El tatuaje judío

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Daniel esperaba que su tatuaje de Estrella de David provocase luchas físicas con otros; en cambio, provocó una batalla espiritual consigo mismo.

Daniel no tuvo exactamente lo que llamaríamos una "crianza judía"; sus dos días semanales en la escuela judía significaban perderse la diversión mientras todo el resto del mundo estaba libre.

Daniel recuerda que en la escuela judía, los maestros tampoco deseaban estar allí; no parecían creer en lo que estaban enseñando. Era como si se vieran a sí mismos como parte de una cadena de montaje que hacía entrega de forma automatizada de la antorcha del judaísmo a la siguiente generación, en un estado de entumecimiento y melancolía. Daniel aprendió sobre las "tradiciones" judías —como separar carne y leche y respetar Shabat— pero nunca vio nada de eso en la práctica.

Una vez al año, Daniel era sentenciado por su madre a un día de encierro en la sinagoga; o al menos así lo sentía él.

Le decía a sus amigos que dado que tenía que hacer esa “cosa judía” de Iom Kipur, no iría a la escuela al día siguiente. Cuando sus amigos reaccionaban con un envidioso "Nooo, ¡eso es buenísimo!", él les daba a entender que ese era precisamente el día en el que preferiría estar en la escuela.

Pero algo cambió para Daniel en sus años de adolescencia.

Bajó del avión y encontró una tierra llena de estereotipos judíos rotos.

A los 16 años, el padre de Daniel —quien pese a no ser observante estaba orgulloso de su judaísmo— lo envió a un viaje a Israel, donde Daniel entró en contacto con un tipo de judío que nunca antes había conocido. Durante su infancia, judío significaba la antítesis de alguien genial: llorón, feo, azotado; en resumen, alguien con quien no quisieras ser visto. Para sorpresa de Daniel, cuando bajó del avión encontró una tierra llena de estereotipos judíos rotos: taxistas judíos prepotentes y vendedores callejeros atrevidos, policías y soldados judíos, criminales judíos y músicos callejeros judíos.

Daniel finalmente encontró gente judía con la que se podía relacionar, gente que irradiaba orgullo judío.

Por primera vez en su vida sintió realmente una cierta afinidad con su pueblo, una cierta identidad y alegría de ser judío.

Unos años después, en la etapa de transición a la universidad, sintió un anhelo de claridad sobre su identidad y su esencia. Sus amigos estaban en la moda de ponerse aretes y de hacerse tatuajes, y él decidió que si iba a hacerse un tatuaje, sería algo que expresara lo que él era. Sintió que su tatuaje debía ejemplificar su orgullo judío y por lo tanto optó por una Estrella de David. De esta manera, si alguien lo forzaba a usar una Estrella de David en el futuro, él podría decirle: "Mira, ya lo hago".

Daniel quería demostrar que no tenía miedo de su judaísmo y quería expresar su orgullo judío por medio de defender al pueblo judío. Decidió tatuarse la Estrella de David en un lugar en donde todos la vieran, mostrándole al mundo que no le temía a nadie. Como en su ciudad natal todo el mundo usaba pantalones cortos, Daniel se hizo el tatuaje en la parte trasera de su pantorrilla.

Otro tipo de lucha

Después de hacerse el tatuaje, Daniel echaba un vistazo en todo bar, parque y lugar público al que entraba tratando de ver qué chico podría hacerle problemas. Estaba ansioso por pelearse con alguien al defender el honor del pueblo judío.

Pero la pelea nunca llegó. Al menos no como él la esperaba…

Alguien se acercó y le dijo:

—Hola, ¿eres judío?

—Sí —dijo Daniel—. ¿Qué quieres?

—Bueno, yo soy cristiano y me estaba preguntando sobre eso que oí de los judíos, sobre la separación de carne y leche.

—Bueno, yo no soy religioso, ¿cómo se supone que deba saber? —respondió Daniel sorprendido.

Otras veces la gente se acercaba para decirle:

—Hola, ¿eres judío?

—Sí, ¿qué quieres?

—Bueno, yo soy cristiano, pero creo que los judíos son geniales. ¡Me encantan los judíos!

—Eh… bueno… muchas gracias…

En otras ocasiones:

—Hola, ¿eres judío?

—Sí, ¿qué quieres?

—Bueno, yo también lo soy.

—Eh, bueno… ¿se supone que deberíamos ser amigos ahora?

En lugar de peleas, como esperaba, Daniel fue agobiado con preguntas de judíos y no judíos por igual.

El tatuaje kipá

El tatuaje de Daniel resultó ser una especie de kipá para él; no sólo expuso su identidad judía a todo el mundo, sino que también lo forzó a ser consciente de su identidad judía en todo lugar al que iba. Cuando Daniel quería hacer algo que mancharía la imagen de los judíos, lo pensaba dos veces antes de hacerlo. “¿Qué pensaría la gente de los judíos si yo fuese atrapado?”.

Daniel comenzó a sentir que era un representante del pueblo judío; ya no podía continuar siendo ignorante.

Daniel comenzó a sentir que era un representante del pueblo judío. Sentía que no podía continuar siendo ignorante, incapaz de responder las preguntas que las personas le hacían sobre judaísmo, por lo que comenzó a buscar respuestas. Empezó por hacerse un tiempo para estudiar sobre el pueblo judío, su historia y su Torá.

Todo esto gatilló sus propias preguntas: ¿Qué significa ser judío? ¿Es todo esto real? ¿Es relevante para mi vida?

Daniel esperaba que su tatuaje de Estrella de David provocase luchas físicas con otros; en cambio, provocó una batalla espiritual consigo mismo.

Decidió volver a Israel para explorar el judaísmo un poco más y determinar qué significaba para él. Investigó las profundidades del judaísmo: su filosofía, su espiritualidad y sus "por qué". Lento pero seguro, Daniel comenzó a formar una imagen del judaísmo con la que se identificaba. Por medio del estudio, las preguntas y la exploración, los falsos estereotipos y estigmas fueron destruidos y Daniel pudo llenar de significado y entendimiento los aparentemente vacíos "rituales" del judaísmo.

A medida que Daniel fue creciendo espiritualmente, dialogaba con otras personas sobre temas similares y disfrutaba del intercambio positivo y de poder compartir lo que había aprendido. En ese entonces, Daniel se contactó con una empresa de viajes a Israel y comenzó a convencer a otros sobre ir a Israel para tener el mismo tipo de experiencia reveladora que él había tenido cuando era más joven. Daniel vio que esto era lo que quería hacer en su vida, por lo que se inscribió en un curso para convertirse en un guía turístico israelí certificado.

Hoy, Daniel está viviendo su sueño en Israel. Está felizmente casado, tiene tres niños y es un guía turístico muy solicitado. Trabaja tiempo completo para llevar la belleza de la Tierra de Israel y del judaísmo a judíos de todos los orígenes y para que otros experimenten el tipo de travesía personal que él experimentó cuando hizo un viaje a Israel por primera vez.

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