culturas.

Nuestra vida como individuos y como nación, de hecho, nuestra misma supervivencia, depende de nuestra conexión con la Torá. La Torá es el medio a través del que nos volvemos un pueblo unificado y cohesivo. Este mensaje de unidad era crítico para nuestro pueblo cuando se preparaba para entrar a la Tierra Prometida. En nuestra Torá, en nuestra unidad, se encuentra nuestra fortaleza. El mensaje de la Torá es eterno.

NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA COMENZAR UNA NUEVA VIDA

Quizás lo más revelador sea que, así como Moshé recuenta los nombres de todos los lugares en los que el pueblo judío hizo enojar a Dios durante sus 40 años de travesía por el desierto, también les demostró cuánto Dios los ama, porque a pesar de su rebeldía, Dios siempre los perdonó y el pueblo floreció. Moshé le recuerda a la nación: "Hashem, tu Dios, los incrementó inmensamente, y hoy son como las estrellas del cielo en multitud".6

Aquí hay otra lección que no hay que pasar por alto. Nunca debemos hacer que otra persona sienta que debido a sus pecados, se convirtió en persona no grata. Asimismo, nunca debemos sentir que debido a nuestros pecados perdimos la relación con Dios y ya no podemos volver a Él, que Dios no lo permita. Si nuestro arrepentimiento es sincero, Dios siempre nos aceptará y nos permitirá comenzar de nuevo. Sin embargo, debemos tener cuidado de no abusar de Su amor, racionalizando que los pecados no tendrán consecuencias porque Dios nos perdonará.

CUÍDATE DE TU PREDISPOSICIÓN GENÉTICA

Podemos entender que Moshé Rabeinu criticara a quienes pecaron, pero lo sorprendente es que en esta parashá, la crítica se dirige a quienes nunca participaron en esos actos terribles. En el cuadragésimo año de su larga travesía por el desierto, Moshé se despide del pueblo, pero la generación que pecó ya murió. Él habla con los hijos de los rebeldes. ¿Por qué, entonces, los reprende? Ellos no habían pecado. Los culpables eran sus padres.

A menudo, se puede entender mejor lo espiritual a través de lo físico. Si vas a un médico para un chequeo general, recibes un formulario en el que debes responder muchas preguntas sobre toda tu historia familiar respecto al cáncer, diabetes, enfermedades neurológicas o mentales, etc. Puedes protestar y decir que te sientes perfectamente bien y no sufres ninguna de esas dolencias. ¿Por qué debes responder a esas preguntas?

La explicación es que, si hay una enfermedad en la historia familiar, el médico debe saberlo porque puedes tener una predisposición genética que debe ser monitoreada. De la misma forma, tenemos una predisposición genética a los defectos de la personalidad, y debemos mantener la guardia alta contra ellos. Por ejemplo, si fuimos criados en una familia en la que se perdían fácilmente los estribos y, en lugar de comunicarse racionalmente, se gritaba abusivamente, es muy probable que repitamos el mismo patrón de comportamiento a pesar de que intelectualmente nos parezca reprensible y lo rechacemos. Por ello, debemos estar en guardia para no repetir los errores de las generaciones previas.

TÚ PUEDES REDIMIR A TUS ANCESTROS

Al reprender a la nueva generación, Moshé no sólo nos alertó a mantener la guardia en alto para no sucumbir ante las debilidades del pasado, sino que también nos demostró cómo podemos rectificar los errores de nuestros antepasados y generarles méritos en el cielo. Mientras nosotros, en el mundo material, podemos heredar las posesiones de nuestros padres y abuelos, en el mundo espiritual ocurre exactamente lo opuesto. Nuestros padres y abuelos se elevan espiritualmente en los cielos gracias a nuestras acciones, a nuestro compromiso con la Torá, a nuestras mitzvot, a nuestra tzedaká y a nuestro jésed.

Cuando nuestro padre, Rav Meshulem Haleví Jungreis, zt"l, oficiaba en funerales, a menudo les decía a los deudos que enviaran a los difuntos "paquetes diarios de Torá". ¡Qué desafío increíble! La Torá no sólo nos permite comenzar una nueva vida de bendición, sino que a través de nuestra Torá y mitzvot podemos generar bendición para los miembros de nuestra familia que están en el cielo.


NOTAS

1. Deuteronomio 1:1.
2. Tratado Sanedrín 107b.
3. Midrash Shmúel 22:22.
4. Proverbios 9:8.
5. Deuteronomio 1:5.
6. Ibíd. 1:10.

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