Testigos eternos

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Haazinu (Deuteronomio 32 )

Haazinu Hashamaim – Escuchen, oh cielos, y hablaré; y que la tierra escuche las expresiones de mi boca.1

Moshé nos recuerda que incluso cuando él ya no esté aquí físicamente, los cielos y la tierra estarán como testigos eternos de que sellamos un pacto irrevocable con Dios. Moshé convocó a los cielos y la tierra para que actuaran como testigos, porque tal como ellos son constantes e inmutables, así también nuestra lealtad a la Torá debe ser constante e inmutable. Los cielos representan nuestra esencia espiritual y la tierra nuestro ser físico. Ambos deben actuar en consonancia para cumplir la voluntad de Dios. Moshé escogió a los cielos y a la tierra para que testificaran porque tal como el pacto es eternamente obligatorio y nunca se puede romper, así también el cielo y la tierra son eternos y pueden tomar medidas punitivas: los cielos pueden retener la lluvia y la tierra puede retener su fruto y hacer de este planeta un lugar oscuro e inhóspito. Si alguien sabe esto, sin duda somos nosotros, el pueblo judío.

EL PODER DE ESCUCHAR

Nuestros Sabios preguntan por qué Moshé proclamó "haazinu - escuchen" antes de "adabera – hablaré". La respuesta debe hacernos reflexionar. Las palabras de Dios sólo encuentran lugar en nuestro corazón si deseamos escucharlas. Si nos empeñamos en cerrar nuestros oídos y nuestra mente, entonces el mensaje de Dios es en vano. Dios nos manda llamados de atención, pero escucharlo o no depende sólo de nosotros. Por eso Moshé le dijo al pueblo: "haazinu – Escuchen", abran sus mentes y sus corazones, y sólo entonces dijo: "adabera – hablaré".

LA TORÁ Y LA LLUVIA

Moshé rezó para que su "enseñanza goteara como la lluvia".2 ¿Por qué pidió eso? ¿Qué hay en la lluvia que sea tan especial como para que se la compare con el estudio de la Torá?

Cuando llueve en la estación correcta, el resultado son frutas y verduras deliciosas. La lluvia hace que crezcan los árboles y broten las flores. La lluvia puede convertir una tierra árida en un bello jardín. Pero para que la lluvia pueda brindar este maravilloso crecimiento y transformación, la tierra primero debe ser cultivada, trabajada y fertilizada y se deben sembrar semillas. Asimismo, para que la Torá eche raíces en nuestro corazón, para que pueda transformarnos en un magnífico jardín repleto de frutos jugosos, vegetales nutritivos y bellas flores, tenemos que cultivar nuestros corazones y nuestras mentes y sembrar allí semillas de fe y amor.

La lluvia que cae en una tierra yerma sólo produce barro, y la lluvia que cae sobre concreto, forma un charco. Así también, para que la Torá pueda transformarnos y elevarnos debemos abrir nuestros corazones y nuestras mentes y convertirlos en receptáculos adecuados para recibir las sagradas palabras de Dios. Por eso Moshé rezó pidiendo que percibamos las enseñanzas de la Torá como las gotas de lluvia y que nos preparemos debidamente para su estudio y observancia.

"Ki Shem Hashem ekrá… - Cuando invoque el Nombre de Hashem, atribuyan la grandeza a nuestro Dios".3

Este versículo nos otorga la responsabilidad de proclamar alabanzas a Dios en todas las situaciones. Como judíos, el pueblo que estuvo en el Sinaí, reconocemos tanto Sus muchas bondades como Su mano correctiva cuando Dios tiene que disciplinarnos. Entendemos que tanto las bendiciones como las cosas dolorosas vienen de Dios, y que Él es justo. Todo lo que Él hace es para nuestro beneficio, incluso si no podemos percibirlo. Por eso el pueblo judío, cuya misión es ser Sus testigos en la tierra, nunca abandonó su fe en Dios. Incluso en los momentos más oscuros, en medio de las persecuciones y la opresión, proclamamos Sus alabanzas y no dejamos de invocar Su Nombre Sagrado.

Basados en el versículo "Ki Shem Hashem ekrá", nuestros Sabios nos instruyeron recitar una bendición antes de estudiar Torá y que cuando más de tres hombres comen juntos se deba convocar a nuestros hermanos judíos a agradecer y proclamar Sus alabanzas.

En los tiempos del Templo en Jerusalem, cuando se pronunciaba el Nombre Sagrado de Dios, el pueblo respondía: "Baruj Shem… Bendito sea el Nombre de Su glorioso Reino por siempre y para siempre". Hoy, ante la ausencia del Templo, recitamos este versículo, "Ki shem Hashem ekrá…" antes de comenzar el servicio de la Amidá.

ESTUDIA TU PASADO PARA ENTENDER TU PRESENTE

La parashat Haazinu está repleta de enseñanzas que nos mantienen focalizados y nos permiten entender los altibajos de la vida; lo bueno así como lo aparentemente malo que constantemente encontramos en nuestro mundo. Moshé nos dice: "Zajor… - Recuerden los días de antaño, comprendan los años de generación tras generación…"4 Esto significa que, si estamos perplejos, si tenemos dificultad para comprender lo que nos ocurre y lo que pasa en el mundo, sólo necesitamos revisar nuestra historia. Estudiar las vidas de las generaciones pasadas, el legado de nuestros patriarcas y matriarcas, nos ayudará a entender todo claramente.

Y si seguimos confundidos, si todavía nos quedan preguntas, Moshé nos aconseja: "Shaal avija… - Pregunta a tu padre y él te declarará, a tus ancianos, y ellos te dirán".5 Es muy simple y a la vez muy profundo. Busca el consejo de tu padre, de tus ancianos, de los Sabios de la Torá. Lamentablemente, quienes tienen preguntas, quienes se perdieron en el camino, buscan que los guíen por cualquier parte y consultan prácticamente con todo el mundo, pero no acuden a sus propios sabios de Torá, quienes pueden guiarlos y mostrarles el camino.

LA ÚLTIMA VOLUNTAD Y EL TESTAMENTO DE MOSHÉ

Al final de la parashá, Moshé repasa su última voluntad y su testamento para el pueblo judío:

"Vaiomer alehem… - Y [Moshé] les dijo: "Apliquen sus corazones a todas las palabras sobre las que yo les doy testimonio en este día, las cuales ustedes deberán encomendar a sus hijos para guardar y cumplir todas las palabras de esta Torá. Pues no es [la Torá] algo vacío para ustedes, ya que es su vida misma, y por medio de esto ustedes prolongarán sus días…".6

El mensaje de Moshé es una enseñanza triple que debe guiarnos durante toda la vida. Si la Torá va a ser nuestra vida, no puede ser sólo una experiencia de aprendizaje cerebral, sino que debe saturar todo nuestro ser y guiar todos nuestros pensamientos y actos. La educación de Torá de nuestros hijos debe ser nuestra primera prioridad. Debemos tener en cuenta que la Torá no es algo vacío. Cada palabra, cada letra, está cargada de sabiduría y de tesoros ocultos que prolongarán nuestros días y le darán sentido a nuestras vidas.


NOTAS

  1. Deuteronomio 32:1
  2. Ibid. 32:2
  3. Ibid. 32:3
  4. Ibid. 32:7
  5. Ibid. 32:7
  6. Ibid. 32:46:47

 

 

 

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