Vivir con árabes en Jerusalem

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La masacre de Har Nof ha removido el velo de aparente seguridad, dejándonos con un sentimiento de vulnerabilidad.

Jerusalem se ha vuelto un lugar un tanto más peligroso los últimos meses. Las autoridades israelíes aún no lo llaman oficialmente la Tercera Intifada, pero vivir en la capital de nuestra nación no es tan tranquilo como solía ser. Después de una ola de ataques terroristas perpetrados por conductores (justo en la esquina donde yo vivo), de la horripilante masacre en la sinagoga más grande del barrio de Har Nof, y de que dos hombres fueran apuñalados por árabes cerca de la Puerta de Yaffo (cinco minutos después de que pasé caminando por ese mismo lugar), el miedo se ha apoderado de la ciudad. Acaba de ser publicado en la prensa que el Shin Bet —el servicio de seguridad interna de Israel— frustró un plan de Hamás para atacar el Estadio Teddy. Hay escasez de gas pimienta (mi esposa y mis hijos ya tienen uno) y existe mucha desconfianza hacia los árabes que viven y trabajan en la ciudad debido al temor de que quizás alguno de ellos sea el próximo terrorista que se vuelva loco.

El terror nos afecta a todos. Somos atacados por un enemigo que quiere sacarnos de nuestras casas y eliminar al pueblo judío. Y a pesar de que muchos árabes sí quieren la paz, se ha vuelto cada vez más difícil diferenciar cuáles buscan honestamente la paz y cuáles están listos para tomar un hacha o un automóvil y asesinar a víctimas inocentes. Esto no es un comentario racista, sino que es la preocupación con la que vive diariamente todo judío de Jerusalem. Tan sólo da un paseo en el tren ligero y experimentarás lo que estoy diciendo.

La parashá de esta semana nos da un mayor entendimiento sobre cómo debemos prepararnos para enfrentar a alguien que nos quiere dañar.

Yaakov se entera que Esav, su hermano mellizo y enemigo a quien no ha visto en más de 20 años, va camino a encontrarse con él con un ejército de 400 soldados. Yaakov está asustado, e implementa tres estrategias diferentes para prepararse para el encuentro con su enemigo mortal.

Con la esperanza de sobornar a Esav, lo primero que hace Yaakov es enviar mensajeros con un gigantesco regalo que consistía de una gran cantidad de ganado y sirvientes. Luego se prepara para enfrentarlo en batalla en caso que sus regalos no lo apacigüen. Y finalmente reza a Dios para que lo salve.

El orden de la estrategia en tres etapas de Yaakov no es azaroso. ¿Por qué dejó la plegaria para el final? El arma principal de un judío es el rezo. ¿Acaso rezarle a Dios no debería ser el primer y más importante acto de preparación?

Regalos y confrontación

A través de los pasos que tomó Yaakov y el orden específico en que los llevó a cabo, la Torá nos enseña una serie de importantes lecciones

Primero, Yaakov le envió regalos a Esav, ya que si una confrontación puede ser evitada por medio de sobornos, ese es el mejor resultado al menor costo posible. Si unos cuantos regalos pueden comprar paz y evitar el derramamiento de sangre, ese es el camino preferible.

Regalos que no están respaldados por una clara disposición a tener un enfrentamiento se vuelven una declaración de rendición, lo cual fomenta el odio, no la paz

Pero “solamente regalos” es una estrategia muy peligrosa. Un soborno sólo es efectivo si el enemigo sabe que bajo la capa de terciopelo se encuentra un puño de hierro. Esav tenía que saber que si no aceptaba los regalos, Yaakov estaba totalmente determinado a pelear una guerra y a hacer lo que fuera necesario para proteger a su familia.

Regalos que no están respaldados por una clara disposición a tener un enfrentamiento se vuelven una declaración de rendición, la cual fomenta el odio, no la paz. El enemigo huele la debilidad, y su apetito sólo se ve aumentado.

Esta es una de las razones por las cuales fracasaron los Acuerdos de Oslo. Nuestros enemigos árabes se dieron cuenta que la nación de Israel estaba cansada de la guerra. El gobierno israelí estaba ofreciendo concesiones sin estar dispuestos a ir a la guerra si fuese necesario. Como resultado, entregar tierras por paz sólo produjo más conflictos. Los líderes árabes vieron nuestras concesiones como una rendición y se sintieron envalentonados para endurecer su posición y atacar a Israel.

Plegaria: Escape o responsabilidad

La decisión de Yaakov de hacer del rezo su tercer y último acto de preparación nos enseña una crucial lección sobre la interacción que hay entre la plegaria, confiar en Dios y tomar responsabilidad.

Confiar en Dios y hacer nuestro esfuerzo necesario es un delicado balance. Debemos hacer ambas. La plegaria es apropiada sólo cuando ya hemos tomado tanta responsabilidad como podemos. Si no asumimos responsabilidad, podemos terminar escondiéndonos en una aparente santurronería y utilizar la plegaria como un escape para nuestras obligaciones. Esto es el contrario de lo que Dios quiere de nosotros.

Imagina que encuentras una mariposa que está luchando para salir de su capullo. Miras maravillado la metamorfosis que ocurre frente a ti, y en un acto de compasión, abres el capullo para ayudar a que la pobre mariposa salga en libertad. Tú crees que estás haciendo un acto bondadoso con la mariposa, pero en realidad la estás dañando de forma irreparable. La mariposa necesita ejercitar sus músculos por medio de romper el capullo, ya que con este esfuerzo obtendrá la fuerza necesaria para batir sus alas y volar.

Dios quiere que ejercitemos nuestros músculos, que hagamos el esfuerzo necesario y que aprendamos a ser responsables. Recurrir a la plegaria como una solución rápida para eludir la responsabilidad va en contra del propósito de Dios para este mundo, pues nos priva de la oportunidad de emularlo a Él mediante el uso de nuestro libre albedrío.

Al mismo tiempo, el rezo nos recuerda que en realidad todo proviene de Dios. Debemos darnos cuenta que Dios está en control y debemos confiar en que Él está detrás nuestro. Pero la plegaria no es apropiada sino hasta que le hayamos demostrado a Dios que estamos actuando de manera responsable y que estamos haciendo lo que está en nuestro poder. Por eso Yaakov sólo rezó luego de haber completado los otros dos pasos de preparación, y por eso es que nosotros tenemos que asegurarnos de estar haciendo nuestro máximo esfuerzo antes de apoyarnos en que la plegaria nos salve.

La masacre de Har Nof ha removido definitivamente el velo de aparente seguridad, dejándonos con un sentimiento de vulnerabilidad. El peligro nos acecha en todas partes. Debemos ser fuertes y mantenernos firmes. Debemos tomar responsabilidad, como nación y como individuos, y también debemos confiar en Dios y dirigir nuestros corazones hacia Él en una sincera plegaria, reconociendo que en realidad Él es el único que puede salvarnos.

Basado en una clase de Rav Noaj Weinberg zt’l, y con la ayuda de mi hermano, Rav Eric Coopersmith.

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