¡Escucha!

2 min de lectura

Ki Tisá (Éxodo 30:11-34:35 )

Ideas relevantes de la parashá semanal acerca de cómo vivir una vida feliz y significativa.

Moisés bajó de la montaña después de recibir los Diez Mandamientos de Dios y escuchó una gran cantidad de ruido que venía de entre el pueblo judío. Esto fue justo después de que los judíos construyeran el becerro de oro, así que Yehoshua, que estaba junto a Moisés, interpretó el ruido como gente gritando. Pero Moisés dijo:

"No es un grito de fortaleza, ni un grito de debilidad; un sonido de aflicción es lo que escucho". (Éxodo, 32:18)

Una Lección de Vida

Cuando Moisés escuchó la conmoción fue capaz de determinar de inmediato que el ruido provenía de personas afligidas. ¿Cómo fue capaz Moisés de asignar un significado específico a los gritos y de saber con certeza qué significaba?

La respuesta es que la mayoría de las personas sólo oyen. Otros, como Moisés, se toman el tiempo y realmente escuchan lo que los demás dicen. Hay una diferencia significativa y monumental entre oír y escuchar. Oír implica que alguien "oye" lo que se está diciendo y luego traduce el mensaje y le da un sentido. Sin embargo, escuchar, implica que uno se toma un tiempo extra para pensar sobre la persona que está hablando. Es sólo entonces que uno tiene una idea clara de lo que el otro desea comunicar.

Cuando Moisés “escuchó” los gritos provenientes del pueblo judío, fue capaz de añadir a la ecuación que los judíos no habían visto a su líder durante 40 días y que sin duda se sentían inseguros, preocupados y afligidos. Fue entonces que Moisés supo de inmediato que los gritos no eran de júbilo, sino más bien de angustia. Una vez que supo esto, él fue capaz de reaccionar de una manera radicalmente distinta de la que hubiera reaccionado si sólo hubiera “oído” los gritos y no “escuchado”.

Es muy importante ir más allá de las palabras que “oyes”, y en lugar de eso, debes “escuchar” lo que se dice.

Por ejemplo, cuando una madre “escucha” a su bebé llorar, sabe de inmediato si se trata de un grito de tristeza, de hambre o de cansancio. Sin embargo, cualquier otra persona que simplemente “oye” el mismo llanto, no es capaz de discernir qué clase de grito es. Pero como una madre “escucha” a su bebé, ella percibe más que el ruido del llanto y de inmediato sabe cómo reaccionar.

Así que cuando alguien te diga algo, trata de “escuchar” y tómate el tiempo necesario para pensar en su situación personal. Las mismas palabras dichas por una persona pueden tener un significado muy diferente cuando son dichas por otro. Y al escuchar, sabrás cómo reaccionar y serás capaz de darle a la persona exactamente lo que necesita

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