Una cuestión de tiempo

3 min de lectura

Vaiakel-Pekudei (Éxodo 35-40 )

En la parashá de esta semana, Dios dice: En el primer mes, en el primer día del mes, erigirás el Tabernáculo, la Tienda de la Cita”. Esto se refiere a rosh jódesh nisán, designado eternamente como el mes de la inauguración del Tabernáculo y, posteriormente, del Templo Sagrado.

Sin embargo vemos algo extraño: la construcción terminó en kislev, varios meses antes. ¿Por qué hubo una demora entre la conclusión y la inauguración? Después de todo, el pueblo había reunido los materiales y construido el Tabernáculo con gran entusiasmo y emoción. ¿Por qué debía quedar el Mishkán listo pero sin ser usado durante tanto tiempo?

El Midrash dice que Itzjak nació en nisán, y que Dios quería que el Tabernáculo estuviera eternamente vinculado con los patriarcas. Dios compensó, por así decirlo, al mes de kislev haciendo que durante la ocupación griega el Templo fuera reinaugurado en kislev, dando origen a la festividad de Janucá que celebramos cada año en ese mes.

Esta respuesta es satisfactoria en un nivel, pero para quien realmente busca la verdad queda aún sin responder una pregunta más profunda: ¿Acaso Dios no podía disponer que el pueblo judío culminara la construcción del Mishkán justo antes de nisán? Después de todo, ¡Él dirige el mundo!

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LO PRIMERO EN EL PENSAMIENTO

Algo similar ocurrió en el comienzo de la creación. Nisán es el primero de los meses, pero tishrei es el comienzo del año (Rosh Hashaná). Los Sabios del Talmud parecen discordar respecto a cuál fue el primer mes de la creación, si fue tishrei o nisán. La respuesta que propone un grupo de sabios franceses de la era medieval es que en tishrei se creó el potencial para el universo, como si fuera un plano; y que en nisán el universo fue materializado, se volvió realidad.

En el plano espiritual, el tiempo parece tener una gran importancia. Una famosa serie de frases de Eclesiastés menciona poéticamente que hay un tiempo para la paz, uno para la guerra, uno para amar, uno para odiar, etc. Si bien las palabras son música para los oídos, su profundidad revela también un diseño espiritual: hay 28 "tiempos" diferentes, que cabalísticamente están ligados a los 28 días del mes lunar.

Nada ocurre por accidente. Si el Tabernáculo fue inaugurado en nisán, los israelitas salieron de Egipto en nisán y el Templo fue reinaugurado en kislev, fue porque Hashem quería que todo ocurriera exactamente en esos momentos. Cada segundo, desde el comienzo de la creación hasta el final del tiempo, está exquisitamente diseñado por la infinita sabiduría del Creador.

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EL TIEMPO SE SUPERPONE

Si bien nisán y tishrei son dos meses diferentes, casi con medio año entre ellos, en realidad son paralelos debido a que ambos manifiestan un aspecto de la creación del universo. En otras palabras, en lugar de que haya un largo año de 12 meses, quizás hay dos mitades de año de seis meses cada una.

Nuestras manos y dedos simbolizan los Diez Mandamientos: ¿Son diez, o son dos grupos paralelos de cinco cada uno?

¿El Séder de Pésaj es la conmemoración de un evento de la antigüedad, o es una reconstrucción anual que aprovecha la energía de la época de liberación espiritual?

Cada año, en el Séder, debemos sentir como si nosotros mismos saliéramos de Egipto. Las fuentes dicen que Abraham hacía su propio Séder de Pésaj. Esto nos enseña que en la vida transitamos un espiral continuo en el que experimentamos una y otra vez las vivencias. La influencia espiritual de libertad existió desde el comienzo del tiempo, mucho antes del Éxodo, y continúa ocurriendo año a año. El tiempo se superpone.

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TODO ES UNO

¿Y por qué el tiempo no debería superponerse? Después de todo, para Dios no hay tiempo. El futuro y el pasado son lo mismo. Nuestros cerebros mortales no pueden comprender lo que esto significa, pero para Dios el tiempo no existe. Dios está más allá del tiempo. Él es infinito.

Lo que esto significa para nosotros es que cuando queremos relacionarnos y conectarnos con Dios, debemos resignar en cierta medida a nuestra forma de entender el mundo. Debemos estar dispuestos a desapegarnos de nuestra corporeidad. Durante la plegaria, deberíamos sentir la disolución de nuestro entorno físico. Quienes tienen experiencia meditando, logran hacerlo.

¿Cómo puedes abandonar tus experiencias sensoriales y conectarte con Dios? Eso está más allá de este ensayo digital. Por ahora piensa en la posibilidad de despegarte y abandonar.

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Ejercicio espiritual:

Deja partir tus preocupaciones.

Deja partir tu estrés.

Deja partir lo que sea que te “tira hacia abajo”.

Despégate del mundo, y lograrás sentir a Dios.

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